Monreal El Opositor

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Editorial

Qué importante es el oficio político en tiempos de incertidumbre. Mientras las corcholatas del presidente Andrés Manuel López Obrador siguen en campaña “soft” por toda la república el resto de los militantes morenistas no saben de qué lado saldrá el tradicional y sorpresivo dedazo presidencial. Algunas figuras relevantes ya tomaron partido por el cuadro más cercano o de mayor conveniencia política, mientras el resto prefiere guardar mesura, como lo hacía la vieja guardia. Y es que equivocarse en estos momentos pudiera representarles gran parte de su proyecto individual, ya sea laboral, político o de negocios. Si de tradiciones vigentes hablamos, ya lo diría el viejo político y líder sindical, Fidel Velázquez: el que se mueve no sale en la foto.

Parece que es en el cierre de sexenio donde todo empieza a complicarse, Morena ha encumbrado figuras políticas solo para pagar la deuda y no para un proyecto de nación. Ricardo Monreal, dentro de la mesura e institucionalidad que le ha caracterizado en estas últimas semanas después de recibir el desprecio, burlas y espionaje de sus compañeros correligionarios será el sacrificio que pudiera costarle caro para el 2024. Uno de los fundadores del partido que llevó al presidente al poder ahora resulta un estorbo para el “proyecto”. Monreal, después de la amenaza pública, de exhibirlo con grabaciones clandestinas, lanzada por la gobernadora morenista de Campeche, Layda Sansores, externó que, “es algo insólito porque no podemos admitir que la ilegalidad en la actuación de servidores públicos sean claves de éxito político. No puede admitirse cometer violaciones a la Constitución y a la Ley interviniendo comunicaciones públicas, salvo que sea por mandato judicial”. Por otro lado, Sansores responde con altanería que, “a pesar de bajar la publicación donde Ricardo Monreal aparecía, con todo lo que eso implicaba, él, lejos de ser prudente, me acusa de guerra sucia y de fracturar nuestro movimiento. Por eso… siempre sí” se llevará a cabo la transmisión, donde afirmó que responderá a las acusaciones del senador. Después de todo esto, el presidente con un poco de soberbia los conminó a que evitar la politiquería, en un intento de poner orden entre el senador y la gobernadora mencionando que, “la verdad que no afecta mucho. Yo diría que nada (…) Pero es de mal gusto. Aunque no afecte, no debería hacerse eso, no hace falta”. El desorden dentro de casa no le causa problema alguno para su visión de permanencia en el poder. 

No importaron las palabras del presidente para mantener la concordia, Layda hizo uso de su plataforma por haberse sentido señalada por el senador, el ego por encima de la institucionalidad. Pensando que pudiera ser dañino solo demostró lo que hacen en privado los políticos con oficio:  mantener la relación laboral y amistosa posible con otros colegas de diversos partidos políticos. Un representante real del legislativo no se anda con sectarismos ni divisionismos infantiles y oportunistas, el origen de la falla es bien conocida por todos. O probablemente sea una cortina para que de manera inconstitucional sigan dando ese espectáculo de circo romano a través de sus fieles alfiles. Pudiera parecer un retroceso legitimar, aplaudir e incentivar estas nuevas formas de menguar y contener a los rivales o amenazas políticas que pudiera tener el ejecutivo. Hoy por hoy, el presidente no es amigo de Monreal y él lo sabe, pero también sabe que confrontarse directamente con él sería su tumba política. Monreal se ha convertido en el principal opositor al interior de Morena. Sansores es solo una herramienta voluntarista para serle útil a ese proyecto de nación mal llamado 4T. La ilegalidad se pontifica si se está a favor del presidente, es curioso verlo en estos momentos así siendo que el movimiento se fortaleció señalando esas prácticas arbitrarias por parte de gobiernos anteriores. Al presidente no le importa la legalidad sino el beneficio para su 4T. 

El martes pasado del jaguar hizo su daño, como lo llegó a decir el presidente: la calumnia, cuando no mancha, tizna; haciéndonos creer que no es con otra intensión más que solo mostrar la verdad. El Estado se está encargado de normalizar la ilegalidad. La división sigue su curso, Morena ya no es lo que era antes, se ha convertido precisamente en lo que juró destruir. Mientras tanto, el reloj y “los adversarios” siguen y encuentran su curso respectivamente. La oposición más temible para el partido en el poder es esa que llevan al interior. Es su caballo de Troya.

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