Por: Rubén Duarte García.
Mónica, platícanos un poco sobre tu trabajo. Eres terapeuta masajista. ¿Cómo te nació esta inquietud de llegar a este camino de sanación?
Bueno, como muchas personas, antes de ser terapeuta masajista no me había dado nunca un masaje en mi vida. Para mí los masajes eran algo que solo pasaba cuando uno estaba de vacaciones. Pero hace unos años, a los 35, estaba atravesando una situación difícil en mi vida y una amiga me recomendó que me diera un masaje, yo, honestamente, no estaba convencida, pensaba: “No tengo dinero, estoy muy ocupada”, pero ella insistió tanto que finalmente acepté. Fue con Rolando, quien después se convirtió en mi maestro. Esa primera experiencia fue increíble. Me sentí tan bien no solo a nivel físico, sino también emocional y espiritual. Sentí una sanación tan completa que dije: “¡Esto es lo que quiero hacer en la vida!” Desde ese momento, empecé a estudiar y me formé como terapeuta de masaje.
¿Cómo iniciaste tu formación?
Mi camino comenzó en 2006, cuando tomé mi primer curso de Reiki. Empecé a dar Reiki en Avemed, un centro donde trabajaba en ese entonces, y cuando se mudaron a un edificio más grande, también continué formándome. Al poco tiempo, empecé a dar masajes y la gente me pedía más. Ahí fue cuando me di cuenta de que realmente quería dedicarme a esto. Ya han pasado casi 18 años desde que inicié en este camino.
A lo largo de estos años, ¿cómo identificas las necesidades de tus clientes? ¿Cómo logras un enfoque personalizado para cada uno?
Siempre les pregunto a mis clientes qué es lo que les está molestando, en qué puedo ayudarles. Algunos vienen con problemas muy específicos, como dolor en la espalda, en el cuello o en los músculos, mientras que otros solo sienten una tensión general. Lo que más me encuentro son problemas en la espalda baja, media y alta, principalmente debido a las malas posturas, el estrés y el uso excesivo del celular.
¿Hay alguna forma especial en la que tú abordas el contacto con las personas durante un masaje? ¿Cómo logras transmitirles calma y sanación?
Para mí, el toque es clave. Trato de dar el masaje con la misma dedicación y cuidado que tendría una madre al acariciar a su bebé. A veces, los adultos no hemos recibido ese toque sanador durante mucho tiempo, y eso puede tener un gran impacto.
El masaje, como tú lo ves, no solo es un tema físico. ¿Cómo manejas las energías de las personas que llegan a ti? ¿Te afecta el estrés o las malas vibras de los demás?
Es cierto, todos somos energía, y las personas que llegan a mi consulta también lo son. En ocasiones, es evidente que algunas personas traen consigo estrés o malas energías. Para evitar que esto me afecte, siempre me concentro en hacer mi trabajo con la mayor intención de amor y neutralidad posible. Una de las cosas que hago es pensar en mis raíces, me imagino que tengo raíces profundas que me conectan con la tierra, y eso me ayuda a mantenerme centrada. También hago técnicas de limpieza energética para soltar lo que no me pertenece y seguir transmitiendo lo positivo.
¿Recuerdas tu primer masaje? ¿Cómo fue la experiencia de darlo por primera vez?
¡Claro que sí! Mi primer masaje fue en Avemed, después de haber tomado un curso con un maestro argentino que daba talleres ahí. Al principio estaba muy nerviosa, porque temía olvidar la secuencia o no hacerlo bien, me preparé mucho para esa sesión, pero, al llegar, una compañera me señaló que había puesto mi blusa al revés, lo cual fue un detalle gracioso que me ayudó a relajarme un poco.
Mónica, en tu trabajo como terapeuta masajista, ¿hay situaciones en las que sientas que no puedes o no debes dar un masaje a alguien?
Sí, definitivamente. A veces, siento que no estoy en el estado adecuado para dar un masaje, ya sea por una sensación personal o porque la energía entre el cliente y yo no fluye bien. Lo más importante en un masaje es que ambas partes, tanto el que recibe como el que da, estén en un estado de bienestar y armonía. Si en algún momento me siento incómoda o tengo alguna intuición que me dice que no debo hacerlo, prefiero ser honesta y decir que no. Recuerdo una ocasión en la que un cliente me dio una sensación de acoso, aunque fuera sutil. En ese caso, preferí cancelar la sesión, creo que es válido y justo para ambas partes.
Hablando de la armonización en tu trabajo, ¿qué productos usas para tus masajes y cómo creas el ambiente adecuado para las personas?
Para crear un ambiente relajante, utilizo aceites esenciales que yo misma preparo. con mezclas específicas para ayudar a calmar, reducir el estrés, o promover el sueño. En cuanto al aceite base que uso para los masajes, siempre es aceite de coco de alta calidad, el que es apto para consumo, porque es excelente para la piel. El aceite de coco tiene propiedades que ayudan a hidratar y suavizar la piel, y al ser natural, tanto la persona como yo nos beneficiamos de él.
¿Cuáles son los problemas más comunes que la gente trae a tus sesiones? ¿Es el estrés lo que más buscan aliviar?
El estrés es definitivamente uno de los motivos más comunes por los que la gente me busca, estrés laboral, escolar o familiar, afecta mucho la calidad de vida de las personas. He tenido casos de jóvenes, incluso adolescentes, que vienen porque sus madres los traen debido al estrés de la escuela. Este estrés muchas veces deriva en problemas de sueño, como insomnio o mal dormir, lo cual también intento tratar en mis sesiones.
¿cómo te mantienes actualizada en cuanto a nuevas técnicas o terapias? ¿Has tomado cursos o te has especializado más en algún tipo de masaje?
¡Soy completamente adicta a los cursos! Me encanta seguir aprendiendo y especializándome en nuevas técnicas. Tomo cursos en línea, asisto a talleres y viajo, incluso a Monterrey, para estudiar nuevas terapias. Uno de los diplomados que tomé fue en biodescodificación, aunque no la aplico directamente como terapia, me ayuda mucho a entender mejor a mis clientes y cómo acompañarlos en su proceso de sanación. También estoy tomando un curso de sanación cuántica, que me tiene fascinada, porque me abre la mente a nuevas formas de sanar.
Además de los masajes relajantes, ¿qué otros tipos de masajes o tratamientos ofreces a tus clientes?
Ofrezco una variedad de masajes, dependiendo de lo que necesite cada persona. El masaje más solicitado es el relajante, ideal para aliviar el estrés. Pero también realizo masajes descontracturantes, para quienes tienen tensiones musculares más fuertes o dolores específicos. Para esos casos, suelo usar ventosas, que ayudan a liberar la tensión muscular, y piedras calientes para relajar los músculos. Otro masaje que me piden mucho es el drenaje linfático, que ayuda a mejorar la circulación y eliminar toxinas. Además, trabajo con técnicas como el masaje prenatal para embarazadas, masajes faciales japoneses para activar la circulación y reflexología podal, que es excelente para la salud en general porque trabaja sobre los puntos reflejos de los órganos en los pies. También me gusta ofrecer tratamientos especiales como la chocolaterapia y la cultura de arcilla, que no solo son beneficiosos para la piel, sino que también tienen un componente emocional y relajante.
Mónica, ¿a partir de qué edad recomiendas que una persona se pueda beneficiar de un masaje? ¿Y hasta qué edad es recomendable?
Los masajes son beneficiosos para todas las edades. De hecho, la persona más joven que he tratado con masajes tenía alrededor de 8 años, en ese caso, les doy un masaje de media hora porque son niños pequeños, también existen masajes especialmente diseñados para bebés, que ayudan a relajarlos y fortalecer su sistema. En cuanto a la persona de mayor edad a la que he dado un masaje, fue una señora llamada Lupina, que tenía 97 años.
Entonces, ¿el masaje no solo tiene un beneficio físico, sino también emocional?
Exacto. El cuerpo y la mente están tan conectados que muchas veces las tensiones emocionales o las experiencias no procesadas se quedan almacenadas en el cuerpo. Por ejemplo, cuando alguien está muy estresado o ha pasado por una experiencia emocionalmente difícil, esa energía se puede “congelar” en el cuerpo. A través del masaje, no solo se liberan las tensiones físicas, sino que también pueden aflorar emociones que estaban allí de forma latente. Aunque no sea la intención de la persona recibir una “liberación emocional”, es algo que puede ocurrir naturalmente.
Para las personas que se interesan en tus terapias, ¿cómo pueden ponerse en contacto contigo y saber más sobre tus horarios o disponibilidad?
Pueden contactarme a través de WhatsApp, que es la forma más rápida y directa. Mi número es 844-189-2178, y ahí podemos ponernos de acuerdo sobre horarios disponibles y detalles. También estoy en Facebook como Mónica Almanza y en Instagram como Mónica.Almanza1.
Muchas gracias, Mónica, por compartir tu experiencia y conocimientos con nosotros.
¡Gracias a ti Rubén! Ha sido un placer poder platicar sobre lo que me apasiona, y ojalá más personas se den el tiempo para cuidar de su bienestar. ¡Espero verlos pronto!