Caminan, se ocultan y chupan la sangre de su víctima cuando duerme. Pueden viajar en las ropas o en las mochilas, en busca de otra persona con la que puedan darse un festín en el Metro o en el cine.
Las chinches van adónde va uno y se han convertido en una pesadilla para los franceses durante semanas.
El gobierno se ha visto forzado a intervenir para calmar a una nación cada vez más nerviosa, que albergará los Juegos Olímpicos en poco más de nueve meses. Semejante suceso podría ser la ocasión ideal para la infestación por parte de estos insectos que adoran a las multitudes.
La primera ministra Elisabeth Borne se reunió este viernes con los ministros para idear formas de enfrentar la crisis de las chinches. Asimismo, el ministro del transporte Clement Beaune conversó esta semana con empresas de transporte a fin de trazar un plan de supervisión y desinfección.