Todo está en William Shakespeare sabiéndolo leer… apliquémoslo hoy al mundo actual y real. Usted es un hombre de empresa o político; exitoso, rico, poderoso, pero tiene el deber inaplazable de salir justo hoy en viaje urgente de negocios al otro lado del mundo. O al menos, aquí cerca, a la ciudad de México. Si acaso usted lee esto en mi Saltillo, acaso usted va a los Estados Unidos. Siempre.
En fin, usted tiene el deber obligado de salir inmediatamente. Va con su pareja, le avisa de ello. Ella le suelta el siguiente discurso: “Entonces asegurabas que no te marcharías nunca. En mis labios y mis ojos estaba la eternidad, y la felicidad en el arco de mis cejas; mis menores partículas tenían un sabor celeste, según tú. Pues en nada he cambiado. El mejor guerrero del mundo (aquí ponga, escriba usted su puesto y su nombre: empresario, arquitecto, ingeniero, licenciado; categoría política) ha resultado el mayor impostor.”
Caray, así las cosas, con su amante, su esposa, su pareja señor lector. ¿Usted, qué haría? Máxime sabiendo el atractivo y belleza de su pareja la cual le enderezó el anterior discurso. Preguntémosle a William Shakespeare algunas cosas sobre política, eso llamado pueblo, democracia, monarquía, reyes, princesas y la locura llamada amor… Dice el gran WS: “El pueblo se parece a un alga vagabunda llevada por las olas; va y viene a merced de las mareas y acaba por pudrirse a fuerza de cambiar de sitio…”
Lo siguiente es lección de vida, como todo lo antes deletreado, aunque aterrador: “Ve a decir a Agripa que ponga a los desertores del campamento enemigo a la vanguardia, a fin de que Antonio desahogue su cólera en sí mismo…” Lo anterior es apenas una mínima estampa de palabras, consejos de la vasta obra de WS. Esto es apenas de un sólo libro, “Antonio y Cleopatra.” ¿Qué pasa señor lector, cuándo usted ama a una mujer, la única sobre la tierra a la cual usted dice idolatra hasta la muerte? Lea lo siguiente cuando el gran Antonio le reclama a la no tan bella Cleopatra (tenía bocio y los dientes picados, de eso ya no hay duda): “¿A dónde me has llevado egipcia? ¿Ves cómo trato de ocultar mi vergüenza a tus ojos, mirando detrás de mí el aniquilamiento de mi honor”?
Al fragmentar al gran William Shakespeare (y a otros genios de su estirpe en sus frases célebres), vemos un árbol de alta maravilla, pero no nos adentramos para perdernos en la espesura del bosque completo (toda su obra: dramática y poética). Hoy es el triste caso al estarle su servidor pendiéndole en bandeja de plata algunas citas en vaso de oro, pero no la bandeja completa.
En corto:
#“No es al morir los mendigos cuando se ve aparecer los cometas; pero los cielos mismos se inflaman para anunciar la muerte de los príncipes.” ¿Todos somos iguales señor lector? Absolutamente no. Shakespeare lo confirma en su poderosa prosa: los reyes, príncipes, políticos, intelectuales, empresarios y hoy, los narcotraficantes, a su muerte, hacen aparecer cometas en el cielo. No los pobres ni mendigos. Vea usted la cantidad de bellacos motonetos muertos… y nadie dice nada.
# “(estamos) Circundados por muchos enemigos, y me temo que algunos de los que nos sonríen, tienen en su corazón abismos de maldad.” Creo que ya lo sabe o lo intuye, este es el caso de la Presidenta Claudia Sheinbaum y la corte de claques los cuales siguen aplaudiendo a… Andrés Manuel López Obrador. No a ella. Aunque le sonrían todo el tiempo.
#Leamos al gran William Shakespeare en un aforismo lapidario: “El abuso de la grandeza existe cuando esta separa del poder el remordimiento.” ¿Le suena? ¿A qué político de hoy se lo aplicaría? El aforismo es del siglo XVI. Fin por hoy.





