Miles de fieles acudieron al Vaticano para despedirse del papa Francisco en la capilla ardiente instalada en la basílica de San Pedro. En una jornada marcada por la emoción y las largas filas, los asistentes solo tuvieron unos segundos frente al féretro del pontífice, pero suficientes para expresar su respeto y afecto.
Leobardo Guevara, joven mexicano, esperó más de cuatro horas bajo el sol para entrar. “Fue una sensación de paz”, dijo conmovido. Como él, decenas de miles de personas —incluidos religiosos, turistas y creyentes— desfilaron en silencio ante el primer papa latinoamericano.
Vestido con casulla roja y mitra blanca, Francisco fue velado en un ataúd sencillo, bajo el baldaquino de Bernini, custodiado por la Guardia Suiza. Algunos asistentes no contuvieron las lágrimas, como Thomas Natcher, quien lo describió como “un abuelo espiritual”.
El Vaticano contempla extender el horario de visitas ante la afluencia de fieles. Mientras tanto, los preparativos para el funeral del sábado avanzan, en un evento que reunirá a líderes mundiales en Roma.