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Opinión

El Oro Azul: Sobrevivir Donde el Agua Vale Más que el Dinero

Rubén Duarte
Rubén Duarte
abril 21, 2025

En las comunidades más áridas del planeta, el sonido del agua no es cotidiano, es milagroso. Allí, donde la lluvia puede tardar años en caer y el calor agrieta la tierra como si fuera papel viejo, el agua se ha convertido en el recurso más preciado, más escaso, y también más injustamente repartido.

La vida en Atacama: cuando el cielo no llora

«Yo tengo 70 años y solo he visto llover fuerte dos veces», cuenta Rosa Quispe, una habitante de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile. En esta zona, donde llueve menos de 2 mm al año, las comunidades han aprendido a vivir con lo mínimo. A pesar de estar rodeadas de proyectos mineros de litio que consumen millones de litros diarios, muchos pueblos no tienen acceso a agua potable constante.

«Hay días en que no tenemos ni para bañarnos o lavar la ropa», dice Rosa. «Mientras, las empresas tienen agua asegurada 24/7 para sus operaciones». Su testimonio refleja una realidad cada vez más común en el mundo: el agua está, pero no para todos.

África: la sed recorre kilómetros

En el Sahel, una franja semiárida que se extiende por países como Níger, Chad y Burkina Faso, el agua es una cuestión de supervivencia diaria. Aïssa, una joven de 14 años, camina tres horas cada día para llenar un bidón de 20 litros en un pozo comunal. «A veces me pierdo clases. Otras veces regreso tan cansada que no tengo fuerza para estudiar», cuenta.

Según UNICEF, las niñas en África subsahariana invierten hasta 40 mil millones de horas al año en la recolección de agua. Es un ciclo de pobreza que se perpetúa con cada gota.

Yemen: el conflicto del agua

En Yemen, uno de los países más afectados por el cambio climático y la guerra, el agua se ha convertido en un recurso bélico. Los pozos han sido blanco de ataques, y la infraestructura hídrica se ha derrumbado. En algunas zonas rurales, el precio del agua potable ha aumentado en un 300% en los últimos cinco años. «Hay días en que tenemos que decidir si compramos comida o agua», dice Hassan, padre de cuatro hijos en Taiz.

Tecnología y esperanza en medio de la sequía

Sin embargo, no todo es desesperanza. En regiones como el sur de Marruecos, organizaciones locales han instalado captadores de niebla que permiten transformar la bruma matinal en agua potable. En comunidades rurales de Perú, se están restaurando los «amunas», canales preincaicos que infiltran el agua de lluvia en el subsuelo para alimentar los manantiales durante la estación seca.

En Namibia, una de las naciones más secas del mundo, más del 90% del agua en zonas urbanas es tratada y reutilizada. «La clave está en cambiar nuestra forma de pensar: no podemos seguir usando agua como si fuera infinita», dice Johannes Uirab, ingeniero ambiental del gobierno namibio.

Un llamado global

Actualmente, más de 2.200 millones de personas en el mundo no tienen acceso seguro al agua, según la ONU. A medida que el cambio climático avanza y la población crece, el conflicto por el agua podría intensificarse. Pero también podría abrir la puerta a la cooperación, la innovación y la justicia.

«Donde el agua escasea, el ingenio florece», dice el proverbio tuareg. La pregunta es: ¿esperaremos a tener sed para actuar?

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