Traición

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Por Israel Reyes 

Por la naturaleza de mi chamba he tenido la fortuna de conocer a personajes históricos de Coahuila. Hace algunos meses conocí a un líder sindical que nos abrió la puerta de su casa y nos compartió toda su historia. Después de horas, y si pudiéramos tener un solo concepto de lo compartido, les puedo decir que todo gira en torno a una supuesta traición. Dicen que la traición es una mancha que nunca envejece. La última tentación es la mayor traición: ceder ante el deber o ante la razón equivocada.

La palabra traición proviene del latín traditio, que a su vez deriva del verbo tradere, compuesto por trans (a través de) y dare (dar, entregar). Inicialmente, traditio significaba “entrega” o “transmisión”, pero con el tiempo, el término adquirió connotaciones negativas, refiriéndose a la entrega de una persona o información de manera desleal, particularmente en situaciones que involucraban la violación de un acuerdo de confianza. La palabra también está relacionada con el término “tradición”, lo cual es un recordatorio de que no toda entrega o transmisión de algo es negativa, pero cuando se hace con deslealtad, se convierte en traición.

En la antigua Grecia, la traición era vista como uno de los peores crímenes que alguien podía cometer. En las ciudades-estado griegas, la lealtad a la polis era fundamental, y cualquier acto que comprometiera la seguridad o soberanía del Estado se consideraba una grave ofensa. Quizá el ejemplo más famoso de traición en la historia griega es el de Efialtes, quien, durante la batalla de las Termópilas en el 480 a.C., traicionó a los espartanos al guiar a los persas por un paso secreto, lo que resultó en la derrota de Leónidas y sus hombres.

En Roma, la traición era también duramente castigada. Uno de los episodios más icónicos de traición en la historia romana es el asesinato de Julio César en el año 44 a.C. César fue apuñalado por varios senadores, entre ellos su amigo cercano Bruto. La frase “¿Tú también, Bruto?” simboliza hasta el día de hoy la sensación de traición por parte de alguien en quien se depositaba gran confianza.

La traición también ha sido un tema central en varias tradiciones religiosas. En la tradición cristiana, uno de los actos más representativos de traición es el de Judas Iscariote, uno de los doce apóstoles de Jesús. Según los evangelios, Judas traicionó a Jesús al entregarlo a las autoridades romanas a cambio de treinta piezas de plata, un acto que condujo a la crucifixión de Cristo. Esta traición no solo es vista como un hecho histórico, sino como una metáfora del pecado y la fragilidad humana. El nombre “Judas” ha quedado asociado con la traición y la deslealtad, convirtiéndose en sinónimo de alguien que traiciona a sus seres más cercanos.

La traición es un concepto que atraviesa la historia, la religión, la política y la psicología humana. Su impacto en las relaciones interpersonales y en las sociedades ha sido devastador, y su presencia en la cultura ha dado forma a nuestra comprensión del poder, la confianza y la lealtad. A lo largo del tiempo, la traición ha sido condenada como una de las acciones más bajas y despreciables, un recordatorio constante de la fragilidad de los lazos humanos.

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