Volver a Gramsci

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Por Israel Reyes 

En un mundo en constante cambio y transformación, las ideas y teorías que moldean nuestra comprensión de la realidad también deben evolucionar, como algo obligado. En este sentido, Antonio Gramsci, el famoso teórico italiano, sigue siendo una figura relevante y de gran influencia en el panorama político y social actual.

Durante bastantitos años, la figura de Antonio Gramsci ha sido objeto de interés y debate en el ámbito intelectual. Su lugar en la historia del pensamiento político y social es indiscutible, ya que fue un teórico brillante y una estrategia revolucionaria y eludió la fácil clasificación ideológica. Su obra, profundamente arraigada en la realidad y las luchas de su tiempo, sigue siendo relevante en nuestra sociedad actual.

Gramsci comprendió la importancia del poder cultural en la lucha política, siendo uno de los primeros en reconocer la necesidad de trabajar en la “hegemonía” de la clase dominante. Para él, la dominación no sólo se logró a través de la violencia y la represión, sino también mediante la construcción y el mantenimiento de una cultura que perpetuara los valores y los intereses de la clase dominante. Esta idea pionera vigente hoy en día, ya que nos permite comprender el papel que desempeñan los siguientes medios de comunicación, la educación y otros agentes culturales en la perpetuación de la desigualdad y el control.

Sin embargo, el legado de Gramsci va más allá de su teoría de la hegemonía. Su pensamiento impactó profundamente en la interpretación de la historia y en la comprensión de los movimientos sociales. Antonio entendía que la historia no era solo una acumulación de eventos y logros individuales, sino una interrelación compleja de fuerzas sociales, económicas y culturales. Su concepción materialista de la historia nos recuerda que el progreso y el cambio social no ocurren de forma espontánea, sino a través de la lucha colectiva y consciente de las clases subalternas.

Gramsci también destacó la importancia de la “revolución pasiva”, un proceso en el cual el cambio social se desarrolla de manera gradual y pacífica, pero igualmente transformadora. Reconocer y comprender los momentos de cambio silencioso y las pequeñas victorias en la lucha por la justicia y la igualdad es fundamental para no desalentarse en los momentos de adversidad. El legado de Gramsci nos enseña que cada pequeña acción puede marcar la diferencia y allanar el camino hacia la transformación radical.

En la actualidad, enfrentamos desafíos políticos y sociales complejos. La desigualdad, la injusticia racial y la explotación laboral tienen al acecho, convirtiendo a Gramsci en una fuente de inspiración para quienes buscan un cambio significativo. La idea y la historia de Gramsci nos invitan a analizar críticamente las estructuras de poder ya idealizar un mundo más justo y equitativo. Su metodología nos enseña a pensar en términos de posibilidades y estrategias transformadoras en lugar de encerrarnos en un determinismo histórico rígido.

El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos. Antonio Gramsci fue y sigue siendo un pensador visionario cuyo legado trascenderá las barreras del tiempo. También nos diría que, la mayor parte de los hombres son filósofos en cuanto operan en la práctica y en su trabajo práctico está implícitamente contenida una concepción del mundo, una filosofía.

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