¿A.N.G.E.L o demonio?

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Por Israel Reyes

El exjefe de gobierno de la Ciudad de México y actual (pre-pre) candidato presidencial por el partido MORENA, Marcelo Ebrard, presentó recientemente su ambiciosa propuesta de seguridad en un evento multitudinario. Según él, si es elegido presidente de México, su gobierno logrará transformar el país en el más seguro de la historia.

Ebrard plantea un plan amplio que va desde la implementación de nuevas tecnologías de vigilancia, reorganización de las fuerzas policiales y de seguridad, hasta la creación de nuevos programas sociales y económicos para fomentar la tranquilidad en las calles. Todo esto, según sus declaraciones, será posible sin necesidad de aumentar el presupuesto destinado a seguridad nacional.

Sin embargo, muchos expertos dudan de la viabilidad de esta iniciativa. En primer lugar, la corrupción y la falta de recursos han erosionado la eficacia e imagen de las instituciones de seguridad en México. En segundo lugar, aún persisten graves desafíos en materia de seguridad que abarcan desde la violencia del narcotráfico hasta la delincuencia común. Por tanto, lograr la transformación que propone Ebrard requerirá de, no solo recursos económicos, sino también de una reorganización y una reforma de los cuerpos de seguridad.

Otro punto importante que se debe considerar es la necesidad de una estrategia coherente y dirigida que involucre no solo a las fuerzas de seguridad, sino también a los ciudadanos. Ebrard menciona programas sociales y económicos para fomentar la tranquilidad en las calles, pero no hay una estrategia clara sobre cómo estos programas funcionarán. En general, su propuesta pareciera que se enfoca en abordar las consecuencias de la inseguridad, en lugar de las raíces del problema.

En lugar de prometer soluciones rápidas e impactantes, lo más importante es pensar en políticas a largo plazo y sistemas sólidos que aborden la complejidad del problema de la seguridad en México. Asimismo, se requiere de una voluntad política decidida para combatir la corrupción. Además de lo mencionado anteriormente, es importante destacar la importancia de la colaboración entre organismos de seguridad y la sociedad civil en la implementación de cualquier plan de seguridad. Es vital que la sociedad se sienta incluida y parte de la solución en lugar de ser vista como parte del problema. También es necesario tener en cuenta la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de los recursos destinados a seguridad. La lucha contra la corrupción es un elemento clave para lograr una transformación real y efectiva en el sistema de seguridad nacional.

La propuesta en cuestión parte de la premisa de que las autoridades no saben dónde se encuentran los criminales debido a que están bien camuflados entre la sociedad, lo cual es falso según cualquier persona que radique en este país. En cuanto a Marcelo Ebrard, se considera que ha sido el peor candidato de todos y que su precampaña ha dado mucho qué desear. El programa de seguridad “A.N.G.E.L.” consiste en una impostura que aparenta ser una solución, pero que en realidad violan los derechos humanos al utilizar prácticas como el reconocimiento facial y el reconocimiento morfológico, las cuales ya han sido prohibidas en la Unión Europea.

El programa de Ebrard plantea la posibilidad de argumentar que, “te metimos a la cárcel porque una inteligencia artificial dice que caminas como un delincuente”, lo cual es alarmante y nos lleva a imaginar sociedades distópicas que creíamos eran parte de la ficción. La propuesta de llenar las ciudades de cámaras es una medida ilusoria que no es adecuada para combatir la inseguridad. Está pensada para aquellas personas que solo buscan detenciones en caliente en lugar de mejorar la administración de justicia y reducir la impunidad.

La tecnología no nos dará una sociedad mejor como añadidura, seguirá siendo sólo tecnología. Si queremos cambios reales debemos cambiar desde lo colectivo.

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