José Clemente Orozco y su legado revolucionario

0
362

Cultura 88

Cuando José Clemente Orozco Flores tenía dos años, su familia se mudó de Zapotlán a Guadalajara y luego a la Ciudad de México. Durante este tiempo, Orozco tuvo la oportunidad de conocer el trabajo del reconocido grabador José Guadalupe Posada, cuyos grabados despertaron su interés por la pintura. Observando a Posada trabajar en la tienda de Vanegas Arroyo, Orozco obtuvo sus primeras lecciones de color, lo que lo llevó a desarrollar su pasión por el dibujo. Para mejorar sus habilidades, se inscribió en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, donde recibió clases nocturnas de dibujo.

En 1897, Orozco fue enviado a la Escuela Nacional de Agricultura en San Jacinto, aunque él no estaba particularmente interesado en la agricultura. Sin embargo, logró ganar dinero dibujando mapas topográficos. Durante su matrimonio con Margarita Valladares, Orozco comenzó a trabajar en litografías que representaban la vida indígena. Con el tiempo, se especializó en la pintura mural y adquirió un dominio perfecto de su técnica.

En 1916, realizó su primera exposición individual en la librería Biblos de la Ciudad de México. Al año siguiente, viajó a Estados Unidos, viviendo en San Francisco y Nueva York, donde pintó carteles y murales para distintas instituciones, como el Pomona College de California, el Dartmouth College y la New School for Social Research de Nueva York. En esta última, realizó un fresco auténtico, pintando sobre yeso húmedo, siendo el primero de este tipo en ser hecho en Nueva York. En 1922, se unió a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros en el sindicato de pintores y escultores, con el propósito de revivir el arte de la pintura mural bajo el patrocinio del gobierno. En 1926, por encargo de la Secretaría de Educación, pintó el mural “Reconstrucción” en el edificio del Palacio Municipal en la ciudad de Orizaba.

La segunda etapa mural de Orozco comenzó cuando se trasladó a Estados Unidos en 1927. Durante su estancia, creó tres murales importantes. En su segunda visita a Nueva York, se centró en trabajar y exhibir sus obras. Realizó dibujos y una serie de óleos que representaban escenas de la Revolución, como Queensboro Bridge, The Curbz, Winter y The Subway, mostrando la deshumanización y el carácter industrial de la gran ciudad.

Después de tres años fuera de México, el historiador de arte José Pijoán gestionó que Orozco fuera invitado al Pomona College en Claremont, California, donde decoró el Frary Hall. Aquí, pintó uno de los motivos más importantes de su carrera, representando a Prometeo, el heroico personaje mitológico que robó el fuego divino para entregárselo a los humanos. El mural destacado del Pomona College presenta a un desnudo prominente: Prometeo triunfante, quien ayudará a los hombres a liberarse. Esta figura central fue el punto de partida para la nueva etapa de Orozco. En 1930, realizó murales en la New School of Social Research de Nueva York, y luego fue invitado a dar clases de técnica de fresco en el Dartmouth College en Hanover, New Hampshire, donde permaneció hasta 1934.

Orozco, al regresar a México en 1934, creó la obra Katharsis en el Palacio de Bellas Artes, la cual se encuentra frente a la obra de Rivera titulada El hombre en la encrucijada. Katharsis representa el conflicto violento entre el hombre moderno y el caótico mundo mecanizado que lo rodea y lo oprime. Entre 1936 y 1939, Orozco realizó murales en Guadalajara, como en la Rectoría de la Universidad de Guadalajara, el Palacio de Gobierno de Jalisco y el Hospicio Cabañas. En estos murales, Orozco retrata temas como la educación, la historia de México y la filosofía humanística. Por otro lado, en 1940, Orozco realizó dos obras murales más, una en la Biblioteca Gabino Ortiz en Jiquilpan, Michoacán, y otra en Nueva York, encargada por el Museo de Arte Moderno, llamada Dive Bomber, que representa el peligro de la guerra que amenaza a la humanidad.

En el año 1941, llevó a cabo la creación de los frescos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Estos frescos constan de cuatro paneles los cuales abarcan tres temas clave. En dos de los paneles, se enfoca en el tema de la justicia, donde critica y ridiculiza la práctica de la justicia, la cual está plagada de errores e injusticias. La justicia y su práctica son contrastadas entre sí. El auténtico derecho se enfrenta a los impostores, demagogos y políticos que alegan profesar los ideales de libertad y democracia, pero que actúan en dirección contraria. Otro tema trata sobre las riquezas nacionales; los productos de la tierra, los metales preciosos y el petróleo están protegidos bajo la bandera mexicana y el jaguar, símbolos patrios. Un tercer tema se relaciona con los movimientos sociales obreros.

Durante el período de 1941 a 1944, Orozco se enfocó en la pintura de caballete, retratando a celebridades como Dolores del Río. Además, creó una importante obra mural en la bóveda y los muros del coro de la antigua Iglesia de Jesús Nazareno, entre 1942 y 1944, cuyas ideas están relacionadas con el Apocalipsis. En 1943, fue uno de los fundadores de El Colegio Nacional. En 1946, se unió a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros en la Comisión de Pintura Mural del Instituto Nacional de Bellas Artes. Ese mismo año, recibió el Premio Nacional de Bellas Artes de México y expuso en el Palacio de Bellas Artes en 1947.

Al regresar a Guadalajara en 1948, se le encargó pintar el techo de la Cámara Legislativa, abordando el tema de la legislación revolucionaria mexicana y el decreto de Hidalgo que abolió la esclavitud. En esta obra, la figura central es Hidalgo, presentado de manera más tranquila y reflexiva que en su famosa escalera del Palacio. Con esta última pieza, concluyó su carrera como muralista, en la cual se destacó más la visión cualitativa del drama humano que el aspecto épico-histórico.

El 7 de septiembre de 1949, mientras trabajaba en los primeros trazos de un mural en el edificio Multifamiliar Presidente Alemán de la Ciudad de México, Orozco falleció. Fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres en la misma ciudad.

Orozco pertenece al grupo de pintores y muralistas mexicanos, los cuales incluyen a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Estos muralistas expresionistas mexicanos adelantaron las tendencias neorepresentativas o neoicónicas que surgieron en la década de 1960.

A diferencia de Rivera y Siqueiros, Orozco retrata la condición humana sin apuntar a ningún aspecto político en particular. Su interés se centra en valores universales en lugar de valores nacionales, lo que se refleja en sus imágenes más característicamente al comunicar la capacidad del ser humano para controlar su destino y su libertad frente a los factores determinantes de la historia, la religión y la tecnología. En su afán por lograr efectos emotivos fuertes en sus pinturas, Orozco simplifica las líneas y colores, dándoles audacia en la interpretación de temas contemporáneos y valores sociales.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí