Este 20 de noviembre, celebramos el 114 aniversario de la Revolución Mexicana, un acontecimiento que marcó profundamente la historia de nuestro país. En 1910, México se encontraba sumido en una profunda crisis política, social y económica, que llevó a un estallido social que terminó por cambiar el curso de nuestra nación, y fue un punto de inflexión en la historia de México. Este movimiento transformador buscaba poner fin a la dictadura de Porfirio Díaz, que había gobernado el país durante más de 30 años, y establecer un nuevo orden político y social.
La Revolución, liderada por figuras emblemáticas como Emiliano Zapata, Pancho Villa y Venustiano Carranza, impulsó un proceso transformador que buscaba establecer un orden político y social más justo y equitativo en México. Esta lucha mantuvo por casi una década al país en una guerra civil que cobró miles de vidas y dejó secuelas importantes; pero sus logros e impacto en la sociedad mexicana siguen siendo relevantes hasta hoy.
Fue un conflicto armado y social que ocurrió en México desde 1910 hasta 1920. La revolución estuvo marcada por una violencia desenfrenada y un caos generalizado que provocó la muerte de más de un millón de personas y la destrucción de infraestructura y economía. Este clima de violencia e inestabilidad impidió la consolidación de un gobierno estable y democrático.
La revolución comenzó con el Plan de San Luis Potosí, proclamado por Madero en 1910, que llamaba a la rebelión contra el gobierno de Díaz. Después de la caída de Díaz en 1911, Madero asumió la presidencia, pero fue asesinado en 1913. Posteriormente, Carranza se convirtió en presidente y lideró la Convención de Aguascalientes, que estableció un gobierno revolucionario.
La participación de los coahuilenses fue fundamental para el desarrollo y el éxito del movimiento. Coahuila, ubicada en el norte de México, fue un estado estratégico debido a su proximidad con la frontera estadounidense y su riqueza económica. Los coahuilenses jugaron un papel clave en la lucha contra el régimen de Porfirio Díaz, y la participación de figuras originarias del estado fue destacada por haber liderado el movimiento revolucionario. Coahuila proporcionó recursos financieros y materiales a los revolucionarios, y su ubicación geográfica del estado facilitó la obtención de armas y suministros desde Estados Unidos.
En un momento importante, la revolución se fragmentó en facciones regionales y liderazgos contrapuestos, lo que complicó la unidad y la coordinación. Los líderes revolucionarios, como Zapata y Villa, tuvieron objetivos y métodos divergentes, lo que debilitó el movimiento, pero mantuvo la lucha en todos los rincones del país.
La Revolución trajo cambios que han definido la identidad de nuestro país. La Constitución de 1917, fruto de este movimiento, estableció los principios de justicia social, equidad y democracia que han guiado desde ese momento nuestro desarrollo, estableció derechos sociales, laborales y educativos. Introdujo el derecho al trabajo digno, la jornada laboral de ocho horas y el derecho a la educación gratuita y laica.
Algunos ejemplos de las conquistas producidas por este gran movimiento son, la reforma agraria, que buscaba redistribuir las tierras y promover la justicia social en el campo, mejorando las condiciones de vida de los campesinos. Esto se concretó en la Constitución de 1917 con el artículo 27, que permitió la expropiación de las tierras para su reparto.
La nacionalización de los recursos naturales, que permitió a México tener control sobre sus recursos; la reforma de la educación pública, que buscaba mejorar la calidad de la enseñanza y aumentar la accesibilidad a la educación.
Además, fomentó un importante nacionalismo económico, que se reflejó en la nacionalización del petróleo en 1938 y el fortalecimiento de empresas estatales; e impulsó el desarrollo económico, mediante la inversión en infraestructura y la promoción de la industria nacional. Y también, impulsó una revalorización de la cultura mexicana, promoviendo el arte, la música y las tradiciones nacionales.
De igual forma tuvo un impacto significativo en la sociedad mexicana, impulsando derechos laborales que mejoraron la situación laboral de los trabajadores, estableciendo jornadas de trabajo más justas y salarios mínimos, así como la organización sindical y el derecho a huelga. Además, promovió la participación política de los ciudadanos, estableciendo el sufragio popular y las bases de la democracia.
Hoy, enfrentamos nuevos desafíos producto del legado de la Revolución, como la desigualdad que persiste, la violencia y la corrupción que siguen siendo problemas graves y con un arraigo desmedido. La participación ciudadana en la política es baja, y la confianza en las instituciones es limitada, pero contamos con herramientas y oportunidades que nuestros antepasados no tuvieron, cómo la democracia, que, aunque actualmente limitada y cada día más amenazada, enfrenta grandes desafíos que la han vuelto frágil, pero que aún nos permite elegir a nuestros líderes y exigirles rendición de cuentas.
Todavía hay mucho por hacer para alcanzar la anhelada justicia y la igualdad social. Para ello es necesario enfrentar desafíos sociales y económicos, ya que la desigualdad social y económica siguen siendo un problema grave en México, que padecen de forma más grande las y los millones de mexicanos que viven en pobreza y sufren de la falta de acceso a servicios básicos como educación y salud.
Por otro lado, la corrupción y la impunidad siguen siendo obstáculos para el desarrollo del país, y son la fuente de los grandes desafíos políticos que despreocupadamente no ha asumido la administración pública federal.
La identidad nacional y la memoria histórica, son hoy una importante tarea y responsabilidad para los mexicanos, y se debe asumir con la preservación del patrimonio cultural y la promoción de la cultura mexicana, así como la de la inmensa diversidad cultural y lingüística a las que urge atención y reconocimiento.
Celebrar el legado de la Revolución significa honrar la memoria de los héroes que la impulsaron y reafirmar nuestro compromiso con los valores que ellos defendieron. Aunque la Revolución Mexicana logró importantes avances, todavía hay mucho trabajo por hacer para consolidar la democracia, reducir la desigualdad y promover el desarrollo sostenible en México, debemos seguir trabajando por un México más justo, más equitativo y más próspero para todos.
La Revolución nos enseñó que la lucha por la libertad y la justicia es continua y que requiere la participación activa de todos los ciudadanos; y lo más importante es que no fue un evento aislado, sino un proceso continuo que requiere nuestra participación y compromiso activo.