El ejército mexicano disparó contra una camioneta en la que viajaban migrantes en el estado de Chiapas, provocando la muerte de seis personas y dejando a otras diez heridas. Las autoridades militares informaron que los oficiales confundieron el vehículo con uno utilizado por grupos delictivos en la región, lo que llevó a que dos soldados abrieran fuego. Los migrantes, originarios de Nepal, India, Egipto, Arabia Saudita, Pakistán y Cuba, viajaban en una zona donde la violencia criminal y los flujos migratorios son frecuentes.
El incidente, ocurrido el martes por la noche, subraya el creciente poder de las fuerzas armadas mexicanas, que operan con poca supervisión. Este tiroteo se produjo horas después de que la presidenta Claudia Sheinbaum asumiera el cargo, prometiendo más seguridad y respeto a los derechos humanos, pero enfrentando críticas por el aumento de la militarización iniciado por su predecesor, Andrés Manuel López Obrador.
La Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) indicó que los soldados involucrados en el tiroteo fueron suspendidos y que se llevará a cabo una investigación conjunta con la Fiscalía General de la República. Sin embargo, grupos defensores de los derechos humanos denuncian que la falta de transparencia en las investigaciones militares impide conocer la verdad sobre este tipo de incidentes.
Este episodio se suma a una serie de abusos cometidos por las fuerzas armadas, que han sido señaladas por múltiples ejecuciones extrajudiciales en los últimos años. La militarización en México sigue siendo un tema controvertido, especialmente en el contexto de la crisis migratoria, donde los migrantes enfrentan riesgos cada vez mayores debido a la violencia y las políticas restrictivas.