Ser o no ser…

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En Morena, ser, implica recibir prácticamente un beneficio divino, y no ser era hasta hace unos días era aceptar ciegamente la voluntad de las encuestas y sumarse al capricho del presidente. En pocas palabras, compromiso ciego con el presidente y lealtad a la 4T. Pero resulta que, para Mejía Berdeja, el compromiso no existía con Morena, y mucho menos con el presidente.
Mejía desde hace meses se paseaba por Coahuila, ungiéndose como el favorito de Don Andrés y de su partido para encabezar la candidatura al gobierno de Coahuila, no había día en el que no pregonaba su compromiso y su lealtad. Era de tal tamaño, que el mismísimo presidente habló a su nombre cuando se hizo público el resultado de la encuesta interna, y aseguró que el entonces subsecretario había aceptado el resultado y se quedaba en el gobierno. 
Es imposible negar que el senador Guadiana es muchísimo más conocido que Mejía, y esa condición le da los bonos suficientes para ser. Pero tampoco es imposible afirmar que Mejía es más conocido en Guerrero que en Coahuila. Sus intenciones de ser se quedaron en el tercer lugar y muy alejadas de los números del primero. Y estos resultados fueron los suficientes para dejar en claro que ni su compromiso y ni el su discurso, eran garantía de fidelidad al presidente.
Ya con la certeza de no ser, Mejía dejó claro que lo único que le importaba era ser, aunque esto fuera contrario a su partido y a la voluntad del presidente; y sin dudarlo lo dejó muy en claro desde el 12 de diciembre. Y desde ese día dedicó sus esfuerzos a esfumar y fragmentar cualquier posibilidad de que el partido del titular del ejecutivo se pueda ver beneficiado en el próximo proceso electoral. La ambición pudo más que los valores que se pregonan en Morena.
Y si bien Mejía consiguió la nominación por el Partido del Trabajo, dejó de ser uno de los beneficiados del favor del presidente, pues López después de esto, dijo que no había hablado con él, que era libre de tomar sus decisiones y que él, a título personal, sólo apoyaría a quien ganó la encuesta. Y más recientemente en modo de reproche mencionó que Mejía “no me dio ni el adiós.
Pero la no nominación del guerrerense era de esperarse, además de sus muy bajos números en la encuesta, arrastra con él todos y cada uno de los desaciertos en seguridad de este gobierno. Razón por demás válida para que Morena decidiera no arriesgarse con semejante personaje. Mi duda es, ¿qué pensarán todos sus seguidores que a le habían jurado lealtad al partido guinda?
Y por el lado de Mejía, y no menos escandaloso, es el primer funcionario obradorista que se va del partido a otro partido, desconociendo y descalificando el método para la selección de candidatos. Entre líneas podemos leer lo escandaloso que es para el oficialismo la renuncia de un subsecretario de estado que además deslegitima los métodos del partido.
No dudo que el senador hará su chamba y buscará hacer un buen papel, pero cuando los resultados estén en la mesa, tendrán la certeza de poder señalar y nombrar al encargado de borrar cualquier mínima posibilidad en Coahuila de Morena, Ricardo Mejía Berdeja. 

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