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Leonora Carrington, fue una pintora surrealista y escritora inglesa nacionalizada mexicana nacida el 6 de abril de 1917 en Clayton Green, una aristocrática mansión del pueblo de Chorley, en Lancashire, Inglaterra. Cuando tenía 3 años su familia se traslada a Crookhey Hall, un castillo neogótico rodeado de inmensos jardines y bosques que Carrington inmortalizó en obras como Green Tea.
Aunque se educó en el Convento del Santo Sepulcro, en la ciudad de Chelmsford, donde estuvo encarcelado Oscar Wilde, no siguió las pautas educativas de las señoritas de la alta sociedad destinadas al mercado del matrimonio, sino que leía vorazmente y participaba en las charlas que sobre diversos temas organizaban en su casa los jesuitas del colegio de sus hermanos en Stonyhurst. Su mundo imaginario estaba lleno de gnomos, duendes, gigantes y fantasmas, producto de su educación irlandesa y del contacto con la mitología celta. Desde una edad muy temprana empezó a entrar en contacto con su propio mundo natural que para otros era sobrenatural, y a tener visiones y experiencias con espíritus y fantasmas, lo que le valió la expulsión del Santo Sepulcro y su paso por un sinfín de escuelas, pues detestaba la educación convencional y se aburría mortalmente. Fue enviada a una escuela de jovencitas, Miss Penrose School for Girls, de Florencia. Allí se empapó, durante ocho meses del arte de los museos florentinos. Después fue enviada a París para estudiar en una “finishing school”, una escuela privada de modales para señoritas, de donde también fue expulsada y recalando finalmente en la casa de un profesor de arte, apellidado Simon, quien le enseñó a dibujar de manera realista.
En 1936 ingresó en la academia Ozenfant de arte, en la ciudad de Londres. Al año siguiente conoció a quien la introdujo indirectamente en el movimiento surrealista: el pintor alemán Max Ernst, a quien volvió a encontrar en un viaje a París y con quien no tardó en establecer una relación sentimental. Durante su estancia en esa ciudad entró en contacto con el movimiento surrealista y convivió con personajes notables del movimiento como Joan Miró y André Breton, así como con otros pintores que se reunían alrededor de la mesa del Café Les Deux Magots, como por ejemplo el pintor Pablo Picasso y Salvador Dalí.
En 1938 escribió una obra de cuentos titulada La casa del miedo y participó junto con Max Ernst en la Exposición Internacional de Surrealismo en París y Ámsterdam. Previamente a la ocupación nazi de Francia, varios de los pintores del movimiento surrealista, incluida Leonora Carrington, se volvieron colaboradores activos del Freier Künstlerbund, movimiento subterráneo de intelectuales antifascistas.
Leonora Carrington tenía solo 20 años cuando conoció a Max Ernst en Londres. Entonces el pintor ya contaba con 47 años y con bastante fama como surrealista. La gran diferencia de edad, el hecho de que Ernst además estaba casado, así como sus posiciones surrealistas radicales hacían que esta relación no contara con la anuencia de su padre. A pesar de ello, la pareja se reencontró en París y pronto se fueron a vivir a la provincia, al poblado de Saint-Martin-d’Ardèche, en una casa de campo que adquirieron en 1938. Hasta hoy se conserva en la fachada de esta casa un relieve que representa a la pareja y su juego de roles: «Loplop», el alter ego de Max Ernst, un animal alado fabuloso entre pájaro y estrella de mar y su «Desposada del Viento»: Leonora Carrington.
La vida tranquila y feliz de la pareja en este sitio duró solo un año. En septiembre de 1939, al igual que muchos otros alemanes y austriacos residentes en Francia, Max Ernst, identificado como residente extranjero proveniente de país hostil fue arrestado. Tras su detención e internamiento en el campo de Les Milles, Carrington sufrió una desestabilización psíquica. Ante la inexorable invasión nazi, se vio obligada a huir a España. Por gestión de su padre fue internada en un hospital psiquiátrico de Santander. De este período la pintora guardó una marca indeleble, que afectó de manera decisiva su obra posterior. Carrington describió, en su obra autobiográfica, los pormenores de esta dramática historia. A partir de este momento, André Breton se interesó por la histeria, la locura y otras alteraciones mentales y vio a Carrington como una embajadora de vuelta del “otro lado”, una vidente, la bruja que regresaba del inframundo armada de poderes visionarios.
En 1941 escapó del hospital y arribó a la ciudad de Lisboa, donde encontró refugio en la embajada de México. Allí conoció al escritor Renato Leduc, quien la ayudó a emigrar. Ese mismo año contrajeron matrimonio y Carrington viajó a Nueva York. En 1942 emigró a México y en 1943 se divorció de Renato Leduc. En 1944, y en casa de José y Katy Horna, conoció al que sería su segundo esposo, el fotógrafo húngaro Emérico Weisz, “Chiki”, mano derecha de Robert Capa durante años. Tuvieron dos hijos, Gabriel y Pablo. En México, la pintora restableció lazos con varios de sus colegas y amigos surrealistas en el exilio, quienes también se encontraron en ese país, tales como André Breton, Benjamin Péret, Alice Rahon, Wolfgang Paalen, Bridget Bate Tichenor y la pintora Remedios Varo, con quien mantuvo una amistad duradera.
En los ochenta Carrington comenzó a fundir esculturas en bronce, sus temas se refieren a las múltiples realidades que confronta la realidad de la vejez. Por otra parte ella tuvo un genuino interés por la alquimia y los cuentos de hadas con los que creció, interés que se percibe en su obra pictórica y escultórica. Fue ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes, otorgado por el gobierno de México en 2005.
Alérgica a los medios de comunicación y periodistas, tras meses de preparación, la periodista Silvia Cherem consiguió “colarse” en su casa con el compromiso de no hacer una entrevista “formal”. Su declaración al respecto fue: “Nunca me ha gustado desnudarme como si fuera estrella de Playboy, y mucho menos a los 86 años”. Se consideraba más que surrealista por haber sido compañera sentimental de Max Ernst, defensora de los derechos de la mujer: “Aunque me gustaban las ideas de los surrealistas, André Bretón y los hombres del grupo eran muy machistas. Solo nos querían a nosotras como musas alocadas y sensuales para divertirlos, para atenderlos”.
Falleció a los 94 años en la Ciudad de México el 25 de mayo de 2011, y fiel a su aversión a los periodistas, fue enterrada en el Panteón Inglés sin fotógrafos.
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