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Cultura

30 de abril, día de la niñez

El Ahuizote
El Ahuizote
abril 28, 2025

Cada 30 de abril, en México, las calles se llenan de risas, globos, piñatas, dulces y fiestas escolares. Es el Día del Niño, una fecha que parece hecha solo para jugar, correr y comer pastel. Pero detrás de todo ese colorido, hay una historia más profunda, y una realidad que vale la pena revisar con lupa. Porque sí, los niños merecen celebrar, pero también merecen que se les garantice una vida digna, y ahí es donde el reto comienza.

¿De dónde viene esta fiesta?

El Día del Niño tiene sus raíces en un gesto noble: la necesidad de reconocer y proteger los derechos de la infancia. La historia comienza tras los horrores de la Primera Guerra Mundial, cuando la escritora británica Eglantyne Jebb, fundadora de Save the Children, impulsó en 1923 la primera “Declaración de los Derechos del Niño”. Esta semilla fue creciendo hasta que, en 1954, la ONU pidió a todos los países designar un día para promover el bienestar infantil. México se adelantó: desde 1924 celebramos el Día del Niño cada 30 de abril, por decreto del entonces presidente Álvaro Obregón y su ministro de Educación, José Vasconcelos.

El objetivo era claro: recordar que los niños no solo son el futuro, sino el presente. Que deben ser protegidos, educados y escuchados. Sin embargo, con el paso del tiempo, la fecha se fue convirtiendo más en una celebración de fiesta que en un recordatorio de derechos.

¿Cómo están los niños hoy en México?

Aquí es donde el asunto se pone serio. Porque más allá de los festejos, la infancia mexicana enfrenta realidades difíciles. Según datos del INEGI y el CONEVAL, más de 18 millones de niñas y niños viven en situación de pobreza, y alrededor de 3.5 millones en pobreza extrema. Eso significa que carecen de lo más básico: alimentación, salud, educación o vivienda digna.

Y si eso no fuera suficiente, casi 3.3 millones de menores trabajan, muchos de ellos en condiciones peligrosas o fuera del marco legal. Aunque el trabajo infantil está prohibido por la Constitución, la necesidad obliga. ¿Cómo le explicas a un niño que debe ir a la escuela cuando tiene que trabajar para comer?

Además, la violencia también alcanza a los más pequeños. Tan solo en 2023, más de 2,000 niños y adolescentes fueron víctimas de homicidio en México, y los casos de abuso y desapariciones siguen al alza. En muchos estados, las niñas y niños viven con miedo, en contextos donde la escuela no es un lugar seguro y el juego es un lujo.

La infancia, en los márgenes digitales

Hoy en día, los retos han cambiado. A la pobreza y la violencia se suman la brecha digital y el uso problemático de redes sociales y pantallas. Muchos niños tienen acceso a celulares desde los cinco o seis años, pero no a una computadora o internet para estudiar. Y aunque la tecnología puede ser una herramienta de aprendizaje, también puede ser un campo minado sin supervisión: bullying digital, contenido inadecuado, explotación en línea.

El encierro por la pandemia de COVID-19 agravó estas desigualdades. Según UNICEF, más del 60% de los estudiantes mexicanos no pudieron continuar adecuadamente sus estudios en línea durante los cierres escolares, lo cual afectó sobre todo a los más vulnerables.

No todo es negativo: avances que sí valen

A pesar del panorama complejo, hay esfuerzos que merecen aplauso. La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, aprobada en 2014, fue un paso importante. Hoy se habla más de participación infantil, de salud mental, de prevenir la violencia escolar y de generar espacios de protección. Además, el reconocimiento de la niñez como sujeto de derechos ha comenzado a permear en algunas políticas públicas.

También existen programas comunitarios, casas de cultura, y proyectos educativos que rescatan talentos infantiles en música, ciencia o deporte. La niñez no solo necesita protección, también necesita estímulo.

Entonces, ¿cómo celebrar el 30 de abril?

El Día del Niño no tiene que perder la magia. Al contrario, debe ser una celebración con causa. Regalar dulces está bien, pero también hay que regalar tiempo, atención y oportunidades. Escuchar sus ideas, preguntarles cómo se sienten, y sobre todo, luchar para que su realidad no sea una batalla cuesta arriba.

Porque si hay algo que todos deberíamos entender es que un país que cuida a sus niños, cuida su futuro. No hay desarrollo económico, ni paz duradera, si no se garantiza a la niñez salud, seguridad, educación y alegría real, no de envoltorio.

Así que este 30 de abril, celebremos en grande, pero también pensemos en pequeño. En los millones de niños que hoy no están jugando, porque están trabajando, huyendo, sobreviviendo o resistiendo. Pensemos en ellos y trabajemos por ellos, porque como decía Eglantyne Jebb: “Los niños no son el futuro, son el ahora”.

Y sí, que haya pastel, dulces y juguetes, pero que también haya justicia.

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