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Opinión, Plumas

Alcoholismo y vida

Jesús R. Cedillo
Jesús R. Cedillo
octubre 6, 2025

Mmh. No sé si decirlo, pero lo soy: tal vez soy alcohólico, controlado. ¿Controlado? No hay un alcohólico controlado. No hay medias tintas ni paños tibios: sé es o no sé es. ¿Soy briago? Sí. ¿Pago mis cuentas? Siempre. A veces en abonos, pero siempre. ¿Soy un borracho? Sí. ¿Soy un alcohólico? Mmh. No lo sé. ¿Soy un borracho desobligado? Aún no llego a eso y espero no llegar jamás a ello. 

En resumen y de corridito: ¿Soy un alcohólico? Para este especial texto lo elijo: si lo soy. No es un orgullo, es una calamidad. A cualquier edad es una enfermedad y calamidad, pero a mi edad es un agravante más. ¿Es una enfermedad, un vicio pernicioso, es debilidad de carácter; qué jodidos es el maldito alcoholismo? 

Este texto lo voy a tejer con retazos de mi vida por los últimos acontecimientos en la ciudad. En honor la verdad y en zona de descargo, mi vida siempre ha sido pública, la he hecho pública siempre y usted lo sabe si me ha leído con el paso de los años. Pero hoy lo preocupante es lo siguiente: la muerte por alcohol se nutre y ceba en la vida calamitosa de nuestros jóvenes. Parvadas, puños de muertes atroces de jóvenes y no tanto, los cuales mueren a montones por algo sencillo y complicado: la ingesta de alcohol hasta morir. 

Tengo una constante en mi vida, mis autores favoritos son por lo general alcohólicos, su genio está emparentado con la locura, son excéntricos y no pocas veces son exiliados de sí mismos. Varios al azar: Charles Baudelaire (murió en la locura y atado al potro de las adicciones), Francis S. Fiztgerald murió por tanto alcohol en las venas, Ernest Hemingway se suicidó, pero antes lo bebió todo. Los escritores y poetas habitamos “Las garras del amor, los venenos del antro…” Charles Baudelaire. Grave y delicado el problema de salud público llamado alcoholismo. 

El año pasado, 2024, se cumplieron 215 años de nacimiento o bien, 175 de la muerte del gran Edgar Allan Poe (1809-1849). Debo de tener el 90% de la obra escrita por Allan Poe. El problema y como siempre, es uno: no la encuentro al momento de redactar esta nota. Lo estoy releyendo para un buen ensayo sobre su vida y obra. Pero, estoy releyendo recopilaciones, antologías de sus textos. 

En estos días debo de encontrar por ejemplo, sus cuentos completos editados por Aguilar. En una de sus piezas perfectas y uno de sus textos más celebrados por todo mundo y en el mundo entero, en las palabras de Edgar Allan Poe escritas en “El gato negro”, reconocemos su poderío al haber dejado tatuado lo siguiente a fuego lento. Lea usted: “¿Qué enfermedad se puede comparar con el alcohol?”. 

En corto:

#Ninguna enfermedad se compara al alcoholismo.  El pasado miércoles 24 de septiembre, una joven madre de familia (Mónica Briseida “N”) murió decapitada por el impacto brutal del auto que manejaba, contra un negocio de comida en un bulevar urbano. Fue tan espeluznante aquello, que su cabeza no era encontrada, casi desintegrada. Sobra decirlo, iba alcoholizada, según los dictámenes periciales. 

#El confinamiento por el Covid-19 alentó patrones de alto consumo de alcohol. El encierro hizo más alcohólicos a los mexicanos (Sigo los datos del Instituto Nacional de Salud Pública 2022). En las mujeres adultas aumentó el consumo de 33.5% a 42.5%. Entre jóvenes (menores de edad, para los cuales y en teoría, está prohibido su venta y consumo) aumentó la ingesta de alcohol 13.9%. 

#Lo anterior provoca o está relacionado con poco más de 200 enfermedades: cáncer, afectaciones intestinales; diabetes, epilepsia, cirrosis… amén de conductas sociales como la ira, vandalismo, criminalidad, violencia familiar, prostitución, accidentes de tránsito que son muertes seguras. “¿Qué enfermedad se puede comparar con el alcohol?”. Los poetas siempre tienen la razón, Edgar Allan Poe lo dejó por escrito en el siglo XIX

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