Según el libro, Britney nunca fue fanática de las drogas fuertes como la cocaína o el éxtasis, además de que el alcohol “nunca fue un problema para ella”. Sin embargo, había cierta droga de la que Spears disfrutaba más que todas: el Aderall, un medicamento recetado que se usa para tratar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tanto de niños como de adultos.
La cantante asegura que el medicamento hacía que, por un rato, los pensamientos depresivos no la invadieran, y de esta forma, podía convivir con el resto de personas sin problemas.
“Lo que me parecía mucho más atractivo era que me daba unas horas para sentirme menos deprimida”.