Por Israel Reyes
Ya que unos cuantos difundieron el descontento hacia los Libros de Texto Gratuitos desparramando a diestra y siniestra fakenews y exageraciones por meros intereses personales, hablemos sobre el principal mal que atacará ahora a la niñez mexicana. El comunismo es un sistema económico, político y social que surgió en el siglo XIX; se basa en la lucha de clases y en la propiedad común de los medios de producción. Además de ser una doctrina y filosofía política que se inspira en este sistema. Esta nació como una crítica al capitalismo y a las desigualdades socioeconómicas que surgen del mercado, debido a la distribución de la riqueza y la propiedad privada. Según los comunistas, todo esto genera una brecha entre las clases sociales, por lo que sugieren la abolición de la propiedad privada de los medios de producción para eliminar la división entre ricos y pobres.
El comunismo, en sus inicios, se inspiró en diversas fuentes teóricas. Sin embargo, cuando Karl Marx y Friedrich Engels, pensadores alemanes, publicaron el Manifiesto del Partido Comunista en 1848, el movimiento adoptó una dirección revolucionaria definitiva. El marxismo entiende la historia como una lucha constante entre clases, que surge de la propiedad privada y la estratificación de la sociedad en términos de relaciones de producción, es decir, entre explotadores y explotados.
Según Marx, la sociedad capitalista se divide en dos grandes clases: el proletariado y clase obrera, que es la mayoría de la población, y la burguesía, que es un pequeño grupo que recibe los beneficios generados por la mano de obra proletaria. El comunismo sostiene que este modelo de producción genera desigualdades, como la plusvalía generada por el trabajador que es apropiada por el empresario, y que estas deben ser eliminadas mediante la revolución obrera. El objetivo del movimiento comunista es tomar el poder y establecer una dictadura del proletariado y la planificación central de la economía, con el fin de abolir las clases sociales, las estructuras de dominación de las élites gubernamentales y la propiedad privada de los medios de producción.
A pesar de que los términos “comunismo” y “socialismo” surgieron a principios del siglo XIX y persiguen objetivos similares, aún se debate sobre sus diferencias. El comunismo generalmente se asocia con la ideología revolucionaria impulsada por Marx, quien usaba ambas palabras indistintamente. Después de la Revolución bolchevique, la palabra “socialismo” comenzó a utilizarse para referirse a la fase de transición histórica entre el capitalismo y la victoria definitiva del comunismo. La difusión mundial posterior del concepto de “comunismo” se debe tanto al éxito de los textos marxistas como al impacto de la Revolución bolchevique de 1917 en Rusia.
Otros líderes revolucionarios, como Vladímir Lenin en Rusia, siguieron las tesis de Marx y las pusieron en práctica. Desde la Revolución rusa, el comunismo se ha asociado con el sistema económico y político de la Unión Soviética, aunque este sufrió grandes cambios desde el leninismo original hasta las reformas de Mijaíl Gorbachov en los años ochenta. Este sistema también se adoptó en la República Popular China y otros países.
En la década de 1920, la socialdemocracia y los movimientos comunistas, liderados por la Unión Soviética, se encontraban en su apogeo. La caída de la URSS en 1991 supuso un duro golpe para el apoyo a las teorías marxistas. Sin embargo, con la crisis financiera de 2007, estas teorías recuperaron cierta relevancia en los ámbitos académico y político. Así, la Gran Recesión se interpretó como un ejemplo de las crisis recurrentes del capitalismo predichas por Marx, quien cuestionó la idea de Adam Smith, padre del liberalismo económico, de que el mercado se autorregula.
Tras la difusión del comunismo a través del modelo soviético, algunos Estados de su órbita, como Afganistán, Rumanía o Yugoslavia, siguieron su ejemplo hasta los años noventa, cuando la mayoría de ellos abandonaron las políticas comunistas para adoptar el capitalismo. En la actualidad, sólo cinco Estados mantienen un régimen de inspiración comunista: la República Popular China, fundada con una vertiente maoísta; Corea del Norte, con su variante, el juche; Laos, Cuba y Vietnam. Sin embargo, sus regímenes políticos y económicos no suelen cumplir con las características básicas del comunismo de Marx, ya que, en general, no han sido capaces de renunciar a las dinámicas capitalistas imperantes a nivel mundial.
Los críticos consideran que la eliminación de las clases sociales es utópica, ya que afirman que la revolución comunista solo genera nuevas dinámicas de explotación. Además, la economía planificada y el fin de la iniciativa empresarial reducirían la productividad y la innovación, contribuyendo al estancamiento económico.