La Guardia Civil investiga la muerte de cinco inmigrantes cuyos cuerpos han sido hallados maniatados en aguas cercanas a la isla de Formentera desde el pasado 18 de mayo. El primer aviso fue emitido por una embarcación belga que divisó un cuerpo flotando con chaleco salvavidas, atado de pies y manos. Desde entonces, otros cuatro cadáveres han sido encontrados en condiciones similares.
Las autoridades manejan la hipótesis de que las víctimas podrían haber sido retenidas y arrojadas al mar durante una posible travesía desde el norte de África, en una ruta que conectaría Argelia con las Islas Baleares.
La presidenta del archipiélago, Marga Prohens, calificó el hallazgo como una advertencia sobre la consolidación de rutas migratorias irregulares y urgió a reforzar el control fronterizo.
El caso pone nuevamente en foco la vulnerabilidad de los migrantes durante su trayecto a Europa, en especial ante los datos alarmantes de explotación revelados por Unicef y la OIM, que señalan que un 73% de los adolescentes migrantes en el Mediterráneo central son víctimas de algún tipo de abuso.
