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Nació en el pueblo de Maravatío, territorio del actual estado de Michoacán. Desde muy temprana edad tomó una postura liberal, lo que se debió en gran medida a su estancia en Francia, donde fue influido por las ideas de libertad. Desempeñó cargos políticos de mucha importancia en México: fue gobernador de su estado natal, autor y redactor de las leyes de reforma, vigentes aún en México y firmó el tratado de Ocampo-McLane. Su famosa epístola se lee en las ceremonias matrimoniales civiles. Murió en 1861, fusilado por el general Leonardo Márquez. En su honor se renombró Michoacán de Ocampo a su estado natal. Su corazón se conserva en el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo de forma permanente y está exhibido en una sala dedicada a él junto con otras pertenencias.
Fernando Iglesias Calderón fue de los mejores políticos liberales de México, familiar de la propietaria de la hacienda de Pateo, sostuvo que Ocampo no fue hijo de la familia Tapia y Balbuena, sino uno de los niños que ella recogió en su hacienda, un ahijado mulato nacido en 1810. Rotundamente, le dijo a Ángel Pola: “El hecho de recoger a un huérfano era muy común en aquellos tiempos y entre las familias acomodadas”. Capturado en Camargo durante la Intervención estadounidense en México, fue llevado a Morelia a trabajar en la imprenta del gobierno; lugar en donde permaneció desde diciembre de 1846 a los primeros días de mayo de 1847. Escribió en su cuaderno de aventuras:
“Durante los primeros dos meses de confinamiento, se nos ocupó en la composición de la Reimpresión de Ordenanzas de la ciudad de Valladolid (Morelia), durante el cual tuvimos la fortuna de que nos visitara el gobernador de la provincia (Melchor Ocampo), quien supervisó la publicación. Él es de los mejores hombres de México, y fue candidato a la presidencia en las últimas elecciones. Ocampo tiene alrededor de treinta y ocho años, un poco bajo de estatura, aunque robusto. Su fina facción aceitunada pareciera más oscura de lo que en realidad es, debido a la negrura de su cabellera, de la cual caen rizos alrededor de su cara y de sus expresivos y chispeantes ojos negros…”
Ocampo había atendido clases en el Seminario de Valladolid (Morelia) en 1824-1830; es decir, un adolescente de 14 años y no un niño de diez. Estudió en el seminario de Morelia y después leyes en el colegio seminario de México (Universidad Pontificia). Al completar sus estudios en el Seminario de Morelia, Ocampo se matriculó en la Universidad de México, se especializó en derecho, pero también estudió física, ciencias naturales, química y botánica. Trabajó en un bufete jurídico desde 1833. En 1840 viajó a Europa y allí se empapó de las doctrinas liberales y anticlericales de la Ilustración francesa. Ocampo, un hombre del Renacimiento que estaba igualmente en casa en las humanidades, las artes y las ciencias, regresó a México en 1842 y combinó la práctica del derecho con la agricultura científica, la catalogación de la flora y la fauna y el estudio de las lenguas indias. También estableció una de las mejores bibliotecas privadas en México.
Fue elegido diputado en 1842, y en 1846 fue el tercer gobernador del estado de Michoacán. En 1847, durante la guerra contra los Estados Unidos, Ocampo sirvió como gobernador de Michoacán, esforzándose enérgicamente por reunir tropas para combatir al invasor del norte. Después de la guerra entre Estados Unidos y México, los sentimientos anticlericales de Ocampo se intensificaron aún más por una amarga disputa con el clero de Michoacán. La causa que provocó la controversia fue la negativa de un párroco local a enterrar a un peón empobrecido porque su viuda no podía pagar los honorarios sacramentales. Ocampo más tarde se convirtió en Secretario del Tesoro, pero fue exiliado del país en 1850 por el extravagante Antonio López de Santa Anna, quien se había establecido como un dictador militar, enviándolo preso al fuerte de San Juan de Ulúa, frente al puerto de Veracruz, y posteriormente exiliado a Cuba y finalmente se mudó a Nueva Orleans, Estados Unidos.
Al establecerse en Nueva Orleans, Ocampo se hizo amigo de un exiliado aún más ilustre: Benito Juárez. Se convirtió en uno de los seguidores más leales de Juárez. En esta ciudad se dedica a la publicación de folletos para promover cambios políticos en México. El resultado de su esfuerzo fue el Plan de Ayutla. El exilio para la pareja terminó como resultado de dramáticos eventos que tuvieron lugar en México en 1854. Juan N. Álvarez, un general con simpatías liberales, convocó a una reunión en su hacienda en Guerrero de varios hombres influyentes que deseaban derrocar la dictadura corrupta de Santa Anna. Los conspiradores elaboraron el Plan de Ayutla, pidiendo la expulsión de Santa Anna y un presidente temporal que gobernaría hasta que se redactara una nueva constitución. La rebelión se extendió rápidamente por todo el país y Santa Anna, incapaz de sofocar el levantamiento a través de su método habitual del soborno, huyó al exilio en el otoño de 1855. Juan Álvarez se convirtió en presidente provisional y Juárez y Ocampo, de regreso del exilio, fueron nombrados ministros de Justicia y de Relaciones Exteriores brevemente.
Durante el gobierno de Juárez fue nombrado ministro de Gobernación, encargándose también de los ministerios de Relaciones, Guerra y Hacienda. De esta época son las famosas Leyes de Reforma, que separaron la Iglesia del Estado, y de cuya redacción fue él uno de los principales autores. El 30 de mayo de 1861, los conservadores al mando del español Lindoro Cajiga (que años después sería capturado, torturado y fusilado por el ejército republicano) lo aprehendieron en su hacienda de Pomoca, cerca de Maravatío, Michoacán y lo trasladaron a la población y posteriormente a Tepeji del Río (Hidalgo), para ser presentado ante Leonardo Márquez y Félix Zuloaga, generales conservadores y acérrimos enemigos de los liberales. Murió Melchor Ocampo fusilado en Tepeji del Río el 3 de junio de 1861 por los soldados conservadores del general Leonardo Márquez. Tras el fusilamiento, Márquez ordenó que el cuerpo fuera colgado de un árbol de pirul. Los vecinos trasladaron el cadáver de Ocampo a la capital, y fue sepultado el 5 de junio a las tres y media de la tarde. Posteriormente, el 3 de junio de 1897 se trasladaron sus restos a la Rotonda de las Personas Ilustres. En su honor, su estado natal ahora se llama Michoacán de Ocampo, así como la ciudad Maravatío de Ocampo, el teatro en la capital del estado, Teatro Ocampo de Morelia, y la ciudad serrana del estado de Puebla, Tetela de Ocampo.
En su testamento, dice:
Me despido de todos mis buenos amigos y de todos los que me han favorecido en poco o en mucho y muero creyendo que he hecho por el servicio de mi país cuanto he creído en conciencia que era bueno… Lego mis libros al Colegio de San Nicolás, de Morelia, después de que mis señores albaceas y Sabás Iturbide tomen de ellos los que gusten.
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