Va por México

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Editorial 79

La elección presidencial del México del futuro ya empieza a tomar forma, y es que según se nos ha informado, la alianza partidaria “Va por México” anunció que el próximo 3 de septiembre presentará a su candidato presidencial. Esta decisión es de vital importancia, ya que el país se encuentra en un momento de cambio y polarización política, en donde la elección de un líder capaz y visionario es clave para enfrentar los retos que enfrenta México. Sin embargo, ¿qué significa esto para la población mexicana? ¿Cuál es el trasfondo detrás de esta noticia?

Para empezar, la selección del candidato presidencial es un tema relevante, pues se trata de elegir a la persona que le hará frente a la corcholata favorita de la 4T y en el caso de resultar ganador, lideraría al país por seis años. Y en el caso de México, un país con una compleja historia política y social se hace aún más destacable. Por eso, la noticia del anuncio del candidato por parte de “Va por México”, la oposición de cara al partido oficial resulta de gran interés. En un contexto en el que el país enfrenta múltiples desafíos, como la violencia, la inseguridad, la corrupción y la creciente polarización política, el anuncio del candidato presidencial de “Va por México” genera una gran expectación entre la población. Los ciudadanos desean conocer quién será el líder que representará a este proyecto político en las elecciones presidenciales de 2024, y qué propuestas ofrecerá para enfrentar los problemas del país.

No obstante, la importancia de esta elección no reside sólo en quién sea el candidato, sino también en el propio partido político en cuestión. En este caso, “Va por México” es una alianza formada por tres partidos políticos mexicanos: el PRI, el PAN y el PRD. Esto, por sí solo, ya genera opiniones divididas, pues se trata de partidos con ideologías y posturas políticas muy diferentes que, a su vez, han generado tanto apoyo como controversia en el pasado. Esta fusión es bajo la premisa de que la unión hace la fuerza, y que sólo juntos pueden hacer frente a la polarización política y a las batallas electorales que se avecinan. 

Por otro lado, se debe tener en cuenta que México es un país que ha pasado por fuertes crisis políticas y sociales en los últimos años, lo que ha generado un clima de desconfianza y frustración entre la población. Por lo tanto, la elección de un candidato presidencial, que logre hacerle frente al avance territorial de la 4T debe ser visto como una oportunidad de cambiar esta situación y brindar esperanza a la población, especialmente a aquellos que han sido los más afectados por los estragos de la corrupción y las malas decisiones gubernamentales. En este contexto de polarización política, el candidato que anuncie “Va por México” debe ser capaz de representar a una amplia coalición de ciudadanos y ofrecer propuestas concretas y realistas para lidiar con los grandes problemas que enfrenta el país. Más allá de su afiliación partidista, un sólo candidato no garantiza la victoria electoral. La polarización política y la volatilidad del voto hacen que cada elección sea una verdadera batalla, en la que las estructuras y equipos cercanos deben estar preparados para escuchar y responder a las preocupaciones e inquietudes ciudadanas.

El anuncio del candidato presidencial por parte de esta alianza puede ser de asombro y sorpresas. Se trata de una oportunidad para elegir a una persona que lidere el país y, con ello, cambiar la situación actual. También es importante tener en cuenta el trasfondo político detrás de esta noticia, es decir, el método, el árbitro y los mecanismos para no solo dejar contentos al resto de los aspirantes sino dejar satisfecha a esa sociedad civil que desean representar y cómo esto puede afectar a la elección final. Lo que está claro es que, sea quien sea el candidato, su papel será crucial para el futuro de México y de toda su población.

El método de Va Por México para la elección de su candidatura presidencial en 2024 sigue distanciando a la sociedad civil y esto resulta vital para lo postrero, pues a inicios de la semana pasada el Consejo Electoral Ciudadano que organizaría la consulta se disolvió, tras el anuncio de la alianza opositora sobre el procedimiento.

El pronunciamiento fue firmado por expertos en materia electoral y líderes de organizaciones civiles, mencionando que el proceso de consulta cambió a lo que originalmente se había acordado por los partidos, por lo que decidieron disolverse. Mencionaron que, “este escenario nos ha llevado a cada uno y a cada una de nosotras a tomar una decisión distinta y personal respecto a la posibilidad de participar en el ejercicio propuesto por los partidos políticos integrantes de Va Por México y las organizaciones de la sociedad civil que las acompaña. En su momento, cada quien daremos a conocer nuestra decisión”. Es importante destacar que los que integraban el consejo ciudadano reconocieron que en un principio aceptaron participar de forma personal, “bajo la convicción de privilegiar la pluralidad de visiones, el diálogo y. en todo momento, actuar de forma autónoma e independiente”.

No era poca cosa la formalidad y seriedad de los firmantes desertores, entre ellos están el consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) entre 2008 y 2014, Leonardo Valdés Zurita; la académica y especialista en derechos humanos Mariclaire Acosta Urquidi, el investigador Sergio Aguayo Quezada (que, por cierto, ya había anunciado su distanciamiento); la académica María del Carmen Alanis Figueroa; y el exconsejero electoral Marco Antonio Baños Martinez. De igual forma las investigadoras Teresa González Luna, Rosa María Mirón Lince, los exconsejeros electorales Rodrigo Morales Manzanares y Arturo Sánchez Gutiérrez, el escritor Guillermo Sheridan Prieto, así como la activista María Elena Morera Mitre, quien hizo también público el pronunciamiento.

Con todo esto y, por otro lado, resulta preocupante la noticia de la renuncia de Lilly Téllez y Claudia Ruiz-Massieu a participar en el proceso interno de la oposición para seleccionar a sus candidatos. La reconocida periodista y la política priista han tomado una decisión que al interior de la alianza deben lamentar profundamente. Al no participar en el proceso interno de selección de candidatos de la oposición, lanzan un mensaje a la sociedad de no tener pies ni cabeza en un proceso importante para el país, para todos aquellos que no simpatizaron con la 4T. Una voz valiosa y de una alternativa política que podría haber representado una opción diferente en el panorama político mexicano. Estas renuncias no sólo afectan a la oposición, sino que debilita el proceso democrático en su conjunto. La diversidad de voces y perspectivas es esencial para fomentar el debate, la pluralidad y garantizar que los ciudadanos tengan opciones reales y significativas al momento de emitir su voto. La ausencia de Téllez y Ruiz-Massieu en el proceso interno limita la riqueza del debate político y reduce la posibilidad de contar con una oferta plural de candidaturas.

Resulta necesario reflexionar sobre cuáles son los motivos y razones detrás de esta renuncia. ¿Es la falta de confianza en el proceso interno de la oposición? ¿O es un indicativo de la polarización y la desconfianza en las instituciones políticas en general? Independientemente de las causas, es indispensable que se realicen evaluaciones y cambios profundos para generar confianza y credibilidad en los procesos democráticos internos de los partidos políticos. El compromiso de los políticos y líderes debe estar en primer lugar con la ciudadanía y con el fortalecimiento de la democracia. La renuncia de Lilly Téllez y Claudia Ruiz pone en evidencia la necesidad de mejorar y transparentar estos procesos, y también llama a la reflexión sobre cómo se están seleccionando y formando los líderes políticos en nuestro país. La democracia exige participación ciudadana, transparencia y diversidad de voces, y debemos trabajar juntos para alcanzarlo.

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