Bellacos. Las hordas de jovencitos cabalgando en sus motocicletas miniatura, son unos bellacos. Los motonetos están llevando en su rebeldía y osadía, su condena: mueren, caen como moscas y su vida sobre la tierra, como las moscas, es menos de 24 horas. Menos de 24 años, siempre. Desgraciadamente, diario, sin prisa y sin pausa, juegan arrancones. Se pasan los semáforos en rojo como un acto de “valentía” y el retar las leyes de tránsito.
Apuestan su vida diaria. Pagan con ella su valor e indisciplina mal entendida y jamás intelectualizada. Acaso y sólo acaso pagan con su vida por un motivo muy sencillo: no les interesa en lo más mínimo. Son jóvenes, parvadas de ellos de entre 10 y 18 años los cuales tienen sitiada la ciudad en sus motocicletas miniatura, luces escandalosas y un sonido de espanto. Es una moderna tribu urbana la cual y en su mayoría, son muchachos foráneos los cuales, al tener un peso de más en este norte ampuloso, lo primero en hacer es eso, comprar una motocicleta y así, ser rebeldes. Claro, con el compadrazgo y autorización de sus padres.
Si en Nuevo León la estadística marca a la letra lo siguiente: 80% de los delitos son cometidos por motociclistas, aquí en el vecindario es brutal y asfixiante la muerte de jóvenes motonetos. Desgraciadamente, atrás de cada número y estadística, hay jóvenes y jovencitas muertas con nombre y apellido, dejando a su paso una estela de dolor en sus familias. También, quedan jóvenes y jovencitas heridas, muy lastimadas, con heridas y secuelas eternas. Voy a un punto: estamos atrapados en un círculo vicioso de rebeldía, diversión y transgresión de la Ley por parte de los motonetos.
Mientras los padres de ellos –cuando la fatalidad toca a su puerta– se hunden en su culpa. Los jóvenes quieren una moto miniatura (es el deseo, como todos los deseos, un deseo primario. Un placer corrosivo), los padres los consienten y solapan (luego llegará la culpa) y al manejar esos pequeños armatostes, los chavos violan y transgreden la Ley (el Estado).
Empiezan las preguntas. Preguntas las cuales deben de aplicarse en un puntilloso y milimétrico cuestionario a los motonetos, a su familia, a sus amigos, a su tribu, a su pandilla, a los vecinos, a su entorno escolar (de tener entorno escolar. Hoy ya nadie va a la escuela, todo es “virtual”) Todo lo anterior con miras a cuadrar un puzle y tratar de (medio) entender este fenómeno y problemática urbana.
Las siguientes preguntas vienen a mi escaso cerebro a vuela pluma, sin orden ni concierto. Sencillamente yo las haría para tratar de avanzar y comprender este fenómeno urbano el cual tiene de cabeza a la ciudad y sobre todo, la cantidad brutal de chavos muertos. Voy: ¿Cómo se compraron dicha motocicleta, ellos tenían su dinero, de qué procedencia, ellos trabajan; sus padres les cooperaron una parte o ellos la financiaron? ¿Su ideal es o ha sido comprar una motocicleta; con qué fin: ¿es estatus, fueron obligados por la pandilla, por la tribu urbana a la cual pertenecen? …
En corto
# “Mandan al hospital a motoneto.” 22 de mayo. Eber Josué de 17 años invadió el carril contrario y fue enviado al pavimento y al hospital con fracturas. Cobra dos vidas choque de moto al estrellarse contra poste. 19 de mayo. Mario Daniel Torres de 24 años y Ángel Miguel murieron con diferencia de horas al estrellar su motocicleta contra un poste de energía eléctrica…
# Christian Tadeo de apenas 16 años, se “Se mata a horas de su cumpleaños” al estrellar la moto contra un camellón. 23 de mayo. Su amigo y acompañante, Pedro Alexander de apenas 13 años, está grave en el hospital. En fin, el rosario de dolor ya es cotidiano. Todos los días hay motonetos muertos, lastimados o de plano, ellos en lo suyo: olvidados. Buen tema para hilvanar.