Todos hemos tenido un acercamiento, por lo menos mínimo, con la inteligencia artificial, a través de la ciencia ficción que en más de una ocasión nos presentó realidades donde la tecnología era autómata y autónoma. Robots que realizan actividades humanas, computadoras independientes, comunicación y transporte inteligente, abandonaron la fantasía de la anticipación para ser parte de nuestra vida diaria.
La inteligencia artificial, o IA, es tecnología que permite a las computadoras simular la inteligencia humana y las capacidades humanas de resolución de problemas. Recientemente la “IA”, ha tenido un avance considerablemente importante que el hecho parte de nuestra forma de vivir, trabajar e interactuar, marcando particularmente su influencia en la educación, el entretenimiento y la medicina.
Lo más importante es que se ha ido combinando con otras tecnologías que han permitido que se involucre en realizar actividades que de otro modo requerirían inteligencia o intervención humana. De acuerdo a diferentes expertos existen por lo menos cuatro tipos diferentes de Inteligencia Artificial.
El primero de ellos son los sistemas que piensan como humanos, estos automatizan actividades como la toma de decisiones, la resolución de problemas y el aprendizaje. Un ejemplo de estos, son las redes neuronales artificiales. Uno más, son los sistemas que actúan como humanos, estos son computadoras que realizan tareas de forma similar a como lo hacen las personas, este el caso de los robots.
El tercer son los sistemas que piensan racionalmente, es decir que intentan imitar el pensamiento lógico racional de los humanos, es decir, se investiga cómo lograr que las máquinas puedan percibir, razonar y actuar en consecuencia. Los sistemas expertos se engloban en este grupo. Y, por último, los sistemas que actúan racionalmente, estos son los que tratan de imitar de manera racional el comportamiento humano, como los agentes inteligentes.
Hoy en día, la IA se utiliza en una amplia gama de aplicaciones y herramientas que intervienen directamente en nuestra vida diaria, como es el caso de los asistentes virtuales, como Siri, Google Assistant y Alexa están revolucionando la forma en que interactuamos con nuestros dispositivos y accedemos a la información, e incluso en la manera en la que nos transportamos, con el uso de GPS y los vehículos autónomos, que cada vez tienen una mayor seguridad y eficiencia en el transporte.
Una de las herramientas de uso común y considerablemente de mayor relevancia en el uso de la inteligencia artificial es ChatGPT, que a través de un complejo procesamiento de datos genera un lenguaje natural de interacción, que generar textos articulados, traduce, responder preguntas y además puede aprender y sintetizar no sólo el lenguaje humano sino también otros tipos de datos, como imágenes, vídeos, códigos de software e incluso estructuras moleculares.
A medida que la IA sigue avanzando, también surgen desafíos éticos y sociales. La automatización del trabajo, por ejemplo, plantea preguntas sobre el futuro del empleo y la necesidad de una educación continua. Además, la privacidad y la seguridad de los datos se convierten en preocupaciones cada vez más importantes, que presentan desafíos sobre el alcance jurídico que puede tener su uso y aplicación. Ante estos desafíos, la Unión Europea ha definido que el uso de la inteligencia artificial en su territorio estará regulado por la Ley de Inteligencia Artificial, la primera ley integral sobre IA del mundo.
Sin embargo, la IA también ofrece oportunidades sin precedentes para mejorar la eficiencia, la productividad y la calidad de vida, por lo que su uso crece cada día más en áreas más complejas con la única intención de generar herramientas que ayuden, por ejemplo, en los diagnósticos médicos, pues su aplicación está facilitando la posibilidad de detectar enfermedades de forma más precisa y rápida, gracias al análisis de imágenes médicas y patrones de datos. Así como también en generar educación personalizada, generando la creación de planes de estudio adaptados a las necesidades individuales.
La inteligencia artificial es parte de la tecnología, pero su uso, aplicación y desarrollo local depende de forma importante de las condiciones tecnológicas y científicas que un país tiene para aprovecharla.
Bajo esas condiciones, México, en una escala de desarrollo que permite el uso, integración y aprovechamiento de la IA, se encuentra en el lugar 56 de 174 países si los ordenamos de mejor a peor preparados. En Latinoamérica, Chile, Uruguay y Costa Rica son los únicos que alcanzan valores mayores que nuestro país.
El lugar que ocupa cada país en la escala mencionada está formado por cuatro componentes. El primer componente es la infraestructura digital. Esto incluye indicadores como usuarios de internet por cada 100 mil habitantes, costo de acceso a internet y uso de teléfonos móviles para transacciones en línea. En este, México obtiene un valor de 0.13 y se ubica en el lugar 57, empatado con economías como Argentina y Uruguay.
Los otros tres componentes son el capital humano y políticas del mercado laboral, el de innovación e integración económica y el de ética y regulación. Estos componentes incluyen indicadores como graduados de carreras STEM (aquellas que abarcan ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), habilidades digitales de la población, el gasto en investigación y desarrollo, además de encuestas de percepciones como la de adaptabilidad del marco legal a los modelos de negocio digital del Foro Económico Mundial. En estos tres componentes, México obtiene un valor de 0.13 o 0.14 y se encuentra en el lugar 48 o 49 mundial, aunque empatado con muchos otros países.
El equilibrio entre los componentes de este índice de medición es una condición necesaria, ya que unos factores se complementan con otros. Por ejemplo, una infraestructura digital desarrollada no puede ser aprovechada si no se tiene una fuerza laboral con las habilidades y conocimientos necesarios para su explotación.
México está relativamente bien posicionado para aprovechar las ventajas que puede traer consigo el uso de la inteligencia artificial. Pero debe poner atención importante en áreas de mejora, para que el uso de IA impacte de manera directa y positiva la economía local. Por ejemplo, el gasto en investigación y desarrollo de México como porcentaje del PIB es 0.27%, mientras que el promedio mundial es de 2.62%. Esto impacta directamente en las encuestas de efectividad gubernamental y de rendición de cuentas, en las que México se encuentra entre los más bajos a nivel internacional.
La inteligencia artificial está generando un nuevo capítulo en la historia de la humanidad, y su impacto es de tal magnitud como lo fue el desarrollo del internet. Su implementación y crecimiento deben ser una prioridad, y el alcance de sus beneficios deben ser amplios, protegiendo los valores y principios que forman parte de cada área de desarrollo, pero también bajo el cuerpo normativo correspondiente. La inteligencia artificial está revolucionando el mundo; pero su forma y dirección depende de nosotros.