A un año del arranque del Mundial 2026, el expresidente Donald Trump lanzó un mensaje directo a los aficionados extranjeros que planean asistir a los partidos en Estados Unidos: “Queremos que vengan, se diviertan y vean los partidos. Pero cuando esto termine, tendrán que irse”. La declaración, retomada por el vicepresidente J.D. Vance, ha generado inquietud en medio de políticas migratorias más estrictas y recientes restricciones de entrada a ciudadanos de varios países.
Frente a este panorama, las 16 ciudades sede —11 de ellas en territorio estadounidense— han comenzado a enviar un mensaje de apertura y hospitalidad. Representantes de ciudades como Filadelfia y Nueva York han reiterado que su papel es garantizar que los visitantes se sientan bienvenidos, mientras trabajan en la logística del evento y siguen de cerca el contexto político que podría impactar la experiencia mundialista.
Aunque el discurso migratorio de Trump ha encendido alertas, los comités locales insisten en que el Mundial debe ser un espacio de encuentro, no de exclusión.