Julio Cortázar, el argentino que revolucionó la literatura

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Julio Florencio Cortázar nació en Ixelles, un distrito del sur de la ciudad de Bruselas, capital de Bélgica. Su país natal fue invadido por los alemanes en su momento de nacimiento. Era hijo de los argentinos Julio José Cortázar y María Herminia Descotte, siendo su padre un funcionario de la embajada argentina en Bélgica donde se desempeñaba como agregado comercial. La familia llamaba a Julio de pequeño “Cocó”. El mismo Julio Cortázar se refería a su nacimiento como “un producto del turismo y la diplomacia”.

Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, los Cortázar lograron llegar a Suiza gracias a la condición alemana de la abuela materna de Julio. Poco después, se trasladarían por un tiempo a Barcelona, donde vivieron alrededor de un año y medio. Al retornar, se establecieron en Banfield, en la zona sur del Gran Buenos Aires. Julio pasó su infancia allí con su madre, su tía, y su única hermana llamada Ofelia, quien era un año menor que él. Si bien vivían en una casa con patio, la infancia de Julio no fue del todo feliz, caracterizada por una gran sensibilidad, mucha servidumbre y tristeza frecuente.

El futuro escritor tuvo una infancia brumosa y con una percepción del tiempo y espacio distinta a la de los demás. Julio contaba con seis años cuando su padre abandonó a la familia y nunca más se pusieron en contacto. Debido a su salud precaria, Julio pasaba mucho tiempo en cama, encontrando en la lectura una compañía constante. A los nueve años ya había leído obras de autores como Julio Verne, Victor Hugo y Edgar Allan Poe, lo cual le causaba pesadillas con frecuencia. También acostumbraba a pasar horas leyendo un diccionario Pequeño Larousse. Debido a su excesiva lectura, su madre, el director de su colegio y un médico se mostraban preocupados por la situación, recomendándole un descanso de cinco o seis meses, con el fin de que saliera a tomar sol y leyera menos.

Como escritor precoz, Cortázar ya había escrito una pequeña novela a la temprana edad de nueve o diez años, aunque él mismo luego la consideraría “afortunadamente perdida”. Incluso antes de eso, había escrito algunos cuentos y sonetos de gran calidad, lo que llevó a su familia, incluyendo a su madre, a dudar de la veracidad de su autoría, causando gran pesar en Cortázar. Él compartió esta experiencia en entrevistas posteriores.

Después de realizar su educación primaria en la Escuela N.º 10 de Banfield, Cortázar se formó como maestro normal en 1932 y como profesor en Letras en 1935 en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta. Durante este tiempo, comenzó a frecuentar los estadios de boxeo, donde creó una filosofía de este deporte eliminando el lado sangriento y cruel del mismo, y apreciando aquellos hombres valientes que siempre avanzan a pesar de todo. A los diecinueve años, leyó el diario de una desintoxicación de Jean Cocteau, publicado en Buenos Aires Opio, traducido por Julio Gómez de la Serna y con un prólogo de su hermano Ramón, que lo deslumbró y se convirtió en uno de sus libros favoritos durante el resto de su vida. Comenzó sus estudios de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, pero decidió utilizar su título para trabajar y ayudar a su madre en lugar de continuar sus estudios. Dictó clases en Bolívar, Saladillo y Chivilcoy, donde vivió en cuartos solitarios de pensiones, leyendo y escribiendo en todo momento libre. En Chivilcoy, dio clases de literatura en la Escuela Normal , asistiendo también a las reuniones de amigos que se hacían en el local de fotografía de Ignacio Tankel. En 1944, se mudó a la ciudad de Mendoza, donde impartió cursos de literatura francesa en la Universidad Nacional de Cuyo. Participó en manifestaciones de oposición al peronismo y presentó su renuncia cuando Juan Domingo Perón ganó las elecciones presidenciales en 1946. Después de regresar a Buenos Aires, trabajó en la Cámara Argentina del Libro y publicó su primer cuento, “Casa tomada” en la revista Los Anales de Buenos Aires. Desde finales de los años cuarenta hasta 1953, colaboró con la revista literaria Sur, fundada y dirigida por Victoria Ocampo. Durante este tiempo, publicó un importante trabajo teórico, “Teoría del túnel”, entre otros textos relevantes.

En 1963, la organización Casa de las Américas invitó a Julio Cortázar para que fuese jurado en un concurso en Cuba. Desde ese momento, su interés por la política latinoamericana nunca desapareció. Durante su visita, conoció a José Lezama Lima, con quien se escribía desde 1957 y cuya amistad duró hasta la muerte de Lima. Ese mismo año publicó la famosa novela Rayuela, que se convirtió en un clásico de la literatura en español. En algunos de sus trabajos, Cortázar donó sus derechos de autor para ayudar a presos políticos de varios países, incluyendo a los de Argentina. También se solidarizó con el gobierno de Salvador Allende durante un viaje a Chile en 1970, y visitó Argentina para ver a su madre y a sus amigos. Sin embargo, en 1971 se opuso a la persecución y arresto del autor Heberto Padilla en Cuba y, aunque siguió de cerca los acontecimientos políticos en Latinoamérica, se sintió ambivalente con respecto a Cuba. En 1974 formó parte del Tribunal Russell II, que examinó la situación política en América Latina, incluyendo las violaciones de los derechos humanos, y entregó el dinero del premio Médicis étranger por Libro de Manuel al Frente Unido de la resistencia chilena. En sus últimos años, viajó varias veces a Nicaragua, donde conoció a Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal, y participó en la reconstrucción de la Cantata de Santa María de Iquique para la banda musical chilena Quilapayún.

En agosto de 1981, sufrió una hemorragia gástrica que lo puso en peligro de muerte, pero a pesar de ello, continuó escribiendo. Poco después, el presidente François Mitterrand le otorgó la ciudadanía francesa. En 1983, después del regreso de la democracia a Argentina, Cortázar hizo un último viaje a su país natal, donde fue recibido con entusiasmo por sus admiradores en contraste con la indiferencia de las autoridades nacionales, ya que el presidente Raúl Alfonsín se negó a recibirlo. Vivió sus últimos años en París, en dos casas diferentes, rodeado de sus colecciones de música y libros, en compañía de su gata Flanelle y siempre recibiendo amablemente a otros escritores que pasaban por la ciudad. Desafortunadamente, después de la muerte de su esposa Carol Dunlop, Cortázar cayó en una profunda depresión y en febrero de 1984 falleció debido a una leucemia. Sin embargo, algunos dicen que la leucemia fue causada por el SIDA, que supuestamente contrajo de una transfusión de sangre en mal estado. Fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la misma tumba que su esposa Carol, y la lápida y escultura fueron diseñadas por sus amigos, Julio Silva y Luis Tomasello. Muchos amigos, incluyendo sus exparejas Ugné Karvelis y Aurora Bernárdez, asistieron a su funeral.

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