Antonio Caso Andrade

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Antonio Caso Andrade fue un destacado filósofo mexicano cuyas ideas desafiaron el positivismo imperante en su tiempo. Como rector de la entonces Universidad Nacional de México entre 1921 y 1923, junto a José Vasconcelos, fundó el Ateneo de la Juventud, un grupo humanista que rechazaba las corrientes filosóficas de Augusto Comte y Herbert Spencer. Esta generación buscaba inspiración en figuras como Henri Bergson, Arthur Schopenhauer y José Enrique Rodó, defendiendo la idea de un ser humano moral, voluntarioso y espiritual en oposición al racionalismo predominante.

Caso, un cristiano no denominacional, infundió su filosofía con la creencia en la autoridad moral y definitiva de Jesucristo y los Evangelios. Su enfoque se vio moldeado por esta convicción, desafiando las bases del pensamiento de su tiempo

Nació el 19 de diciembre de 1883 en la Ciudad de México. Se graduó como licenciado en Derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, hoy conocida como Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Fue uno de los filósofos más influyentes de México durante la primera mitad del siglo XX. Su enfoque se centró en la filosofía, sociología, literatura y estética. Se le reconoce como pionero en la creación de una filosofía identitaria mexicana, más tarde continuada por otros pensadores como Samuel Ramos y Leopoldo Zea. Abogó por el pluralismo ideológico, la autonomía universitaria y la libertad académica.

Participó activamente en la revista Savia Moderna en 1906 y fue miembro del Ateneo de la Juventud en 1909, junto a figuras destacadas como Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes y José Vasconcelos. Su labor con el Ateneo se enfocó en superar las limitaciones del positivismo en México y en promover el pensamiento universal y el estudio de la cultura mexicana. Este movimiento llevó a la fundación de la Universidad Popular Mexicana en 1912, impulsada por Reyes, Caso y Henríquez Ureña, con el propósito de fomentar la cultura entre la clase trabajadora.

Desde temprana edad hasta poco antes de su fallecimiento, se dedicó a la enseñanza, impartiendo diversas materias en instituciones educativas como la Escuela Nacional Preparatoria, la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, y la Facultad de Filosofía y Letras. Desempeñó roles clave como secretario fundador y rector de la Universidad Nacional de México, así como director de varias instituciones educativas. Además, representó a México como embajador en varios países sudamericanos.

Caso dejó un legado significativo en la filosofía con obras como “La filosofía de la intuición” (1914), “Los problemas filosóficos” (1915), “Discurso a la nación mexicana” (1922), “Principios de estética” (1925), entre otros. Además, incursionó en la poesía con libros como “Crisopeya” (1931) y “El políptico de los días del mar” (1935).

Recibió múltiples reconocimientos a lo largo de su vida, incluyendo condecoraciones de países como Perú, Chile, Francia, y Alemania. Fue miembro de diversas instituciones académicas en América Latina y Europa, así como doctor honoris causa en varias universidades. 

La vida intelectual de Antonio Caso se centró en su vasta obra escrita y en su influencia como maestro por excelencia para varias generaciones. Dentro del círculo del Ateneo de la Juventud, fungió como el guía filosófico destacado, comparable a la función literaria de Pedro Henríquez Ureña en el mismo grupo. Durante la década de 1910, este grupo realizaba lecturas conjuntas de los diálogos platónicos en la casa de Caso, mientras la Revolución se desencadenaba en el país. Desde sus primeros escritos sobre la filosofía moral de don Eugenio M. de Hostos hasta sus conferencias que desafiaron la relevancia del positivismo, doctrina del porfiriato, Caso fue un estímulo constante para las inquietudes filosóficas, un expositor elocuente y difusor, y, sobre todo, un maestro de las lecciones esenciales de la moral intelectual y la conciencia nacional.

Su contribución más significativa en el ámbito filosófico fue su doctrina espiritualista, sintetizada en su idea de “La existencia como economía, como desinterés y como caridad” (1919, 1943), título de uno de sus libros. Además, la divulgación que realizó de “La filosofía de Husserl” (1943) influyó en la formación de las nuevas generaciones. En otros campos, sus reflexiones sociológicas sobre la cultura mexicana fueron valiosas (“El problema de México y la ideología nacional”, 1924; “La persona humana y el Estado totalitario”, 1941; “México, apuntamientos de cultura patria”, 1943), así como sus obras escolares más difundidas: “Principios de estética” (1925) y “Sociología genética y sistemática” (1927). Destacan también sus ensayos sobre arte y literatura (“Beethoven: la Sinfonía ix”, “Los cuatro poetas modernos”, y “Comento breve de la “Oda a la música” de fray Luis de León”, por ejemplo).

Para desafiar las hegemonías doctrinales en la enseñanza universitaria de ciertas corrientes filosóficas y confusiones históricas, Caso se involucró en once polémicas notables, publicadas principalmente en el diario El Universal. Estos debates versaron sobre temas como la libertad de cátedra, la orientación ideológica universitaria, las tesis del marxismo y cuestiones metafísicas, psicológicas e históricas. Estos debates involucraron a figuras notables de su época como Agustín Aragón, Francisco Bulnes, Samuel Ramos, y otros, explorando temas desde la naturaleza científica y filosófica de la historia hasta la existencia de Dios y la libertad.

Además de su obra filosófica, Caso incursionó en la poesía, escribiendo poemas como “Canto a Juárez” (1905), “Crisopeya” (1931), “El políptico de los días del mar” (1935), y el poema inédito “La ciudad de Dios”. Sus “Obras completas” fueron recopiladas en doce volúmenes por la UNAM entre 1971 y 1984, contando con prólogos de diversos académicos. Homenajes a su legado se reflejaron en libros como “Centro de Estudios Filosóficos, Homenaje a Antonio Caso” y en números especiales de revistas como Luminar, así como en homenajes de El Colegio Nacional.

Caso Andrade falleció el 6 de marzo de 1946 en la Ciudad de México, sus restos descansan en la Rotonda de la Personas Ilustres. 

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