Un año más desperdiciado

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Por Joselo de Velasco

La actualidad en México describe un estado fallido en toda la amplitud no sólo de la expresión sino la concepción entera de una falla de gobierno. Me refiero que por encima de la pérdida de paz y justicia que ha sufrido el país, más allá de las 27 personas que en promedio desaparecen diariamente y los 80 asesinatos violentos que enlutan a un número similar de familias y la desgracia que acompaña a los enfermos de todas las edades que han perdido el derecho humano fundamental de acceso a la atención médica y al tratamiento más conveniente, sobre estos y las demás tragedias vividas por los mexicanos está una pérdida mayor, la capacidad de asombro. 

Todo mexicano entiende a quién refiere la expresión “¿ahora qué hizo este pendejo?”, pero sabe que la respuesta se acompaña de impunidad a cualquier acción o política implementada en perjuicio del pueblo y en favor de sus intereses electorales. La senil y parsimoniosa catadura que porta el que amanece y se dirige al país con eternos monólogos en su habitual y conferencia de prensa es sinónimo de auto proclamas panegíricas, pues sólo bajo un fervor religioso se podrían aceptar. 

Pero desgraciadamente damos por hecho que no importa lo que pase, diga, imponga o proponga, será impune e inconsecuente. ¿Qué crimen tan grande cometimos para merecer tal castigo? Y es que la situación que viven millones de mexicanos en estados sin ley encuentra mejor definición en una sanción que como consecuencia de políticas de gobierno de alguien que intentara mejorar al país. Si existiera un esfuerzo real porque el crecimiento y mejora de las condiciones en que viven los ciudadanos, muy a pesar de los esfuerzos del crimen por tomar control de municipios y estados no experimentaríamos los niveles de impunidad que alejan de la justicia a las víctimas a lo largo y ancho de este vulnerado país. 

La crispada economía no debe verse como resultado de políticas erradas, sería reduccionista e injusto para la dinámica familiar de millones de mexicanos que, o bien no han recuperado el empleo perdido en pandemia, han tenido que optar por el sector informal, ganándose la vida sin acceso a derechos básicos del trabajador como seguridad social, acceso a la salud, fondo de vivienda y retiro o bien, viven en la pobreza laboral, la más injusta e inaceptable de las pobrezas, pues implica un individuo que a pesar de sus esfuerzos por trabajar, separarse de su familia, negarse tiempo y destinarlo a actividades económicas a su alcance no logran el recurso suficiente para darle una vida digna a sus familias. ¿Qué delito cometió el trabajador mexicano para negarle el derecho a procurar a los suyos? El populismo comete la pifia ontológica de devaluar a la prole. Y todavía se presumen las remesas como logro gubernamental, que afrenta tan grave, que insulto a las miles de familias separadas cuando el hambre supera al amor. 

Nadie se salva en este país, desde la gestación hasta el retiro hemos tenido víctimas impunes del crimen, de reducciones presupuestales, desaparición de fondos, de guarderías, de refugios de mujeres, de programas de empoderamiento, de impulso a emprendedores, de estímulos al primer empleo, de programas para producir en el campo, de recursos para juzgados y ministerios públicos que puedan responder a la demanda de las víctimas, de reducción presupuestal a todas las universidades públicas, del incremento de la tasa crediticia que imposibilita al trabajador hacerse de vivienda, vehículos o cualquier patrimonio, de los aranceles que no se reflejan en las obligaciones básicas que debe procurar un gobierno para ser digno de serlo. 

Iniciado el quinto año de gobierno el viejo vuelve a culpar a los neoliberales de todos los problemas del país, ¿Y entonces para qué ha ocupado el cargo cuatro años? ¿Y entonces para qué tanta deformación a los sistemas? Tristemente un año más de desperdicio, acumulando decepciones de quien le creyó, confirmando la ineficiencia a quién conoce al populismo y comprando clientela electoral con el presupuesto que roban del trabajo de los mexicanos y desvían de las áreas en que deberían invertir para darnos un mejor país. 

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