María Elena Ríos, la saxofonista víctima del ataque con ácido, ha manifestado su creciente temor de que su agresor, Juan Antonio Vera Carrizal, pueda eludir la justicia. La situación ha generado suspicacias debido a las recientes irregularidades en el proceso judicial relacionado con su atención médica y excarcelación. Vera Carrizal, un exdiputado y empresario gasolinero, fue liberado de prisión a finales de 2024 debido a supuestos problemas de salud. Sin embargo, la defensa de Ríos ha denunciado que las condiciones de su tratamiento y la falta de seguimiento adecuado por parte de las autoridades judiciales han dado lugar a serias preocupaciones sobre la autenticidad de su estado de salud y las posibles maniobras para evitar su condena.
Durante una conferencia de prensa desde el Zócalo de la Ciudad de México, María Elena Ríos y su abogada, Cinthya Almazán, señalaron que el proceso médico de Vera Carrizal había estado marcado por inconsistencias. La excarcelación se basó en informes médicos que indicaban la necesidad de un tratamiento en una clínica privada en Oaxaca. Sin embargo, la abogada de Ríos expresó su preocupación de que este procedimiento estuviera siendo utilizado como una fachada para declarar muerto al agresor y sustraerlo de la responsabilidad penal que enfrenta por intentar feminicidar a la saxofonista.
La defensa de Ríos reveló que las irregularidades comenzaron cuando Vera Carrizal, quien estaba recluido en el Centro Penitenciario de Tanivet, fue excarcelado a principios de diciembre de 2024 debido a un diagnóstico médico que indicaba la necesidad de un tratamiento especializado. A pesar de las preocupaciones de la saxofonista y su defensa sobre la legalidad de esta decisión, el proceso continuó, y se pidió que un perito médico de la fiscalía verificara la veracidad de los informes. Sin embargo, a pesar de las peticiones, se les impidió acceder al expediente médico de Vera Carrizal.
Uno de los puntos clave que genera desconfianza es que, a lo largo del tratamiento del imputado, se han incluido diagnósticos médicos contradictorios, como afecciones cardíacas y problemas del tracto inferior del intestino grueso. La defensa señala que no hay justificación para tales diagnósticos, ya que en los informes iniciales no se había mencionado ninguna complicación cardiaca. La saxofonista y su abogada sospechan que este nuevo diagnóstico podría ser parte de una estrategia para alargar su estancia en la clínica y evadir la justicia.
Además, la falta de vigilancia en el centro privado donde Vera Carrizal está recibiendo atención médica genera aún más dudas. A pesar de que se ha ordenado que se mantenga bajo vigilancia, María Elena Ríos documentó en varias ocasiones que no había personal de seguridad suficiente en el lugar. La situación se agravó cuando se mencionó que Vera Carrizal había sido sometido a una cirugía por problemas colorrectales, pero no se han presentado pruebas que demuestren que la operación realmente se haya realizado.
La saxofonista, visiblemente afectada por la situación, expresó su frustración y cansancio tras más de cinco años de lucha judicial, destacando el impacto emocional y físico que el caso ha tenido en su vida. «Estoy cansada, me siento muy desgastada. No solo tengo un desgaste físico, sino que las pruebas del crimen están en mi cuerpo y me la recuerdo todos los días cuando me veo en el espejo», comentó. A pesar de ello, María Elena subrayó la importancia de no rendirse y continuar luchando, no solo por ella, sino por todas las víctimas de violencia de género.
Con la preocupación de que Vera Carrizal pueda evadir la justicia, la defensa ha solicitado una serie de medidas para garantizar que el imputado enfrente su responsabilidad. Estas incluyen el traslado de Vera Carrizal a una clínica pública, el apoyo de la Guardia Nacional para vigilar su ubicación y la intervención de la Secretaría de las Mujeres para brindar asesoría legal en el proceso. Además, se ha solicitado que un médico de una institución pública federal verifique el estado de salud del exdiputado.
El caso de María Elena Ríos no solo ha puesto de manifiesto las fallas en el sistema judicial, sino que también refleja la desesperación y la resistencia de las víctimas que luchan por obtener justicia. La saxofonista ha recibido el apoyo de mujeres de todo el país que, como ella, han sido víctimas de violencia, pero también ha tenido que enfrentar amenazas de muerte por parte de la familia de su agresor. A pesar de todo, Ríos sigue comprometida con su causa y con el mensaje de que la impunidad no puede prevalecer.
La sociedad espera que las autoridades respondan de manera firme y que Vera Carrizal enfrente las consecuencias de su violencia. Mientras tanto, la lucha de María Elena Ríos sigue siendo un símbolo de resistencia y valentía para todas las víctimas de feminicidio y violencia de género.