Mientras líderes mundiales se reunían en la cumbre del G7 en Alberta, Canadá, un ataque masivo ruso sacudió varias regiones de Ucrania, dejando al menos 15 muertos y más de un centenar de heridos. Entre las víctimas, 13 perdieron la vida en Kiev y dos más en Odesa.
Rusia lanzó 440 drones y 32 misiles, incluidos misiles hipersónicos Kinzhal, durante una ofensiva que destruyó viviendas y dañó infraestructuras civiles en la capital ucraniana y otras seis regiones. Pese a que la defensa aérea logró interceptar parte de los proyectiles, los impactos directos provocaron graves daños.
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski calificó los ataques como «puro terrorismo» y lamentó no haber podido reunirse con su homólogo estadounidense Donald Trump, quien abandonó anticipadamente la cumbre para atender la crisis en Medio Oriente. Zelenski pretendía insistir en la necesidad de reforzar las defensas aéreas ucranianas, sin éxito hasta el momento.
Ucrania acusa al Kremlin de intentar debilitar la imagen del G7 y continúa pidiendo una respuesta firme de Occidente.