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El lunes 9 de mayo el presidente del PRI Coahuila, Rodrigo Fuentes Ávila, mencionó ante los medios de comunicación que el siguiente perfil para encabezar la candidatura por la gubernatura del estado de Coahuila este 2023 será electo por la voluntad abierta de los coahuilenses. Con este ejercicio nos queda claro que ha sido por la intención del gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís de hacer bien las cosas para antes de entregar la estafeta al siguiente gobernante.
Es alentador ver que partidos de oposición pongan de su parte para dar mayor apertura democrática al interior, debería ser constante y ejemplar para todo partido político y para toda la ciudadanía interesada en participar en los asuntos públicos de su entorno. En este texto editorial les haremos una breve reseña de estos ejercicios al interior del partido que ha dominado el estado y de los resultados que se han obtenido gracias a ello.
Vayámonos a 1988, cuando una elección federal por primera vez dejaba vapuleada la credibilidad del Revolucionario Institucional. México tenía que convencer tanto en el panorama nacional e internacional que podría tener procesos electorales verdaderamente democráticos, por lo que ahora las reglas del juego daban oportunidad para gobernar a más de una persona.
Rogelio Montemayor Seguy gobernó Coahuila durante el periodo de 1993 a 1999, y tenía la misión de instaurar al Revolucionario Institucional, en un partido político democrático. Por lo tanto, el PRI decide en 1999 organizar una elección interna para escoger al candidato a gobernador de Coahuila en forma democrática. En dicha elección, resultó abanderado y ganador de la contienda Enrique Martínez y Martínez, en un proceso que para aquellos tiempos se consideró tranquilo y exitoso, ya que se consideraba que dicho proceso estaba destinado a fracasar.
Siempre que hay un ganador, hay también hay un perdedor. En aquella aventura, se había emprendido Jesús María Montemayor, empresario acuñense considerado el candidato oficial por parte de la administración enriquista. Por temas de recurso económico y poco apoyo de la militancia, en el camino ya habían quedado tendidos el lagunero Francisco Dávila, y Braulio Manuel Fernández Aguirre. Con el último personaje en mención, empezaba en Coahuila la moda del cambio de colores, debido a que pasó a las filas de Acción Nacional.
En la elección constitucional, el Partido Revolucionario Institucional se quedó con la gubernatura de Coahuila, al derrotar a Acción Nacional junto a su abanderado Juan Antonio García Villa. El Consejo Estatal Electoral (CEE), ya ahora convertido en Instituto Electoral de Coahuila (IEC) anunciaba el triunfo de Enrique Martínez y Martínez. Esa misma noche, queda en la memoria de la declaración del excandidato García Villa que dijo ante los medios de comunicación “No fuimos derrotados, fuimos atropellados por el priismo”.
El panorama internacional y nacional marcaban en los estados nuevos rumbos a pasos acelerados. Las redes sociales iniciaban su boom y con ello, también nacía una nueva forma de hacer política, pero, sobre todo, una nueva forma de presión social.
Todo cargo por elección popular un día tiene que concluir. Llegaba la sucesión y la fervencia política. Para sucesión desfilan nombres como el de Alejandro Gutiérrez, Javier Guerrero, Raúl Sifuentes y quien marcaría un antes y un después en la forma de hacer política en Coahuila, el profesor Humberto Moreira.
El hombre que tenía el poder era Raúl Sifuentes, sin embargo, cometió cantidades de errores, que al final le costó no aparecer ni el proceso interno del PRI, un proceso que será recordado por los sifuentistas que colocaron con calcas candados simbólicos en las instalaciones estatales del Revolucionario Institucional.
Javier Guerrero tenía bajo su control un grupo más sólido y era el hombre fuerte de las finanzas de la administración de Enrique Martínez. El originario de San Pedro de las Colonias, tenía un equipo organizado, pero que al final del día sucumbió ante la popularidad y tremenda organización sectorial del ex Secretario de Educación de Coahuila y ex alcalde de Saltillo, Humberto Moreira Valdés.
El exsenador Alejandro Gutiérrez jamás tuvo posibilidad de hacerse de la candidatura priista en el juego de ajedrez. Por lo tanto, en una elección constitucional sin sorpresas, el 25 de septiembre de 2005, Humberto Moreira Valdés arrasó en las urnas marcando un nuevo estilo en Coahuila. Siendo el menos favorito del gobernador Martínez y Martínez logró ganar la interna y constitucional.
Después un año antes de terminar su mandato solicito licencia para irse a la dirigencia del PRI nacional. Mientras tanto en Coahuila, su hermano Rubén Moreira Valdez era elegido candidato a gobernador. Con este acto el Revolucionario Institucional rompía el hecho de que la base de la militancia eligiera a su candidato.
Posteriormente, por concluir el mandato de Rubén Moreira el priismo coahuilense elige como su abanderado el actual gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, quien en un proceso interno gana la elección contra al cetemista Berino Granados.
La democratización de los institutos políticos resulta ser clave para la mejora de nuestra democracia, los dedazos y las elecciones sectarias solo producen desconfianza y recelo de la sociedad. Tomando en cuenta que la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo entonces el rediseño es importante: nuestra democracia necesita de un cimiento más sólido y es precisamente cuando emana de otras democracias.
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