El Ejército y la Guardia Nacional

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Esta polémica iniciativa se ha encontrado en boca de todos, los partidos políticos se han expresado a favor y otros en contra con argumentos que pudieran parecer válidos por encima, pero con sustento suficiente para que la duda persista. ¿Militarizar o no? Esa sería la cuestión, pero pierde formalidad cuando vemos al ejército rondando en las calles y carreteras por una estrategia que lleva más de dos sexenios. Felipe Calderón, ante la duda y desconfianza de su legitimidad como primer mandatario decidió declararle la guerra al narcotráfico a solo nueve días de haber tomado protesta, como excusa para hacer uso de una de las funciones que lo blindaría como político y es precisamente ostentando la función como comandante en jefe de las fuerzas armadas. Fue en ese sexenio donde se dieron más de 100,000 homicidios y 22,000 desapariciones. Fue un sexenio donde apenas iniciaría el terror.
Parece inverosímil que ahora el panismo actual haga señalamientos de la militarización como peyorativo buscando regresar al ejército a los cuarteles. Ese panismo que añora la gestión de Felipe Calderón ahora se desgarra las vestiduras por mantener la paz, pero sin el ejército de por medio. La disyuntiva ahora es si la Guardia Nacional será encabezada por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) o por un mando civil tomando en cuenta las promesas de campaña cuando Andrés Manuel proponía con otra visión la pacificación de México. Son cuatro años de gestión y esta decisión seguramente ya la tenía contemplada como perjudicial para los réditos políticos a corto plazo, pero algo en él le hizo comprender la importancia, la imperiosa necesidad de dejar continuar al ejército mismo cuatro años más para lograr esa paz que venimos suplicando ya por tres sexenios. El presidente sabe del costo por tomar una decisión contraria a lo que había prometido, pero la ve necesaria.
El clima de inseguridad no se ha dejado de sentir por años en todo el territorio nacional, hemos visto fallas sistemáticas y estructurales tanto en el ejército como en la policía federal, pero también logros y control de territorios que anteriormente los contábamos como perdidos. Queda claro que ésta lucha llevará muchos años más, que no se trata de partidos políticos o de ópticas con intereses cupulares, que es necesario, ahora sí, ver por México y sus entidades ¿Esto determinaría la decisión por soltar al ejército el mando policial del país? Probablemente sí, momentáneamente pareciera que sería lo mejor para los años subsecuentes. Las preguntas relevantes con todo esto serían ¿Cómo se trabajaría para evitar los excesos que pudiera conllevar que la SEDENA controle la Guardia Nacional? ¿Se juzgaría marcial o civilmente? ¿Cuáles son las garantías que tenemos los mexicanos de que vamos por la mejor ruta? La responsabilidad absoluta recae directamente en el presidente.
Recordemos que las primeras encomiendas de la Guardia Nacional fueron de naturaleza civil, tales como limpiar el sargazo de las playas, manejar los puertos y aduanas, construir obras de infraestructura gubernamental, controlar las caravanas migratorias, entre otras. Sin embargo, un decreto presidencial en mayo de 2020 extendió las responsabilidades de la Guardia Nacional para incluir tareas de seguridad pública por un periodo de cinco años. Desde su creación a la actualidad han sucedido situaciones para que el ejecutivo proponga, fue en agosto de este año que, el presidente López Obrador anunció que entregaría una propuesta legislativa para que la Guardia Nacional dependiera por completo de la SEDENA, eliminando su carácter civil. Esto de una forma determinada y sin titubeos.
No cabe duda que las posturas, tanto en favor como en contra, han reconocido la crisis de inseguridad que atraviesa nuestro país; sin embargo, las perspectivas en contra sostuvieron que para llevar a la república a la paz, es necesario construir un camino por la vía civil y no la militar, mientras que los promotores de que la Guardia Nacional sea encabezada por un mando militar, asumieron que para 2024 no será posible que los mandos civiles cuenten con la capacidad de hacerse cargo de las tareas de seguridad pública con la misma eficacia que con la que lo hacen las Fuerzas Armadas. Esto también se trata de experiencia y conocimiento profundo de los temas que llevará su titular.
Coahuila ha sido testigo del respaldo y resultados que se han logrado gracias a la participación tanto del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional. La colaboración debe ser mutua, estos aciertos no serían los óptimos sin la visión y voluntad de los gobernadores y alcaldes, por hacer las cosas bien. Los números y la percepción de seguridad dan testimonio de ello.

 

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