<strong>Tesla se queda en el noreste</strong>

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El magnate sudafricano Elon Musk, director general de Tesla, SpaceX, de Boring Company y Twitter, así como presidente de Neuralink y SolarCity tiene dos razones para viajar; vacacionar con alguno de sus 10 hijos o concretar negocios multimillonarios. Estoy seguro que la visita a Monterrey en octubre del año pasado no fue para conocer el paseo Santa Lucía ni llevar a sus hijos a pasear en fundidora. 

Tesla se instalará en Nuevo León, en el noreste de México, en la región más competitiva del país, que cuenta con la proveeduría necesaria, las carreteras que conecten a su central en Austin, Texas, los parques industriales y la capacidad en mano de obra, es decir, ingenieros y técnicos bilingües. No se trata de agua, contrario al discurso del presidente para sus ingenuos seguidores, empresas de ese tamaño evidentemente piden estudios de factibilidad de agua antes de decidir dónde colocarse y seguramente escogieron Nuevo León dentro de decenas de ubicaciones posibles. 

El adjetivo más sutil que encontré para la conducta del presidente es “ridícula” (a sabiendas que soy incapaz de limitar al lector de elegir los que considere más convenientes). Luego de cuatro años alejando la inversión extranjera del país mostrarse encaprichado por influir en la ubicación de una empresa insignia es ridículo. 

El presidente ha desperdiciado el 60% de su mandato sin políticas económicas favorables a la inversión extranjera que genere empleos ¿De repente le interesa generarlos y detonar una zona ociosa del país? Los habitantes del noreste de México no pasamos de largo que, por encima de cualquier discurso, se aprecia un intento de boicot al crecimiento de la zona más competitiva del país. 

El cubetazo de realismo nos hace voltear también al valor de las empresas. Mientras México genera un PIB de 1.273 billones de dólares, Tesla al igual que Amazon, Apple, Alphabeth (Google) y Microsoft tienen valores en la bolsa superiores al billón de dólares. Sin necesidades sociales, simplemente transformar sus ingresos en poder económico. Son pocos los presidentes con poder suficiente para decirles a estos titanes económicos que no hacer en su país, y AMLO no es uno de estos presidentes, pues además no cuenta con aliados en países de interés para la oligarquía global. 

Al final el presidente no perderá, porque recordemos que junto a sus seguidores vive del discurso. Aunque no consiguiera negociar mejores condiciones para la ubicación de Tesla, gana reforzando la arenga populista contra los empresarios “burgueses” que tan poco les interesa la gente. 

No veo cómo este berrinche sea cortina de humo a algo más, podríamos en un primer asomo pensar que cubre con la tensión los sueños tiránicos del Plan B, pero cuadra mejor en un comportamiento cínico y desmesurado de quien no ha acatado límites ni observado la democracia y el libre desarrollo de un país.

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