México está en medio de una tormenta perfecta: cada vez más gente necesita un techo, pero menos pueden pagarlo. Las cifras oficiales no mienten: según el CONEVAL, más del 60% de los mexicanos no puede adquirir una vivienda digna, mientras que el déficit habitacional ronda los 9 millones de casas. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Hay salidas reales? Vamos al fondo del asunto.
1. Los precios se dispararon (y los salarios no)
En la última década, el costo de las viviendas se ha incrementado hasta un 200% en zonas urbanas como CDMX, Monterrey o Guadalajara. Mientras, el salario promedio apenas sube un 2% anual. Según INEGI, una casa de interés social (de unos 42 m²) cuesta alrededor de 600,000 pesos, pero el ingreso promedio mensual no llega a 7,000 pesos. Simple matemática: se necesitan más de 7 años de sueldo completo para comprar un departamento pequeño.
2. La especulación inmobiliaria se come el suelo
Grandes desarrolladores compran terrenos baratos en las periferias, los urbanizan sin servicios básicos y luego los venden como «oportunidades». ¿El resultado? Ciudades fantasmas como Ciudad Maderas (Querétaro) o Huehuetoca (Edomex), donde hay casas vacías, pero sin agua, transporte o escuelas. Mientras, en zonas céntricas, los precios se inflan por la demanda de extranjeros y clases altas.
3. Créditos hipotecarios… pero inalcanzables
INFONAVIT y FOVISSSTE dan financiamiento, pero con tasas de interés que pueden llegar al 12% anual. Peor aún: 4 de cada 10 créditos son para viviendas usadas, no para construcción nueva. Y aunque hay subsidios como «Este es tu Casa», la burocracia y los requisitos excluyen a informales (que son el 56% de los trabajadores, según el IMSS).
4. La gentrificación expulsa a locales
CDMX, Tulum, Playa del Carmen y ahora Mérida ven cómo el turismo y los expats elevan rentas hasta un 300%. En la Roma o Condesa, un departamento que rentaban 8,000 pesos ahora cuesta 25,000 pesos. Los locales se van a municipios lejanos, aumentando la pobreza urbana. No hay regulación efectiva contra esto.
5. Autoconstrucción: la opción peligrosa
Ante la imposibilidad de comprar, millones edifican poco a poco en terrenos irregulares. ¿El problema? El 40% de las viviendas en México son autoconstruidas, muchas sin permisos ni estándares de seguridad. Esto explica por qué en sismos como el del 2017 colapsaron tantos edificios.
¿Qué hacer? 1. Impuestos a casas vacías: Ciudades como Vancouver gravan propiedades desocupadas para bajar la especulación. 2. Créditos blandos y subsidios focalizados: Que lleguen a quien realmente los necesita, no a fantasmas. 3. Regulación de rentas: Como en Berlín, donde se congela el aumento de alquileres en zonas calientes. 4. Mejor planeación urbana: Obligar a desarrolladores a incluir infraestructura básica. 5. Apoyo real a la autoconstrucción: Asesoría técnica y microcréditos para evitar tragedias.
Esta crisis no se resolverá con discursos. Se necesita voluntad política, regulación inteligente y participación ciudadana. Si no, seguiremos viendo familias enteras hacinadas en cuartos de azotea, mientras las casas de lujo esperan compradores que nunca llegan. El derecho a la vivienda está en la Constitución, pero no en la realidad.