Voltaire, pensamiento e Ilustración

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Cultura 

François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, nació en París el 21 de noviembre de 1694 y murió en la misma ciudad el 30 de mayo de 1778. Fue un destacado escritor, historiador, filósofo y abogado francés, miembro de la francmasonería y una figura clave de la Ilustración, un movimiento que valoraba la razón y la ciencia sobre la religión. En 1746, fue elegido miembro de la Academia Francesa, ocupando el asiento número 33.

El origen del pseudónimo Voltaire es objeto de varias teorías. Una de las más aceptadas sugiere que proviene del apodo “Petit Volontaire” (pequeño voluntario) que su familia usaba en su infancia. Sin embargo, la hipótesis más probable es que “Voltaire” sea un anagrama de “Arouet L(e) J(eune)” (Arouet el joven), utilizando las letras del alfabeto latino. Otras teorías incluyen que podría ser el nombre de un pequeño feudo de su madre, o derivar del verbo “vouloir faire taire” (querer hacer callar) debido a su pensamiento provocador. Es probable que la elección de “Voltaire” combine varias de estas hipótesis tras su detención en 1717.

Voltaire nació en una familia acomodada; su padre, François Arouet, era notario y trabajó como tesorero de la Cámara de Cuentas de París. Su madre, Marie Marguerite d’Aumard, falleció cuando él tenía siete años. Voltaire tuvo cuatro hermanos, pero solo dos, Armand y Marie, sobrevivieron hasta la adultez. Estudió latín y griego en el colegio jesuita Louis-le-Grand, donde hizo amistades influyentes.

Voltaire se hizo famoso por sus escritos, especialmente los filosóficos, en los que se mostró muy crítico. A diferencia de Jean-Jacques Rousseau, que veía una tensión entre la sociedad y el individuo, Voltaire creía en un sentimiento universal de justicia que debía reflejarse en las leyes para todos. Para él, vivir en sociedad requería un “pacto social” que garantizara el interés de cada persona, guiado por el instinto y la razón. La moral, según Voltaire, debía enseñar los principios de esta convivencia. Además, creía que era tarea del ser humano mejorar su vida a través de la ciencia, la tecnología y las artes, como lo expresó en “Cándido” con la frase “cultivar el propio jardín”. Aunque su filosofía práctica no necesitaba de Dios, Voltaire no era ateo; consideraba que, al igual que un reloj requiere un relojero, el universo implica un “eterno geómetra”. Sin embargo, su enfoque no era estrictamente deísta, como se muestra en su “Oración a Dios” en el “Tratado sobre la tolerancia”.

Voltaire no creía en la intervención divina en los asuntos humanos y criticaba el providencialismo en su obra “Cándido”. Fue un crítico ferviente de la Iglesia católica, a la que veía como símbolo de intolerancia e injusticia, y luchó contra los errores judiciales y ayudó a sus víctimas. Así, se convirtió en un modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en la pesadilla de los religiosos.

A pesar de su crítica severa a la Iglesia católica, Voltaire es recordado por promover la tolerancia religiosa. Fue un incansable defensor de la convivencia pacífica entre personas de diferentes creencias y luchó contra la intolerancia y la superstición. Sus escritos se caracterizaban por un lenguaje claro y sencillo, lejos de cualquier grandilocuencia, y utilizaba la ironía para defenderse de sus enemigos, incluyendo a Montesquieu y Rousseau, a quien acusaba de sensiblería e hipocresía.

Voltaire defendió la tolerancia por encima de todo. La famosa frase “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”, aunque incorrectamente atribuida a él, refleja su postura sobre la libertad de expresión.

Encontró en el pensamiento del filósofo inglés John Locke una doctrina que se adaptaba a su ideal utilitario y positivo. Voltaire adoptó de Locke la idea de que el pacto social no elimina los derechos naturales del individuo y que solo aprendemos de la experiencia. La justicia, para Voltaire, debía ser universal y las leyes, aunque específicas de cada país, debían reflejar este principio. Creía que la virtud, basada en el sentimiento y el interés, debía guiar la moral.

En cuanto al judaísmo, Voltaire criticó la idea de que los judíos eran el pueblo elegido por Dios, reflejando los prejuicios de su época. Sin embargo, su hostilidad no se limitaba a los judíos, sino que se extendía a todas las religiones, lo que lo hace ver más como antirreligioso que específicamente antisemita. Sus críticas también podían tener motivos personales, dado su interés en la cábala judía y su pertenencia a la masonería.

Voltaire murió siendo muy rico, habiendo acumulado su fortuna a través de la escritura, el mecenazgo, las inversiones y algunos negocios poco éticos, como el comercio de esclavos. A pesar de sus críticas a la esclavitud, no condenó el principio, sino la falta de humanidad de los dueños de esclavos.

Toda la obra de Voltaire es un combate contra el fanatismo y la intolerancia, desde “La Henriada” hasta el “Diccionario filosófico”. Como historiador, acuñó la expresión “filosofía de la historia” y rechazó las interpretaciones teológicas de los acontecimientos. Sus obras históricas, como “El siglo de Luis XIV” y “Ensayo sobre las costumbres”, buscan mostrar el progreso y criticar el fanatismo y la crueldad.

En “Cándido”, Voltaire critica el optimismo filosófico, especialmente el de Leibniz, mostrando que no vivimos en el mejor de los mundos posibles. En su “Diccionario filosófico”, define la historia como el relato de hechos considerados verdaderos y la fábula como el de hechos considerados falsos.

Voltaire también opinaba sobre las mujeres, creyendo que eran más débiles físicamente y, por lo tanto, menos capaces de trabajos duros o de creatividad como los hombres. Aunque escribió poesía y teatro, fue conocido por su estilo claro, irónico y accesible.

Finalmente, Voltaire, admirador de Jonathan Swift, también hizo referencia a los satélites de Marte en su obra “Micromegas”, adelantándose a su descubrimiento oficial. Esta coincidencia se atribuye más a la serendipia y las teorías de su época que a un conocimiento secreto.

Por su amplia obra y pensamiento, Voltaire sigue siendo una figura clave en la lucha por la tolerancia y la crítica al fanatismo y la superstición.

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