Reforma y marcha

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Por Israel Reyes
¿Alguien tiene la cifra fiable de los mexicanos que salieron a marchar el pasado 13 de noviembre? Hasta ahora no he confiado en las cifras y cálculos de las personas que lo han hecho público, ya sea que estén a favor o contra de esta expresión ciudadana. Me parecieron muchísimos, más que la cifra señalada por el presidente en alguna mañanera para renunciar y retirarse a Palenque, Chiapas. Las imágenes y videos nos dejaron claro que no hay nada escrito para el relevo presidencial este 2024 y eso alentador. La siguiente pregunta es, ¿estás de acuerdo que al INE le hace falta una buena reforma electoral? Si tu respuesta es negativa puedes pasar de largo a la siguiente página de la revista. 
La democracia no puede estar estancada, nuestra sociedad históricamente está en constante evolución y eso conlleva también nuestra cultura, leyes e instituciones. El problema ha sido que, después de la polarización forzada que ha venido trabajando, mañanera tras mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador, parece que nuestro país está dividido en dos, entre chairos y fifís; y eso solo le conviene a esa clase política que aún se encuentra enquistada en el poder. Nos distraen con lo más sencillo: por un lado, con el presupuesto asignado y gastado por parte de los consejeros del INE, la existencia de los plurinominales, haciéndolos ver como un ejercicio inútil del poder y lo “innecesario que son” los organismos públicos locales electorales. Todo aderezado con el “ahorro” de presupuesto y así gastarlo en otros rubros que requiere el gobierno mexicano. Por otro lado, nos invitan a defender al INE y a estar en contra de una reforma que no conocen ni siquiera las principales cabezas de este movimiento. Por una parte, no los culpo por sentir temor a lo que el ejecutivo pudiera optar, pero convocar a una marcha en medio de la ignorancia e incertidumbre les hicieron caer en la trampa.
Si nuestra democracia está como está es gracias a los acuerdos que han hecho los partidos políticos a lo largo del tiempo. En México, el presupuesto total anual para los partidos políticos el año pasado fue de 5,297,613,378.23. De todo eso a Coahuila le tocó 130,777,751.99. Al leer las cifras parecen exorbitantes y alarmantes, pero hay unas letritas muy pequeñitas que ningún partido nos hace saber: los partidos políticos son de todos nosotros, no es un club social exclusivo de algunos cuantos como nos lo han hecho saber hasta ahora. Tanto el partido en el poder como el mas pequeño de ellos funciona con recursos públicos y es obligación de ellos darnos las facilidades para pertenecer, militar y, en su caso, llegar al poder. Hasta ahora, este cuello de botella no ha sido el problema ni la intención de los políticos a reformar. Tenemos un INE sólido para organizar y garantizar elecciones confiables, pero no para ejercer y procurar la democracia. Se limita a respetar las decisiones cupulares de cada partido para la selección de cada candidato y candidata en cada escaño. Es por eso por lo que en muchas elecciones tenemos que salir a votar sin una convicción de que estaremos bien representados sino por el “menos peor”. Es por eso que urge una verdadera reforma electoral ciudadana, que nos ayude a pasar de la democracia representativa a una participativa.
La poco conocida reforma electoral y la marcha en protesta no es más que un estira y afloja de esas cupulas por medir fuerzas para el 2024, la democracia y las instituciones solo son el medio, no el fin, por desgracia.

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