Miguel de Cervantes, el manco de Lepanto

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Cultura 91

Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares y fue bautizado el 9 de octubre de 1547 en la parroquia de Santa María la Mayor. Su padre, Rodrigo de Cervantes, era cirujano, y su madre, Leonor de Cortinas, se sabe muy poco de ella, aparte de que era natural de Arganda del Rey. Cervantes tuvo varios hermanos, incluyendo a Andrés, Andrea, Luisa, Rodrigo, Magdalena y Juan.

El apellido Saavedra, que Cervantes comenzó a utilizar después de su cautiverio en Argel, proviene de “shaibedraa”, una palabra en dialecto árabe magrebí que se pronuncia de manera similar al español y significa “brazo tullido o estropeado”. Es un apellido común en Argelia desde hace siglos. Algunos estudiosos sugieren que Cervantes adoptó este apellido para referirse a su propia discapacidad, ya que perdió el movimiento de su mano izquierda en un combate en 1571. Otros argumentan que Cervantes adoptó el apellido Saavedra como una forma de reinventarse después de su cautiverio, y que este nombre aparece en varias de sus obras. La prominente familia Saavedra de Sevilla, que luchó contra los moros durante siglos en la frontera, también podría haber sido una fuente de inspiración para Cervantes.

No se conocen detalles precisos sobre los primeros estudios de Cervantes, aunque es probable que no haya tenido una educación universitaria. Se cree que pudo haber estudiado en Valladolid, Córdoba o Sevilla. En 1566, se estableció en Madrid y asistió al Estudio de la Villa, dirigido por el catedrático de gramática Juan López de Hoyos. Durante esta etapa, Cervantes mostró interés por el teatro y asistía a las representaciones de Lope de Rueda.

Se ha preservado una providencia de Felipe II que data de 1569, en la cual se ordena la captura de Miguel de Cervantes, acusado de herir a un tal Antonio Sigura en un duelo. Si realmente se tratara de Cervantes y no de un homónimo, este incidente podría ser la razón por la cual decidió partir hacia Italia. Llegó a Roma en diciembre del mismo año, donde tuvo la oportunidad de leer los poemas caballerescos de Ludovico Ariosto que, según Marcelino Menéndez Pelayo, influirán en gran medida en la creación de Don Quijote, así como los Diálogos de amor del judío sefardí León Hebreo, que determinarán su concepción del amor. Durante su estancia en Italia, Cervantes se impregnó del estilo y el arte del país, y mantuvo siempre un grato recuerdo de su estancia allí.

Después de su estancia en Italia, Cervantes se puso al servicio de Giulio Acquaviva, quien se convertiría en cardenal en 1570 y a quien probablemente conoció en Madrid. Siguió a Acquaviva a través de ciudades como Palermo, Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara, un itinerario que también se menciona de manera elogiosa en “El licenciado Vidriera”. Posteriormente, Cervantes dejó el servicio de Acquaviva para unirse a la compañía del capitán Diego de Urbina en el tercio de Miguel de Moncada. Participó en la batalla de Lepanto el 7 de octubre de 1571, formando parte de la armada cristiana dirigida por Don Juan de Austria. Cervantes fue herido en la batalla y sufrió heridas en el pecho y en una mano, quedando con discapacidad en la mano izquierda. Estas heridas le valieron el apodo de “Manco de Lepanto”.

Después de la batalla de Lepanto, Cervantes continuó su carrera militar y participó en varias expediciones navales en el Mediterráneo. También viajó por Sicilia, Cerdeña, Génova y Lombardía antes de establecerse en Nápoles en 1575.

En su regreso a España desde Nápoles a bordo de la galera Sol, Cervantes y su hermano Rodrigo fueron capturados por una flota turca comandada por Mami Arnaute el 26 de septiembre de 1575. Fueron llevados a Argel, donde Cervantes fue vendido como esclavo al renegado griego Dali Mamí. Debido a las cartas de recomendación que llevaba consigo, sus captores creían que Cervantes era una persona importante y pidieron un rescate por su liberación. Después de pasar casi cinco años en cautiverio, Cervantes intentó escapar en varias ocasiones, organizando él mismo los intentos. Fue torturado, pero se negó a delatar a sus compañeros y asumió toda la responsabilidad. Finalmente, fue liberado el 19 de septiembre de 1580 gracias a los esfuerzos de los frailes mercedarios y trinitarios que se dedicaban a rescatar cautivos. Cervantes regresó a España y se estableció en Madrid con su familia.

La experiencia de Cervantes en cautiverio en Argel tuvo un impacto significativo en su vida y en su obra literaria, como se puede apreciar en obras como “El trato de Argel”, “La Galatea” y “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”.

En mayo de 1581, Cervantes se trasladó a Portugal, donde se encontraba la corte de Felipe II, con el propósito de encontrar una oportunidad para rehacer su vida y pagar las deudas que su familia había contraído para rescatarlo de Argel. Durante su estancia en Portugal, Cervantes recibió una comisión secreta en Orán debido a sus conocimientos sobre la cultura y costumbres del norte de África. A cambio de este trabajo, recibió 50 escudos. Después de su regreso a Lisboa, Cervantes solicitó un puesto de trabajo en las Indias, pero no tuvo éxito.

Es muy probable que entre los años 1581 y 1583, Cervantes escribiera su primera obra literaria en volumen y trascendencia, La Galatea. Esta obra se publicó en Alcalá de Henares en 1585 y se divide en seis libros, aunque solo se escribió la “primera parte”. La Galatea pertenece al género de la novela pastoril y muestra la influencia de la obra Diana de Jorge de Montemayor, que sentó las bases de este género en España. En La Galatea, se pueden encontrar influencias de las lecturas que Cervantes realizó cuando fue soldado en Italia.

Durante este período, Cervantes tuvo una relación amorosa con Ana Villafranca de Rojas, quien estaba casada con Alonso Rodríguez, un tabernero. Tuvieron una hija llamada Isabel Rodríguez y Villafranca, quien fue bautizada en 1584. Cuando Isabel quedó huérfana, fue acogida por Magdalena, hermana de Cervantes, y luego fue reconocida como Isabel de Saavedra por su padre. Sin embargo, la relación entre Cervantes y su hija no fue buena.

En septiembre de 1584, Cervantes fue llamado a Esquivias por doña Juana Gaytán para encargarse de la publicación del Cancionero de su difunto esposo, Pedro Laínez. Durante su estancia en Esquivias, Cervantes contrajo matrimonio con Catalina de Salazar y Palacios en diciembre de 1584. Aunque su matrimonio no fue exitoso y no tuvieron hijos, Cervantes nunca menciona a su esposa en sus escritos autobiográficos.

En 1587, Cervantes viajó a Andalucía como comisario de provisiones de la Armada Invencible. Durante este tiempo, recorrió el camino de Madrid a Andalucía en múltiples ocasiones. En 1588, se estableció en Sevilla, donde recogía productos para los barcos reales como comisario de abastos. Sin embargo, debido a la quiebra del banco donde depositaba la recaudación, Cervantes fue encarcelado en 1597. Fue durante su encarcelamiento en Sevilla cuando “engendró” la obra Don Quijote de la Mancha. No está claro si Cervantes comenzó a escribir la novela mientras estaba en prisión o si simplemente se le ocurrió la idea allí.

Después de su liberación, Cervantes tuvo algunos encarcelamientos breves, pero también continuó su carrera dramática y escribió obras como El cerco de Numancia y El rufián dichoso. En 1604, se instaló en Valladolid y publicó la primera parte de su obra más famosa, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, en 1605. La segunda parte fue publicada en 1615. Además de Don Quijote, Cervantes publicó las Novelas ejemplares en 1613 y Los trabajos de Persiles y Sigismunda, su última novela, en 1617.

Cervantes murió en Madrid a los 68 años de edad debido a la diabetes. Fue en su casa, ubicada en la esquina de la calle del León y la calle Francos, en el conocido barrio de las Letras o barrio de las Musas, en el entorno del Madrid de los Austrias. Cervantes deseaba ser enterrado en la iglesia del convento de las Trinitarias Descalzas, en el mismo barrio, ya que cuando estuvo preso en Argel, la congregación de los trinitarios lo ayudó y recaudó fondos para su liberación, actuando como intermediarios.

La influencia de Cervantes en la literatura universal es innegable, y su obra ha dejado una huella perdurable en la historia de la literatura.

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