La Marea Rosa 

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El 13 de noviembre de 2022, un poco más de un millón de personas atendieron una iniciativa que invitaba a hacer presencia frente al Monumento a la Revolución y en distintos puntos importantes de 60 ciudades del país, despertando la conciencia y la unidad ciudadana. Esta fue la primera movilización masiva para mostrar el rechazo a la reforma electoral, que pretendía desmantelar el sistema electoral, y para dejarle en claro al titular del ejecutivo federal que “El INE no se toca”. Los asistentes ese día decidieron vestirse utilizando una prenda de color rosa, para apoyar al Instituto Nacional Electoral, acción con la que nació la llamada “Marea Rosa”

Esta concentración hizo eco al interior de las paredes de Palacio Nacional, y al día siguiente López Obrador arreció con sus conocidos ataques verbales, señalando que la marcha había sido organizada por las minorías, y que en el fondo no la hacían para expresarse en defensa del INE, sino para mostrarse contra su gobierno. Y el gobierno de la Ciudad de México, desde ese momento ha sido el encargado de desestimar el valor de las manifestaciones y minimizando la asistencia, presentando cifras hasta seis veces menores a las reales. 

Nuevamente, el 26 de febrero de 2023, más de un millón y medio de ciudadanos, sin recursos públicos, se concentraron por primera vez en el Zócalo de la Ciudad de México y en las principales ciudades del país, vestidos de color rosa, símbolo de los manifestantes, y bajo el lema “El INE no se toca”, para mostrar su desacuerdo al llamado “plan B” con el que el presidente buscaba la intromisión del gobierno en los procesos electorales, con lo que se trastocaría los ejes fundamentales de la democracia y abrirían las puertas para ejecutar desde el poder ejecutivo una elección de estado. 

En los primeros días de este año, López Obrador anunció que presentaría un paquete de reformas constitucionales, que fueron oficialmente dadas a conocer el 15 de febrero, entre ellas la ya conocida reforma electoral, más las constantes críticas del presidente hacia los organismos públicos autónomos, como el Instituto Nacional Electoral y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, así como sus pretensiones de desaparecer esto institutos a través de sus reformas.

Como respuesta las organizaciones que han coordinado las anteriores concentraciones, convocaron a los ciudadanos a integrar nuevamente la “marea rosa” para manifestarse en el zócalo de la Ciudad de México, en al menos cien ciudades del país y en ciudades de Estados Unidos, España, Inglaterra, Canadá y Francia. Ante este anuncio, el Palacio Nacional fue amurallado para resguardar al presidente y marcar distancia de los manifestantes y sus consignas que en esta ocasión se concentraban en el lema “ciudadanos en defensa del voto libre”.

El viernes previo, el titular del ejecutivo lanzó su crítica y señaló “están convocando a una manifestación para defender la corrupción, aunque digan que les importa la democracia”, en un intento de desestimar la concentración del domingo, justo a dos semanas del arranque de las campañas y a cuatro meses del día de la elección.

Fue así que el 18 de febrero, desde antes de las diez de la mañana, hora a la que se marcó el inicio, miles de personas vestidas de rosa atendieron la convocatoria para la llamada “marcha por nuestra democracia”, y empezaron a inundar el zócalo de la Ciudad de México. La llamada marea rosa salió este domingo a exigir votaciones limpias y respeto a las instituciones democráticas.

Las consignas ciudadanas fueron el centro de la concentración, pero también los asistentes corearon continuamente la frase “fuera López”. Era inevitable que los manifestantes no acusaran al presidente de su obvia intromisión en la contienda electoral y de alimentar la polarización a través de su discurso diario. Pero cuando se leyó el decálogo de la manifestación que exige blindar la elección de financiamiento del narco, los asistentes corearon la frase “narco presidente”, materializando al hashtag que Mario Delgado, presidente de Morena, señaló como una campaña sucia contra el presidente y el gobierno, orquesta con “bots” en las redes sociales.

Los asistentes dejaron en claro que no era una manifestación en contra de López Obrador, pero si era una protesta en contra de sus acciones y su plan de gobierno, que para la percepción pública no es más que un intento de construir un estado autoritario, por sus constantes intentos de coartar libertades y derechos; el diálogo ciudadano se concentra en la defensa de la división de poderes y en el desmedido poder presidencial.

Un poco después de las  11:30 de la mañana, el expresidente del INE Lorenzo Córdova, único orador del acto, invitado por el Instituto de Estudios para la Transición de la Democracia, reafirmó que la convocatoria no era para “apoyar ni criticar ninguna campaña” ni a “ningún gobierno”, y señaló que México “está frente a un proyecto de regresión autoritaria”; “la democracia no nos cayó de lo alto, es el resultado de muchas luchas de los ciudadanos”. Y señaló que “hoy, desde el poder, quien llegó a ese primer piso por la libre voluntad de la ciudadanía pretende destruir esa escalera para que nadie más pueda transitarla”.

Y como reacción al muro metálico que resguardaba el Palacio Nacional, la “marea rosa” pegó en las vallas mensajes como “No al estado narco militar”, “fuera el intervencionismo federal”, “no a las prácticas antidemocráticas”, “a favor de la democracia”, “no a la dictadura”, y “no soy un bot”, con lo que mencionaron habían creado un muró al que llamaron anti-AMLO.

Terminado el discurso de Lorenzo Córdova, la marea rosa entonó el himno nacional y después desalojó el Zócalo pasadas las doce del mediodía.

Las primeras planas del siguiente día fueron para la “marea rosa”, que mostraban fotografías del zócalo capitalino abarrotado de ciudadanos, hacían notar el número de asistentes, y las ciudades en las que se había replicado con éxito la movilización. Los títulos señalaban el éxito de la movilización, y sirvieron para medir el músculo ciudadano, que terminó opacando el protagonismo que buscaba generar la candidata oficialista Claudia Sheinbaum, por su registro como candidata a la presidencia de la república.

El presidente en su mañanera del lunes, arremetió contra los organizadores y demostró su molestia contra los participantes de la manifestación, “ahora se disfrazan de demócratas”, “dicen ‘vamos a defender nuestra democracia’. ¿Cuál es la democracia de ellos? La que funciona nada más como parapeto, cuando en realidad lo que había era el dominio de una oligarquía corrupta”.

El presidente, quien desde siempre se autodenominado defensor de la libertad de expresión, aseguró que fue víctima de calumnias y  señaló nuevamente que hay una campaña con bots para desacreditar a su gobierno, “es como el mundo al revés, ellos son los demócratas, nosotros somos la dictadura, ellos no tienen nada que ver con el narcotráfico, nosotros somos los narcotraficantes”. El titular del ejecutivo desató la guerra por el discurso y por la movilización ciudadana, elementos que hasta hace poco eran propiedad de él.

La candidata de Morena no se quedó atrás y también se dio el tiempo para desacreditar la protesta, señalándole como un acto de  “falsedad e hipocresía” durante su registro en el INE.

El  domingo fue un día que también se midió a quien daba mayor cobertura a la manifestación y quienes a las críticas sobre la protesta. “Puro corrupto, pero vivimos en un país libre y adelante, que sigan”, fue la sentencia de López Obrador. 

El impacto  de la movilización ha seguido vivo y abonará al  choque mediático  entre el partido gobernante y  la coalición opositora, que hasta el día de hoy mantienen la carrera fija hacia la presidente; y sin duda esta movilización ciudadana influirá en el proceso electoral. Movimiento Ciudadano, ha sido el gran ausente durante las últimas semanas, en las que las reacciones torpes, tardías y poco oportunas, los relegan en una muy lejana tercera posición en las preferencias electorales. 

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