Vladimir Putin y Kim Jong-un tienen mucho en común. Ninguno de los dos sale mucho. El líder del Kremlin no ha abandonado Rusia este año. En el caso de Kim, van cuatro años sin viajes.
Tanto Rusia como Corea del Norte han sido acusadas de convertirse en “estados rebeldes”.
Ambos están bajo fuertes sanciones internacionales.
Ambos gobiernos critican la “hegemonía” de Estados Unidos.
A menudo, un enemigo común puede acercar a los líderes, y eso es lo que ocurre con Putin y Kim. El suyo es un matrimonio hecho, si no en el cielo, ciertamente en las realidades geopolíticas de 2023.
¿Un “bromance”? No exactamente. A diferencia del expresidente estadounidense Donald Trump, quien alguna vez declaró que él y Kim Jong-un “se enamoraron”, los líderes de Rusia y Corea del Norte son menos efusivos en sus muestras públicas de afecto.
Pero tanto Vladimir Putin como Kim Jong-un ven beneficios potenciales en una relación más estrecha.
Corea del Norte tiene una enorme industria de defensa con capacidades de producción a gran escala.
Mientras la guerra de Rusia en Ucrania continúa, Pyongyang podría resultar una fuente invaluable de municiones para Moscú.
Washington sospecha que el Kremlin ya ha tomado nota de esto. EE.UU. afirma que las conversaciones sobre armas entre Rusia y Corea del Norte han estado “avanzando activamente” y Rusia supuestamente busca suministros de municiones y proyectiles de artillería.
No hay confirmación por parte de los funcionarios rusos. Pero hay muchos indicios poco sutiles de que Rusia y Corea del Norte pretenden impulsar la cooperación militar.