Los mercados internacionales reaccionaron ante la escalada de violencia entre Israel e Irán, registrando un aumento del 6% en los precios del petróleo. La incertidumbre generada por los recientes ataques ha impulsado también la demanda de oro, considerado un refugio seguro, que alcanzó niveles récord.
Los analistas advierten que la continuidad del conflicto podría presionar aún más los precios de los combustibles, afectando la economía global. Por su parte, los inversionistas mantienen su interés en activos tradicionales de protección frente a la volatilidad financiera.
Este contexto refleja la creciente preocupación mundial ante el deterioro de la situación en Medio Oriente y sus posibles repercusiones en los mercados energéticos y financieros.