Néstor J. Hurtado Vera.
Estamos solo a un mes y días, de que termine el sexenio del gobernador, Miguel Ángel Riquelme Solís y sin preámbulos, debo reconocer que su gestión “calló bocas”, comenzando por la mía, y sin duda dejará la “vara” muy alta al gobernador electo, Manolo Jiménez Salinas.
Aún recuerdo la noche de aquel domingo, 4 de junio del 2017 como si fuera ayer, en donde por inoperancia del entonces Instituto Electoral de Coahuila, y debido a lo cerrado de los resultados, no había claridad sobre el ganador.
Al final la historia ya la conoce, Miguel Riquelme se alzó con el triunfo, apenas con 28 mil votos de ventaja sobre el panista Guillermo Anaya. La novela parecía de terror, llegaba al poder con poco margen de legitimidad, con deuda y ante el declive nacional del PRI, que desde 2016 comenzaba a perder electoralmente estados a lo largo y ancho de México.
Ante este escenario, el 1 de diciembre del 2017, tomó el poder y no faltaron (me incluyo), los que afirmamos que el sexenio de Riquelme sería uno más del montón, que pasaría desapercibido y que “ahora sí” en la siguiente elección, la oposición le arrebataría al PRI el poder.
Pues los malos augurios para fortuna de Coahuila se fueron al diablo, ya que, en contra de todo pronóstico, Riquelme Solís comenzó a trabajar, a hacer “amarres” inteligentes con muchos sectores, principalmente políticos y empresariales, así como alianzas en todos los tejidos sociales y consolidó lo que tanto se agradece sin importar la filiación partidista; la paz en Coahuila.
Organismos autónomos, fuerzas federales, empresarios, universidades, alcaldes, colonos, en absolutamente todos los lugares, hay alguien que hable bien de Riquelme, ¿cómo lo hizo?, es fecha que sigo sorprendido por su gran capacidad política.
Aquí encaja el famoso dicho, si le va bien al gobernante, le va bien al pueblo y en efecto, hoy Coahuila es un estado destacado a nivel nacional con un gobernador bien evaluado, de hecho, según las principales encuestadoras nacionales, uno de los mejores.
Al cierre del 2022, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) colocó a Coahuila como el segundo lugar nacional con mayor valor en sus exportaciones. Sin duda el trabajo con los sectores productivos hace posible este tipo de indicadores. Así como que Coahuila sea el tercer lugar nacional en competitividad económica, cuarto lugar en generación de empleos y primer lugar en formalidad laboral.
Como lo mencionaba, en seguridad vamos muy bien, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, nuestra entidad es el segundo estado con la menor cantidad de homicidios dolosos, sólo por debajo de Yucatán con 9 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Vuelvo a la pregunta inicial, ¿cómo lo logro?, sin lugar a dudas creo que lo consiguió abriendo las puertas de Palacio de Gobierno para tejer alianzas finas con empresarios, ciudadanos, colectivos, oposición, alcaldes, políticos, prensa, entre otros. Sencillamente sumando y escuchando a mayorías y minorías anteponiendo un proyecto de estado.
Ante esto, y aunque creo que Manolo Jiménez será un buen gobernador, el superar una versión de fraude electoral, sortear la deuda, enfrentar una pandemia, superar los recortes federales, colocar a Coahuila como potencia económica nacional y sobre todo alcanzar la tan anhelada paz, sin duda reitero que la vara quedó alta, pero por bien de Coahuila, esperemos que los logros sean superados.
