Cultura 138
León Trotsky, uno de los más grandes revolucionarios del siglo XX, sigue siendo una figura enigmática e influyente en la historia mundial. Nacido como Lev Davidovich Bronstein en 1879, Trotsky emergió como uno de los líderes clave de la Revolución Rusa de 1917, al lado de Vladimir Lenin. Sin embargo, su historia es una mezcla de triunfos, exilios, y tragedias, reflejando las contradicciones y desafíos inherentes a la lucha por un mundo mejor.
Desde temprana edad, Trotsky demostró ser un pensador crítico y un organizador hábil. Fue durante su exilio en Siberia, donde adoptó el seudónimo de “Trotsky”, que empezó a definir su ideología y su papel en el futuro de Rusia. Después de escapar de Siberia, Trotsky se unió a las filas de los bolcheviques y se convirtió en una figura central durante los turbulentos años de la Revolución de Octubre. Su destreza oratoria y su capacidad para inspirar a las masas lo llevaron a ser nombrado Comisario del Pueblo para la Guerra, donde dirigió al Ejército Rojo a la victoria en la Guerra Civil Rusa.
Trotsky fue un ferviente defensor de la teoría de la “revolución permanente”, que sostenía que la revolución socialista no debía limitarse a un solo país, sino que debía expandirse internacionalmente para asegurar su éxito. Esta visión lo puso en conflicto directo con Josef Stalin, quien abogaba por la consolidación del socialismo en un solo país antes de expandir la revolución. Esta divergencia de pensamiento marcó el inicio de la rivalidad que eventualmente llevaría al exilio y la persecución de Trotsky.
En 1929, Trotsky fue expulsado de la Unión Soviética y comenzó un largo y peligroso periplo por diferentes países, buscando refugio mientras continuaba su lucha política contra el estalinismo. Durante este tiempo, escribió prolíficamente, denunciando las políticas de Stalin y defendiendo su visión de un socialismo democrático. Trotsky fue un feroz crítico del totalitarismo emergente en la Unión Soviética, describiendo el régimen de Stalin como una traición a los ideales de la Revolución de Octubre.
Uno de los legados más perdurables de Trotsky es su libro “La Revolución Traicionada”, en el que expone su crítica al Estado soviético bajo el mando de Stalin. “El destino de la Revolución Rusa”, escribió Trotsky, “depende no sólo de las fuerzas internas del país, sino también de los desarrollos revolucionarios en otros países”. Esta frase encapsula su visión internacionalista y su creencia en la interconexión de las luchas obreras en todo el mundo.
El exilio de Trotsky culminó en México, donde encontró asilo bajo la protección del pintor Diego Rivera y su esposa, la también famosa artista Frida Kahlo. Fue en la Casa Azul de Coyoacán donde Trotsky continuó su lucha, organizando la Cuarta Internacional y escribiendo sobre las crecientes amenazas del fascismo y el estalinismo. Sin embargo, su seguridad fue siempre precaria, y en 1940, un agente soviético llamado Ramón Mercader lo asesinó con un piolet en su propio estudio.
Trotsky, hasta el final, se mantuvo firme en su creencia de que la lucha por la justicia y la igualdad debía continuar sin importar los sacrificios. Sus últimas palabras, escritas en su diario, reflejan su inquebrantable compromiso: “La vida es bella. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente”.
Hoy, a más de ochenta años de su muerte, el legado de Trotsky sigue vivo. Sus ideas continúan inspirando a quienes luchan por un mundo más justo y equitativo. A pesar de los intentos de Stalin por borrar su memoria, Trotsky permanece como un símbolo de resistencia y como un recordatorio de que los ideales de libertad, igualdad y fraternidad nunca deben ser abandonados.
Sin duda, León Trotsky fue más que un revolucionario; fue un visionario que dedicó su vida a la lucha por un mundo mejor, un mundo libre de cadenas. Su historia es un recordatorio de que la lucha por la justicia es larga y ardua, pero también necesaria y profundamente humana.
Estas son algunas de sus frases más relevantes.
“Quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir”.
“Que Stalin alcanzase su posición fue la suprema expresión de la mediocridad del aparato”.
“Sin una organización dirigente la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor”.
“Exponer a los oprimidos la verdad sobre la situación es abrirles el camino de la revolución”.
“La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente” (de su testamento).
“La propiedad del Estado no es la de ‘todo el pueblo’ más que en la medida en que desaparecen los privilegios y las distinciones sociales y en que, en consecuencia, el Estado pierde su razón de ser. Dicho de otra manera: la propiedad del Estado se hace socialista a medida que deja de ser propiedad del Estado” (de La revolución traicionada).
“La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente” (de su testamento).
“La propiedad del Estado no es la de ‘todo el pueblo’ más que en la medida en que desaparecen los privilegios y las distinciones sociales y en que, en consecuencia, el Estado pierde su razón de ser. Dicho de otra manera: la propiedad del Estado se hace socialista a medida que deja de ser propiedad del Estado” (de La revolución traicionada).
“El patriotismo es la principal parte de la ideología mediante la cual la burguesía envenena la conciencia de clase de los oprimidos y paraliza su voluntad revolucionaria”.
“Hasta la guerra, el partido bolchevique perteneció a la socialdemocracia internacional. El 4 de agosto de 1914, el voto de la socialdemocracia alemana en favor de los créditos de guerra puso, de una vez para siempre fin a esta unidad y abrió la era de la lucha incesante e intransigente del bolchevismo contra la socialdemocracia”.