La inflación en incertidumbre

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La inflación permite distraer el odio del público hacia los especuladores y aprovechados. Esto constituye un excelente recurso psicológico de la política de guerra destructiva y aniquiladora. 

Ludwig Von Mises, “La teoría del dinero y del crédito”

Editorial

Cada semana hemos sentido y resentido la inflación en nuestras vidas diarias. Cada vuelta al supermercado de conveniencia nos percatamos en el ticket de compra que nuestros ingresos ya no cuentan con el valor que hace pocas semanas, pocos meses se reflejaba a diferencia. Tenemos que “apretarnos el cinturón” con la incertidumbre de cuándo va a parar todo esto. La vida tiene que seguir, debemos cuidar e incrementar nuestros ingresos para poder solventar lo que necesitamos y lo que deseamos. Solo en la primera quincena de agosto se registró una tasa anual de inflación del 8.62%. Este antecedente, a la par con el dato del Índice Nacional de Precios al Consumidor del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha reflejado un incremento de 0.42% respecto al mes pasado, esta inflación ha superado a su nivel desde agosto del año 2000.

Hacer el super, ir al mercado o a las tienditas de conveniencia ha resultado lo que más presiona a nuestros bolsillos. Las verduras, las frutas y las legumbres son los que han presentado más incrementos, como la cebolla, que ha aumentado de precio en un 37.6% respecto a la última quincena de julio, la papa incrementó su valor a 2.36% y las tortillas de maíz se encarecieron 1.56% en este mismo periodo. Tomando en cuenta la inflación subyacente, ésta que no contempla el ramo energético o de alimentos frescos por la natural volatilidad y que puntualiza la trayectoria de la inflación general a mediano y largo plazo, tuvo un impulso de 0.49% en estas últimas quincenas, sin embargo, su tasa anual incrementó un 7.97%. Un máximo histórico para los insumos desde inicios del siglo. La inflación ha superado todas las expectativas del mercado, a juzgar por la última encuesta de expectativas de Citibanamex, se esperaba que la inflación no superará el 8.52%, mientras que este nivel se ha encumbrado 16 meses seguidos al pronóstico de inflación del Banco de México. A mediados del año, el banco central aumentó su tasa de interés de referencia, el que determina el valor del dinero en 8,50% una cifra récord desde la implementación de la política monetaria en 2008.

Nuestro país no es ajeno a las actuales circunstancias geopolíticas que han generado desabasto, especulación, guerras comerciales y aumento de precios en todo el mundo, pero se refleja, se hace más notorio de cara a los intentos del gobierno mexicano de hacer lo propio para frenar la subida. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha prevenido en su más reciente informe para América Latina el riesgo que representa el aumento de precios. “Al menor crecimiento económico se suman las fuertes presiones inflacionarias, el bajo dinamismo de la creación de empleo, caídas de la inversión y crecientes demandas sociales”. Esto precisamente es lo que todo lo anterior mencionado lo vuelva una incertidumbre. La propia inflación no es en el fondo más que una forma singular de tributación. Quizá la peor, ya que de ordinario exige más de quienes cuentan con menores posibilidades económicas. Pero aun suponiendo que la inflación afectase a todos por igual (lo que nunca puede ser cierto), en tal caso equivaldría a un simple impuesto sobre el consumo que gravará con igual porcentaje toda clase de mercancías, lo mismo el pan y la leche que los diamantes y pieles lujosas. Esto lo sentenció el filósofo estadounidense Henry Hazlitt.

El presidente Andrés Manuel Lopez Obrador pretende sobreponer el tema del gasto social tras los efectos de la pandemia. El déficit se ha encontrado en un nivel histórico para equilibrar el presupuesto para el 2023. Eso lleva al Banco de México (BANXICO) a verse obligado a elevar la deuda pública para salir bien librado de ello. Toda acción para contener la inflación nos traerá efectos secundarios, no hay receta infalible ni perfecta. En otros países se han visto en la necesidad de elevar tempranamente sus tasas de interés ante la prominente escalada de precios. México no se ha quedado atrás, siendo uno de los más expeditivos con 10 incrementos consecutivos en poco más de un año. La compensación fue de un 30% más que el año pasado, según las previsiones del gobierno presentadas la semana pasada en el proyecto de presupuestos para el 2023, esto aderezado de una desaceleración en la actividad económica a lo largo y ancho del país. El presidente se defendió mencionando en una mañanera de la semana pasada que, “en crisis decidieron salvar, rescatar las pérdidas de los bancos y las pérdidas de las grandes empresas y convirtieron las deudas de ellos en deuda pública”. El discurso de la defensa recurriendo al pasado sigue teniendo impacto, pero ya no el mismo como al inicio de su sexenio.

Lo que el gobierno intenta, por mandato del presidente, es aumentar el techo de gasto para el 2023. El proyecto de presupuesto presentado a la Cámara de Diputados contempla un gasto total de 8.3 billones de pesos, un 11% más en términos reales que lo aprobado para el año en curso. La política social se llevará casi la mitad con 3.9 billones de pesos, es decir, con un aumento del 9%. El secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Rogelio Ramírez de la O, definió el paquete como “equilibrado, responsable y realista”. La Cámara de Diputados tiene ya su decisión de mayoría, no habrá un miembro del partido oficial que haga caso omiso a la instrucción no del pueblo, sino de lo que se mandata desde Palacio Nacional.

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