Las noches del fin de semana posterior al 10 de mayo, un extraño fenómeno sorprendió a los espectadores nocturnos, que tuvieron unas vistas espectaculares ocasionadas por auroras boreales en diversas partes del mundo, donde no son apreciables de manera común este tipo de fenómenos, pues no es usual que las auroras boreales puedan observarse más allá de las regiones ubicadas en el polo Norte. En México, fueron mayormente visibles en los estados ubicados al norte del país, pero se pudieron ver prácticamente en todo el territorio mexicano.
Una aurora boreal es un fenómeno natural luminoso caracterizado por la aparición de luces de colores en el cielo nocturno, principalmente en las zonas polares, y se produce cuando partículas cargadas provenientes del Sol interactúan con el campo magnético de la Tierra. Al chocar con moléculas de oxígeno y nitrógeno presentes en la atmósfera terrestre, estas partículas cargadas provocan emisiones de luz de varios colores, los más comunes son el verde, el violeta y el rojo; en el hemisferio sur, se le conoce como aurora austral.
Estas auroras boreales en zonas no comunes son consecuencia de la intensidad que alcanzan los fenómenos solares, particularmente producto de una tormenta solar geomagnética. Aunque es un fenómeno que se ha repetido con anterioridad, la tormenta con mayor impacto es la registrada a finales de agosto e inicios de septiembre de 1859, catalogado en ese momento como “extraordinario” y “aterrador”, y que quedó registrada en la historia como Evento Carrington.
El astrónomo inglés Richard Carrington, documentó una explosión en la superficie del sol, el 1 de septiembre de 1859, que fueron ocasionadas por “dos enormes llamaradas de luz blanca que despidieron una energía equivalente a más diez mil millones de bombas atómicas”. Esta explosión impactó al planeta con ráfagas de nubes de plasma sobrecalentado a gran velocidad. Esos estallidos golpearon la magnetosfera (que protege la Tierra del viento solar) y provocaron las auroras boreales”. Los registros sobre ese fenómeno nocturno señalan que la noche se convirtió en día, y que las auroras eran tan brillantes que los habitantes de ciertas zonas podían leer sin luz artificial después de la medianoche.
La tormenta solar de 1859, es la más poderosa registrada en la historia; 17 horas después de que ocurrió, provocó que la tecnología de hace 165 años colapsara, por ejemplo, la red de telégrafos se cayó 14 horas en Europa y en Estados Unidos; algunos equipos se quemaron causando lesiones a los operadores, y ocasionó el sorprendente fenómeno de que los telégrafos enviaban mensajes de larga distancia sin la necesidad de baterías.
Las auroras boreales que se pudieron visualizar en México y en otras partes del mundo, son preocupantes, ya que existe una probabilidad alta de que el fenómeno Carrington suceda nuevamente. Si el mismo fenómeno ocurriera en este tiempo y con la misma intensidad, se considera que sus efectos serían catastróficos, pues podría dañar muchos satélites artificiales, los servicios de comunicación colapsarían, al igual que las redes de navegación y radio, además de que podrían darse apagones eléctricos a nivel mundial.
Las tormentas geomagnéticas o tormentas solares, son un fenómeno que ocurre cuando el Sol emite una gran cantidad de partículas cargadas y radiación electromagnética que interactúa con el campo magnético terrestre y la atmósfera superior de la Tierra.
Estas tormentas solares generalmente se originan a partir de eventos en la superficie del Sol, como las eyecciones de masa coronal, erupciones solares y corrientes de viento solar de alta velocidad. Las eyecciones de masa coronal son liberaciones masivas de plasma y campos magnéticos del Sol, mientras que las erupciones solares son explosiones repentinas de energía que liberan radiación electromagnética.
Cuando estas partículas y radiación llegan a la Tierra, pueden interactuar con el campo magnético terrestre y causar una variedad de efectos. Entre ellos, la generación de corrientes geomagnéticas inducidas en la superficie terrestre, lo que puede afectar las redes eléctricas y las comunicaciones, así como provocar auroras boreales en latitudes altas y bajas.
La tormenta geomagnética del pasado viernes 10 de mayo, fue catalogada por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, de Estados Unidos, en el nivel G5, uno de los más altos registros documentados hasta ahora. Elon Musk reportó en una publicación en la red social X, el pasado 11 de mayo, que los satélites de Starlink se encontraban “bajo mucha presión”; “Se está produciendo una gran tormenta solar geomagnética en estos momentos. El más grande en mucho tiempo. Los satélites Starlink están bajo mucha presión, pero hasta ahora se mantienen firmes”.
Aunque no se registraron efectos gravosos, se pudieron detectar variaciones significativas en el voltaje de las redes eléctricas e interrupciones ocasionales en el sistema GPS a nivel mundial. Asimismo, las agencias espaciales señalaron que fue necesario supervisar todos los satélites en órbita terrestre baja, ya que pudieron sufrir cambios leves en su movimiento, velocidad y trayectoria.
Según expertos en geofísica del Servicio de Clima Espacial México, adscrito al Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, las tormentas solares son frecuentes. Lo único que varía es la intensidad con que las ondas que emanan del sol se aproximan a la tierra, y han señalado que existen altas probabilidades de que nuestro país presencie una nueva tormenta solar en los siguientes días, aunque es un pronóstico incierto, es un hecho que continuará habiendo efectos de diversa intensidad, y se espera que los próximos puedan tener menos repercusiones en la Tierra.
El Servicio de Clima Espacial en México, integrado a su catálogo de riesgos a las tormentas solares, desde el año 2014 que se modificó la Ley General de Protección Civil y se incluyeron como uno de los fenómenos naturales que se tienen que monitorear por el Sistema Nacional de Protección Civil. Además de que se ha generado una guía de reacción, en el que hay un protocolo del gobierno para alertar y prevenir a los agentes responsables de estos sistemas tecnológicos como la Comisión Federal de Electricidad, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, las Fuerzas Armadas, etc., con el objetivo de que implementen medidas de protección para los sistemas tecnológicos estratégicos.
National Geogrpahic y la revista New Scientist, han documentado diversos estudios sobre los efectos en los seres vivos, concluyendo que no presentan un nivel de riesgo o peligro excesivo, pero en algunos casos la influencia de alteraciones de los campos magnéticos, pueden ocasionar en los seres humanos leves mareos, cansancio y dolor de cabeza.
En el caso hipotético de que sucediera una tormenta solar y que esta tuviera afectaciones graves a la tecnología, por un periodo amplio de días, lo que podríamos hacer es contar en nuestros hogares con energía de respaldo, proporcionada por generadores portátiles o alimentadas por fuentes alternas. Proteger nuestros dispositivos electrónicos, ya que pueden verse afectados por sobretensiones eléctricas; guardar dinero en efectivo, ya que un daño en los servicios de internet y electricidad podrían entorpecer la disposición electrónica de recursos financieros. Además de tener dispositivos electrónicos y de comunicación adicionales, como radios y linternas.