Por Fernando Urbano
Las encuestas que difunde el oficialismo a través de sus canales oficiales están cada vez más lejanas de la realidad, y lo único que tienen de ciertas es el medio que las difunde y el recurso público que le inyecta la 4T para su difusión.
Lo que sí hay que dejar en claro es que las encuestas, las reales, son mediciones de un solo momento, y son muestreos de un segmento poblacional o territorial. No más, no menos.
Las encuestas que muestran una excesiva ventaja a Claudia, se deben al método del cuchareo, entendido de otra forma la manipulación de los datos por parte de las empresas encuestadoras a solicitud del presidente. Ni AMLO tenía esas ventajas en el 2018, y mucho menos se vieron en los resultados finales.
Las encuestas reales y serias, son un ejercicio estadístico bastante complejo, y su ejecución varía con diversos métodos que pueden ir desde las que son cara a cara, llamadas telefónicas, whatsapp, redes sociales o las que se generan a partir de métodos matemáticos para proyectar posibles resultados.
Lo complejo es que el número de respuesta es bajo, porque casi nadie contesta una llamada de un número extraño o mensajes de texto sobre temas electorales. Y en redes sociales es muy probable que las respuestas estén influidas por simpatizantes o haters. Y en todos los casos la probabilidad de que la respuesta que se da no sea honesta es alta.
La duda es simple, si van tan bien, y tienen la elección segura, ¿por qué se empeñan cada minuto de cada día en mostrar números tan excesivamente positivos?. La respuesta es simple, como diría el divo de Juárez, lo que se ve, no se pregunta. La intención del oficialismo es influir en la opinión y la percepción, no en el voto, particularmente en los indecisos.
Morena busca generar la percepción de que su candidata va adelante en las preferencias y que no hay forma de revertir el resultado, ocasionando con eso apatía, y por tanto una baja participación para ganar la elección con pocos votos. Eso ya lo hicieron en la elección del Estado de México de 2023, donde se eligió a Delfina Gómez como gobernadora, que ganó por un margen de 8.4%; pero meses antes mantuvieron viva una campaña de difusión de encuestas “cuchareadas”, que decían que la diferencia entre el primer y segundo lugar era superior al 15%.
Si la gente hubiera salido a votar, al menos con un 5 o 10% de incremento del padrón en la votación los resultados probablemente habrían sido distintos, pero se dejaron llevar por noticias como que los partidos no lograron entusiasmar a la población, el gobernador vendió la elección, la mala imagen del gobernador y cualquier otra circunstancia que tenía como objetivo minimizar la participación ciudadana y convencer a los votantes de que la elección ya estaba ganada.
Otro y no menos importante factor en la elección del EdoMex, fue la descarada intromisión del presidente, operando a favor de su partido y atacando a la oposición.
No debemos dejar que pase lo que en el EdoMex, el gran reto es salir a votar para derrotar al abstencionismo, y darle su justo espacio a las encuestas cuchareadas, que no son más que un método propagandístico del presidente para debilitar a la democracia y distraer a los electores.
En el 2021, los ciudadanos salieron a votar y le ganaron la elección al presidente, ahí fue cuando Morena perdió la mayoría en la cámara de diputados. Morena sabe que tiene la elección pérdida y en sus encuestas lo que realmente podemos leer es su miedo y desesperación.