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Opinión

10 años de la muerte de Gùnter Grass

Jesús R. Cedillo
Jesús R. Cedillo
abril 7, 2025

La manera de hacer una revolución siempre será con el poder de la palabra. Sí, se puede militar y tomar un fusil al hombre y estar en la trinchera –en las trincheras y cuando el fuego zumba en las orejas, no hay ateos. Todo mundo cree en ese inasible llamado Dios– combatiendo al fiero enemigo de la libertad, pero definitivamente el poder de la palabra y especialmente, el poder de la palabra escrita forma y moldea a los humanos, por siempre.

Es el caso de muchos escritores, decenas de ellos sobre la tierra, pero en este especial caso es el del polaco-alemán, Gùnter Grass (1927-2015). Ganó varios premios, pero llegó a sus manos el mejor, el máximo galardón: el Nobel de la Literatura en 1999.

Una de sus principales obras es sin duda “El tambor de hojalata”, una novela de proporciones centáureas de cerca de 600 páginas. Y esta novela cuenta precisamente de la resistencia ante los crímenes de la Alemania nazi pro parte de un personaje funambulesco, sí, emparentado con los personajes de Franz Kafka, es un niño el cual dejó de crecer voluntariamente a los cuatro años. Está Preso o internado (es lo mismo) en un Hospital mental donde su guardián lo vigila celosamente. Pero tiene como compañero inseparable, un tambor de hojalata desde siempre (los colecciona cuando ya dejan de servirle y manda comprar otro inmediatamente).

El niño el cual no ha crecido desde la edad de cuatro años, escribe su autobiografía de dos formas a saber: tocando su tambor de hojalata y escribiendo sus andanzas, vida y crónica en 500 folios los cuales su vigía/enfermero le suministra en su cárcel-castillo de pureza auditiva. Si en “El Castillo” de Kafka, nadie sabe ni puede entrar (laberinto burocrático), de este Hospital mental, Oskar Matzerath no puede salir. Jamás.

A través de la narración, Gùnter Grass explora la identidad alemana de la posguerra. Historia vital no sólo de Polonia o Alemana, sino de una Europa devastada. De hecho, el autor vivió años como lija en media parte de Europa en condiciones difíciles y precarias. Claro, en Francia. Su llamada trilogía de Danzing (ciudad nació), le valió la concesión del Premio Nobel de Literatura. La trilogía es la siguiente y se puede conseguir en librerìas de la ciudad de México: “El tambor de hojalata”, El gato y el ratón” y “Años de perro.” Desde los títulos entonces, imaginamos esa prosa la cual muerde, denuncia y nos obliga a jamás dejar en el olvido los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Historia la cual se repite hoy grotescamente en México con el caso de Teuchitlán, Jalisco. 

En corto:

#“El tambor de hojalata” se considera una obra maestra de la literatura universal. En 1979 se filmó una película con la trama de la novela. Fue dirigida por Schlondorff. Esta cinta de tan buen nivel de actuación y trama, le valió ser ganadora del premio Oscar a la Mejor Película Extranjera.

#Conocedor de la cultura y religión cristiana y católica, Grass teje magistralmente las ideas de dichas religiones, en la voz de los protagonistas de “El tambor de hojalata.” Crítico feroz, varias ocasiones este conocimiento milimétrico lo traslada a una ironía fina y despiadada.

#En un libro de reflexión punzante, “Ensayos sobre literatura”, escribe: “El pasado no puede dejar de estar presente para nosotros. Seguimos preguntándonos cómo fue posible que se llegara a eso.” Sí, no olvidar las carnicerías de la Alemania nazi. Pero aquí en México falta esa conciencia y ese tamaño de un humano, al menos uno, el cual sea una voz de alarma clamando en el desierto. 

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