Sociedad ñoña. Habitamos una sociedad ignorante, mezquina, ruin. Sociedad de ignorantes. Sociedad de doble o triple moral. ¿Debe de sorprendernos? No. Simplemente es la condición humana. Triste condición humana. Y todos estamos sujetos a este vaivén de simpatías o antipatías. Somos un cúmulo de contradicciones. Cuando ayer dijimos negro, hoy por las recuas del viento y destino, decimos blanco… y también lo defendemos.
No hay ideas duras de raíces fuertes ancladas en la tierra. Hoy todo es líquido, volátil, como lo acuñó el filósofo Zigmunt Bauman. Memoria y compromisos líquidos, los cuales escapan de la mano. ¿Ayer dijimos blanco? Pues hoy es negro. E insisto, lo defendemos. Por eso los dobles o triples discursos. Por eso esta sociedad es efímera, fútil, ñoña, sosa…
Y sin raíces ni semillas fuertes las cuales fructifiquen y nos nutran, es imposible avanzar. Una de las sociedades más ñoñas en mi opinión, es la familia gringa (Estados Unidos), país al cual jamás quiero ir y no voy a ir en el resto de mi vida. Mientras aquí se les admira, se les imita y se les idolatra (o se les detesta, pero a ellos ni les va ni les viene. Ni fu ni fa). La mejor prueba es el segundo mandato de Donald Trump al frente de la Casa Blanca. Él y nadie más marca la agenda mundial. ¿Nosotros? Somos comparsas.
Trump habla de una especie de “supremacismo blanco.” Populista como Andrés Manuel López Obrador o Claudia Sheinbaum, no hay diferencia alguna entre los tres. Los tres han hablado o han abogado por esa masa de palurdos e iletrados llamada “pueblo.” Los tres han hablado en su momento de fomentar un tiempo de paz y no de combates o guerras o rencillas. Esto es absoluto… ¡Basura!
Lo bien cierto es lo siguiente: hay una trilogía de cintas (parece ya van cinco y una serie de Netflix, puf. Ando atrasado, como siempre) llamadas “John Wick”, estelarizadas por Keanu Reeves, de tres he visto dos. Muy animadas, sanguinarias y ultraviolentas. La saga ha recaudado millones de dólares en taquilla en todo el mundo. Millones de dólares.
¿El tema, la trama? El asesino Wick mata en la película a 84 personas porque unos desadaptados sociales le matan a… su perro. De nuevo en letra redonda: la saga de cintas ultraviolentas “John Wick”, están basadas en la siguiente historia: muere la esposa del asesino de muerte natural, pero unos punks rusos descastados le matan al perro el cual le dejó como herencia sentimental la esposa del asesino. Éste, en venganza por la muerte del amado perro, mata a 84 seres humanos en la primera película. Fin. ¿Sabe usted por qué lo hizo? Como en el viejo corrido de “Laurita Garza” … “Nomás porque las podía…”
En corto:
#Poder. Me atrevo a escribir lo siguiente: los dueños de la vida y la muerte son –al menos en México– los capos del narcotráfico y criminales, los cuales tienen tanto y tanto poder, que matan, no más porque las pueden… Desaparecidos desde el domingo 25 de mayo, luego aparecerían (es un decir) calcinados, los cinco integrantes de un grupo norteño en Reynosa, Tamaulipas (“Grupo Fugitivo”).
#Los capos y jefes tienen esto lo cual hoy estoy bautizando (idea seminal de mi amigo, el maestro y escritor Armando Oviedo Romero de la ciudad de México) como el “Síndrome John Wick”: tienen el poder de matar y mandar matar. Tienen el poder de ordenar matar y desaparecer humanos sólo por hacerlo. O por un motivo trivial.
#Según la información (sigo los reportes del Grupo “Reforma”), Ulises Raga (“M-40”), los mandó asesinar y calcinar por celos. Su pareja al parecer, se le quedaba viendo mucho a uno de ellos. Hubo un altercado y fin. Los mandó calcinar… “Síndrome John Wick.” Se mata por el amor de un perro, por un árbol, por celos… ¿Y los humanos? Son ¡Basura!