El canibalismo político de las corcholatas

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Editorial 86

Así como si nada los tiempos electorales se han acelerado, tanto el bloque morenista como la oposición están llevando a cabo procesos internos para designar a sus candidatos presidenciales, aunque no los llamen precampañas o elecciones primarias. Resulta interesante la rapidez con la que el presidente Andrés Manuel López Obrador está designando a su sucesor. Tiempo atrás, los presidentes en turno retrasaban al máximo la nominación, conscientes de que una vez que hay un precandidato, su poder comienza a disminuir. Tal parece tener prisa, pero ¿de qué?

El presidente ha demostrado destreza para la comunicación política, cuando quiere informar lo logra, y cuando quiere hacer lo contrario, también. Seguramente tendrá sus razones para adelantar el reloj y calendario político, a pesar de que la experiencia demuestra los efectos negativos que se producen cuando dos poderes conviven durante determinado tiempo en el escenario político mexicano.

El tiempo se les está terminando para que la corcholata ganadora salga destapada. El cierre se pronostica de fotografía entre Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, ambos se han sorteado el liderazgo desde el arranque. En este ejercicio, como bien sabe, habrá inclinaciones un poco exageradas entre uno y otro. Mientras tanto, Adán Augusto, se va alejando cada vez más de lo que unos predecían como el plan b de Palacio Nacional. Por otro lado, Gerardo Fernández Noroña dijo que “está clarísimo” que Ebrard se separará del movimiento de la Cuarta Transformación, esto después de que “mandó” a Pío López Obrador, hermano del presidente, a criticar a Morena. Marcelo ha sido contundente con su respuesta: No me voy a ningún lado. El senador Alejandro Rojas Díaz Durán dio a conocer que Ricardo Monreal decidió dejar fuera la casa encuestadora que propuso para el proceso interno de Morena, con el fin de que Marcelo Ebrard, pueda incluir la suya, y así contribuir a la unidad del movimiento. El equipo de Adán Augusto López exige a encuestadoras ser imparciales en interna de Morena: “Queremos contienda limpia” dando por sentado, por parte del representante del exsecretario de gobernación, que firma bajo protesta el acuerdo con las encuestadoras. 

En el proceso interno de Morena, ¿quién crees que sea el personaje que asegura una mayor continuidad para AMLO? Dicen algunos que es Claudia Sheinbaum, así como que el plan B, ahora convertido en la comparsa del resto de los planes existentes, Adán Augusto López. Sin embargo, más allá de las reglas de la política morenista y del cálculo político del presidente Andrés Manuel López Obrador, la verdad es que, considerando la historia de nuestro país, nadie le garantiza nada, absolutamente nadie. Una vez que Morena designe a su precandidato, comenzará el declive, tanto para el líder máximo, así como para la llamada cuarta transformación.

No cabe duda de que este proceso nos deja un tufo de canibalismo político, si bien no han sido tan llamativos, los señalamientos, los retos y confrontaciones, así como el espionaje y sabotajes se dieron en todo este proceso. Ese ambiente de unidad y de sana competencia que presumió el presidente dejaron mucho de qué hablar. Y de cierta forma, no se les culparía al ver la silla por la que están contendiendo. Sin embargo, esto es un pequeño asomo de lo que serían capaces ya teniendo el poder en sus manos. Al aumentar la popularidad, por ejemplo, Ebrard, la corcholata más querida dentro y fuera de Morena, empezaron los malos tratos y las zancadillas. “Nunca habíamos visto tanto acarreo, tanta paga de encuestas falsas, no había visto una campaña negra incluso contra mi familia…”, acusó Marcelo durante la conferencia que rindió el pasado miércoles. 

Será muy revelador ver cómo el aspirante designado “democráticamente” por Morena coexistirá con AMLO sin acaparar la atención, sin dañarse políticamente o enviar mensajes contradictorios a los seguidores del partido oficial. El discurso de campaña requiere pronunciamientos de mejoras, cosas que si continúan y cosas que definitivamente no ¿Se imagina usted la postura de este característico presidente? Esto es aún más relevante ahora que la popularidad del presidente AMLO está en declive, habiendo perdido 4.5 puntos en el último mes. Aunque aún mantiene un respetable 56%, su descenso ha sido drástico.

La cultura del líder supremo del que es infalible y casi cercano a una deidad, que AMLO ha adoctrinado bien, nos hace reflexionar sobre qué escenarios son desfavorables para el desarrollo de presidencias hegemónicas. La irrupción de un candidato unificador en la oposición complica el panorama. Antes de Xóchitl Gálvez, parecía que a Morena le bastaba con sumisión y poco talento para ganar. En el transcurso de esta selección también ha dado grandes sorpresas la Beatriz Paredes, quien haciendo su chamba, sin denostar a nadie fue la que estuvo en un segundo lugar muy cercano al primero dentro de la alianza opositora. Las reglas del juego, como en programa de reality show, cambian. Las fórmulas en política no son exactas. No olvidemos que nunca hay ausencia de poder. El poder que pierde el Estado, un partido, una clase o un grupo, lo obtienen casi automáticamente otros grupos, partidos o clases. Es la fragilidad cuando se pasa la estafeta de mano a mano.

Si bien Gálvez comienza con un modesto 25-30% en las encuestas, también es cierto que Morena se ha estancado en un porcentaje no despreciable de 40-50%; sin embargo, parece que hay más espacio para el crecimiento de la alianza opositora en detrimento de Morena. En este juego de corcholatas, ni AMLO ni su sucesor, quienquiera que sea, salen ganando. La oposición, aunque muchos lo quieran negar, tiene una oportunidad enorme. Está en ellos la unidad o simplemente replicar lo que el partido en el poder está logrando. Oponerse, inhibirse o temer a los cambios, será ignorar que toda época es, en el fondo, época de transición, puente entre lo que tiende a acabarse y aquello que está naciendo, que tiende a surgir.

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