Matar o morir. Es la divisa en Saltillo y la región, cuatro de siete días de la semana: matar o morir. Antes este fenómeno urbano se reducía a un solo día de la semana: los sábados y madrugada de los domingos. Hoy inicia el vendaval y violencia urbana los jueves, continúa los viernes y se recrudece hasta los días domingo.
Son hordas de pandilleros agrupados en sus respectivas pandillas y cotos de caza los cuales no pocas veces alcoholizados y/drogados, se pelean a muerte con pandillas rivales o de plano, con los vecinos y familiares. Fiestas de fin de semana de cuatro días las cuales terminan en riñas callejeras donde fluye la sangre y no pocas veces, terminan en asesinato. En su mayoría (un 90% de los involucrados) son menores de edad. ¿Y sus familias? Pues los defienden de las autoridades policiacas cuando estas llegan a poner orden y paz en las reyertas urbanas.
¿Son familias disfuncionales? No siempre. De hecho, los padres fomentan este tipo de goces de sus hijos y los toleran. Habría qué preguntarse y hacer una investigación al respecto (La Universidad Autónoma de Coahuila y sus múltiples escuelas y facultades bajo la pálida mano del infante Octavio Pimentel, su Rector deberían estar involucrados en este terrible fenómeno, pero nada, son los más ausentes y divorciados de la sociedad) de largo aliento en sus múltiples factores, aristas y ángulos.
Dicen unos versos feroces del poeta José Emilio Pacheco, el cual los aplica a analizar poéticamente la creación y pintura de “El Bosco”, pero por esta vez los aplicamos a nuestro motivo de estudio, la ira, salvajismo y la psicopatía la cual ya habita a estos ¿menores de edad? Dicen los versos de Pacheco:
“El goce brutal
De quienes piden más y más sangre…”
Las grescas campales o particulares de fin de semana en la región sureste de Coahuila son videofilmadas por los involucrados y sus familias, son transmitidas en “tiempo real” y afloran todo tipo de armas mortales: bates de beisbol, puñales, martillos, botellas quebradas en su pico, manoplas…Las páginas rojas de los diarios y cotidianos, están plagadas de información de este tipo la cual no para y sí se incrementa con la llegada de hermanos foráneos los cuales tienen otra cultura, otra idiosincrasia y resuelven sus diferencias de otras maneras: la violencia, por ejemplo.
En su momento, hace lustros, documenté la friolera de poco más de 400 pandillas. Hoy imagino esta cifra es apenas un gajo del monstruo en que se han convertido esta plaga urbana. Al igual que los bellacos motonetos…
En corto:
#¿Cómo juzgar a los jóvenes delincuentes, como menores de edad o adultos. ¿Cómo aplicarles la Ley? Si uno de estos digamos, menores edad, mata a otro (en Saltillo hay varios casos, los glosaré en la próxima entrega) (¿se le debe juzgar como infante o como mayor de edad, si se le juzga como infante, se cree entonces en su posible reintegración en la sociedad? ¿Y la muerte?
#No sólo hay lagunas jurídicas en México, sino en todo el mundo: en Alemania, dos niños menores de 14 años (2023) mataron a una compañera de clase. Pero, han sido juzgados bajo el palio de un sistema de justicia juvenil y no como adultos. ¿La muerte tiene entonces grados de legalidad o ilegalidad, aunque ésta sea única y brutal? tema severo y apasionante. Vamos iniciando.
En Argentina los menores infractores no pueden ser juzgados cuando son menores de 16 años, por aquello de que no tienen la madurez suficiente para saber del tamaño de sus acciones y consecuencias. ¿Usted piensa lo mismo? Es aquello de la inimputabilidad del deleito debido a su supuesta inmadurez. Cosa por ejemplo aquí aprovechada en México, para que miles de jóvenes colaboran ya con criminales en el trasiego de droga e incluso, como sicarios…
