El Ártico, esa vasta extensión de hielo que ha sido símbolo de la estabilidad climática del planeta, está cambiando a un ritmo alarmante. Según un estudio internacional publicado en la revista Nature Communications en diciembre de 2024, el primer verano sin hielo marino en el Ártico podría ocurrir tan pronto como en 2027. Este evento, que hasta hace poco parecía una posibilidad lejana, ahora se perfila como una amenaza inminente.
El término «sin hielo» se refiere a una situación en la que la extensión del hielo marino en el Ártico cae por debajo de un millón de kilómetros cuadrados, lo que dejaría aproximadamente al 93% del océano Ártico libre de hielo. Este umbral es significativo porque marca el punto en el que el ecosistema ártico comienza a sufrir alteraciones profundas.
El principal motor de este deshielo es el cambio climático, impulsado por las emisiones de gases de efecto invernadero. Desde 1979, el Ártico ha perdido aproximadamente 80,000 km² de hielo por año. Además, fenómenos meteorológicos extremos, como otoños inusualmente cálidos seguidos de inviernos y primaveras cálidas, están debilitando el hielo marino y dificultando su regeneración. Estos episodios pueden derretir hasta dos millones de kilómetros cuadrados de hielo en un corto período de tiempo.
La pérdida del hielo marino tiene consecuencias devastadoras. Sin el hielo, el océano Ártico pierde su capacidad de reflejar la radiación solar, lo que acelera el calentamiento global al absorber más calor. Este fenómeno, conocido como «amplificación ártica», contribuye al cambio climático en latitudes medias y bajas. Además, altera los patrones de viento y las corrientes oceánicas, lo que puede provocar fenómenos meteorológicos extremos en otras partes del mundo.
Ecosistemas enteros están en peligro. Especies como el oso polar, que dependen del hielo para cazar y desplazarse, enfrentan la extinción. Las comunidades indígenas que han habitado el Ártico durante siglos también ven amenazada su forma de vida.
Aunque la situación es grave, no todo está perdido. Los investigadores señalan que una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero podría retrasar la desaparición del hielo marino y reducir el tiempo en que el océano permanecería sin hielo. «Cualquier reducción de las emisiones ayudaría a preservar el hielo marino», afirma la climatóloga Alexandra Jahn.
El posible primer verano sin hielo marino en el Ártico en 2027 es una llamada de atención. No solo para los países que rodean el Ártico, sino para todo el planeta. El cambio climático es una realidad que ya no podemos ignorar. Es imperativo tomar medidas urgentes para mitigar sus efectos y preservar uno de los ecosistemas más vitales de la Tierra.