<strong>Ken, Monreal y la incertidumbre</strong>

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Editorial

Difícil se ha tornado la relación entre México y Estados Unidos, y es que después de la inesperada salida de la Secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, se ha hecho más notorio el debilitamiento de comunicación y colaboración entre ambas naciones. La respuesta ante la salida de Clouthier fue meramente con un aplauso institucional, pero con el desprecio como para responder el abrazo que la exsecertaria le ofreció antes de salir de Palacio Nacional. Días después le preguntan que cuál sería la gota que derramó el vaso, a lo que ella aclaró que “no fue una gota, fue el chorro” … “Ya no sumaba… Una jauría rodea al presidente y no deja avanzar los proyectos. Le llevaban mentiras. Además, todos están metidos en la sucesión presidencial”. Es justificable la rígida crítica que lanzó Tatiana días después por ser uno de los principales perfiles en la negociación con Estados Unidos y Canadá y el desgaste que ha implicado el salir a dar la cara ante las desavenencias que provocaron tanto la Secretaria de Energía, Rocío Nahle y el director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett con la famosa Ley Eléctrica.

La responsabilidad de trabajar con lealtad hacia el mandatario empezaba a mostrar fallas y deficiencias al momento de dar resultados, la demanda de incumplimiento por la Ley Eléctrica fue una barrera infranqueable en donde, al parecer, la secretaria solo buscaría ganar tiempo; tiempo que ya no le fue suficiente para cerrar el acuerdo con el que se apersonó confiadamente. El cambio de jugada, aseguran algunos expertos, no fue el óptimo para darle seguimiento a lo que, hasta ahora, está confuso e inconcluso. Raquel Buenrostro es un perfil que técnicamente no es ad-hoc para la complejidad de la negociación en estos momentos, no es lo mismo hacer manita de puerco que lograr el consenso con el hilo que solo el tiempo dentro del asunto se pudiera obtener.  Dar las malas noticias o datos que contradigan al presidente no es opción para continuar en la chamba. 

Por otro lado, la incomodidad que se dio con el embajador Ken Salazar y el gobernador de Morena en el estado de Zacatecas, David Monreal. Esto derivado de acordar un convenio de cooperación en materia de seguridad entre la DEA y el FBI para esa entidad. Es conocido que la seguridad en ese estado ha ido incrementando, los elementos estatales y municipales no cuentan con la suficiente fuerza para poder contener la narcoguerra y que el gobernador, hermano de un aspirante a la presidencia y que se decía amigo de Andrés Manuel, Ricardo Monreal, no ha sido tampoco suficiente para contar con todo el respaldo de inteligencia y efectivos federales para menguar la creciente ola de violencia que azotan sus principales ciudades. 

El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene razón en señalar estos hechos de injerencistas y de violar la Constitución Política, sin embargo, esta es una muestra de que las cosas no van nada bien en materia de seguridad en el país. A diario nos percatamos de noticias que solo alimentan nuestro temor de ser alcanzados por la desgracia. Para hablar de temas públicos va de la mano la inseguridad, que bien sabemos fue heredada, pero no vemos acciones certeras para darle remedio a este mal. El desagrado de los Estados Unidos por el incremento de exportación de fentanilo es otra piedrita más en ese desgaste bilateral con nuestro principal socio comercial. Ken Salazar felicitó al gobernador Monreal por acudir al gobierno de los Estados Unidos tratando de dar ejemplo para otros gobernadores, un despropósito total y un intervencionismo que históricamente no se había dado en nuestra política contemporánea. Ni siquiera los gobernadores opositores se habrían atrevido a provocar así al presidente.

El cierre sexenal, como el de todos los presidentes mexicanos, se está complicando ahora con una nueva narrativa: la división al interior del gabinete, la horda de fementidos que se ganaron la confianza del primer mandatario que ya no les importa el presente sino su futuro para la siguiente administración, la inseguridad que amenaza hasta a las entidades que han estado en paz todo este tiempo, las fricciones con nuestro principal socio comercial, el debilitamiento de las instituciones, la política con rupturas en el interior de cada partido, etcétera. Todo parece estar como en un castillo de naipes, no se necesita un libro sin un sustento serio para desequilibrar y vaticinar que dentro de todo lo complicado, puede empeorar. Como la ley de Murphy.

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